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Cultura | Reinosa

Vicisitudes que sufre Berni en su abandono

Capítulo 6 del cuento 'Berni' (Historia de un perro abandonado), de Alberto Gallo

Si la situación de Pablito era muy triste, nada envidiable era la realidad de Berni. Después de dejarle tirado Nino en aquel monte oscuro y peligroso, pasó fríos, calores, hambre, sed, le maltrataron, estaba sucio, maloliente y con mucho sueño, pero a pesar de todas sus fatigas, no pasaban un minuto sin acordarse de su pequeño amo ‘Pablito ojos tiernos', esto, era lo único agradable que le ocurría en el día, en sueños recordaba lo bien que lo había pasado con él, los juegos o los paseos por el campo.

Su cabecita no comprendía el porqué de esta situación tan penosa. Durante este abandono vivió momentos muy duros, había tenido varios amos y todos sin excepción le había explotado de mala manera.

Uno de los últimos que le acogió en su deambular por el mundo fue un granjero que gastaba muy malas pulgas. Además, tenía otro perro que enseñaba los dientes a todo el que pasara por delante de su granja, el amo ‘Felipón' -que así se llamaba este botarate- tenía además de vacas alguna que otra oveja, gallos, gallinas...etc. Una de aquellas gallináceas era muy especial, la llamaban ‘La gallina voladora', que tenía la facultad de volar muchos, pero muchos metros de una vez; la gente del circo estaba muy interesada en su adquisición.

Además de esta cualidad, tenía la virtud de poner huevos azules, que eran muy cotizados por su sabrosura. Un día el perro de Felipón, el que enseña los dientes, mordió a la original gallina en una pata, y a partir de ese momento la gallina renqueaba visiblemente de la pata dañada. Dejó de poner huevos azules en la cantidad que a Felipón le tenía acostumbrado y además para volar tenía que coger carrerilla de más allá del pilón de las vacas.
Por tal motivo, la gente del circo dejó de interesarse por ella, perdiendo Felipón la posibilidad de ingresar en sus arcas unas monedas extra. Al notar todos estos alarmantes síntomas de la cotizada gallina, Felipón la emprendió a palos con el infeliz Berni, pensando que él era el culpable de todo lo que la pasaba a la gallina voladora; y así Berni pasaba de una mala experiencia a otra mucho peor... si no era por la gallina voladora era por el plato de filetes que un día le faltó a Felipón y si no por ladrar más alto o por saltar más bajo...

El caso es que el maltrato siempre le estaba amenazando a nuestro querido Berni. A pesar de todas las vicisitudes sufridas por el pobre animal, aún mantenía su cara de adolescente juguetón...y de soñador empedernido...

Ya cansado de recibir palos y después de muchas peripecias, logró escaparse de Felipón el maltratador, que los últimos días sin motivo aparente le había amarrado a un portalón olvidándose de darle de comer y de beber.

Al recobrar la libertad, anduvo vagando muchos días; en su deambular se encontró con perros que habían sufrido parecido calvario, a un dogo alemán le habían "olvidado" en una posada, un cocker spaniel fue el dulce regalo de navidad a un niño antojadizo, un chihuahua había perdido una pata de una paliza que le dieron unos graciosos...A Berni estas situaciones lamentables le hicieron ver que no penaba él solo en la vida sino que había muchas mascotas con su mismo problema...

Pero había que seguir e intentar sobrevivir, cosa poco fácil. Berni en su peregrinar sin saber dónde ir, por fin encontró un recodo en una acera y allí se dejó caer en el frío suelo; abatido y triste se dispuso a esperar que las pulgas, las garrapatas, el hambre y la sed acabaran de una vez con su penosa existencia.