Estos días de noviembre deambulando por los valles campurrianos observaba por sus carreteras, pistas y veredas un verdadero hervidero de actividad. Los tractores iban y venían sin descanso. En esta tierra se araba, en aquella se sembraba, en la otra aún se sacaban patatas...
El tractor no es tan sólo una máquina más, un eslabón de la cadena. Es un verdadero símbolo de nuestro campo. Es el pulso y el latido de nuestros pueblos en muchos sentidos. Cuando junto a las naves vemos el tractor varado, mientras el óxido y el tiempo se van apoderando de él, es una batalla más perdida. La pervivencia de esta «especie» implica un presente vivo y tal vez un futuro para él y para el territorio derredor.
Al mismo tiempo, estando quien suscribe en la antigua ciudad del dólar, ya ni tan siquiera del euro, más bien la ciudad del céntimo, contemplo una ruidosa columna de tractores desfilando por las calles de Torrelavega despertando la adormecida ciudad. Si unos tractores tienen que ir en fila de a uno y en gran número por ese lugar inhóspito para ellos que es la ciudad, mal asunto. Y últimamente transitan más de la cuenta por el asfalto urbanita en forma de protesta a causa de nuestra frágil memoria. Verdadera pandemia ésta, y además endémica. Hace cuatro días agricultores y ganaderos eran héroes de Marvel, que seguían produciendo mientras el resto permanecíamos guarecidos en casa acechados por el virus. Hoy vuelven a pedir lo de siempre: poder vivir de su trabajo. Una labor la suya, por otra parte, sencillamente básica y fundamental para cada uno de nosotros.
Es el tractor en sus diversas versiones una verdadera especie en extinción en los campos meridionales de Cantabria. Y como tal, tendrá que ser protegida. El día que dejemos de verla deambular por los pueblos, tierras y altozanos implicará la sentencia de muerte para la agricultura y la ganadería de ésta nuestra tierra. Por supuesto, que se puede vivir y sobrevivir de otras cosas y seguramente habrá vida más allá del campo, pero me temo que no en Campoo. No todo es turismo en los campos de Campoo. Además, aunque cada día se estrangule al sector primario, no son pocos los que quieren vivir de él, les gusta lo que hacen y tan sólo quieren que se les permita. Sin más zancadillas que las ya acostumbradas en un país y una tierra cainita como la ibérica.
Dime con qué aras... El tractor dice mucho de nosotros, de vosotros. De ti agricultor, ganadero, o simplemente vecino. En los últimos cincuenta años la mecanización de las labores y faenas agrícolas ha sido enorme. Muchísimos siglos fueron necesarios para que el arado romano se mejorara. Desde entonces, y pasando por la atávica trilla y la yunta de bueyes, la evolución ha sido tremendamente rauda hasta desembocar en el tractor en sus más diversas y variopintas versiones. Desde los pioneros ejemplares Ebro o el icónico Barreiros del fabricante gallego, hasta el práctico florentino Pasquali. Pocos son ya los ejemplares patrios, siendo ya casi todos los nuevos foráneos, pero cuyo nombre forma parte de nuestro cotidiano vocabulario: John Deere, Kubota, Massey Ferguson o New Holland, entre otros muchos.
En un sinnúmero de nuestros pueblos son más los tractores de museo que los operativos y en pase de revista. Pero los ejemplares que aún quedan son el verdadero corazón y latido de una tierra que se resiste, que tiene futuro, pero fundamentalmente necesita y reclama un presente. ¿Por qué negárselo?
*Juan Carlos Cabria Gutiérrez es profesor de lenguas clásicas, escritor y divulgador de la cultura y el patrimonio de Cantabria nacido en Torrelavega en 1971. Esta tierra junto con la de toda su familia, Valderredible, han supuesto su mayor influencia a lo largo de sus veinticinco años de periplo investigador y literario. En 1997 publicó su primera obra, La mitología cántabra, a través de los mitos europeos. Le seguirían, Estelas cántabras, símbolos de un pueblo (2000), o Dioses, mitos, héroes y leyendas de Cantabria (2004), reeditada y ampliada en 2018. Coautor de Motivos decorativos y ornamentales en la arquitectura tradicional de Cantabria (2002), o de Cántabros. Origen de un pueblo (2012).
Conferenciante y profesor en cursos sobre patrimonio y etnografía de Cantabria, así como habitual articulista de numerosas publicaciones, como Cántabros, Aguanaz o periódicos como La Realidad o El Diario Montañés. Destaca su relación con Valderredible, en el que ha centrado muchas de sus investigaciones, y en donde discurre gran parte de su vida.*
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