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Opinión

Solar

"El tiempo y los días sentenciarán nuestra ciudad, el agua y la desidia marcarán su declive. Llegando a Reinosa, por la Avenida Cantabria, se ve una casa derruida, desmoronada de tiempo y años, rodeada con unas cintas de precaución, como las del escenario de un crimen en las películas"

Siempre se ha especulado sobre el origen de la palabra Reinosa y su razón histórica. Etimológicamente, se cree que significa algo así como lugar de pastos para forraje. Pero existen otras muchas interpretaciones, lugar de ranas o de muchos ríos o arroyos. Sea cual sea el origen de la palabra, una cosa sí está clara, la proliferación de pequeños arroyos y ríos que discurren por su territorio, desde la oculta Ballarna hasta el minúsculo río de las Fuentes, o el que se derrama por la zona del Quintanal, cuyo nombre despectivo: "La Churra" me recuerda el poema sonoro e infantil de Alberti " pis, pis, meo en Paris..."

Tampoco sabemos con exactitud cuáles fueron los primeros solares de la historia de Reinosa, apenas conocemos unos escasos restos visigodos, El Castillete, situado en la zona más alta de la ciudad, en El Polvorín, cerro desde donde se contemplaría la gran vega que era por aquel entonces el lugar de Reinosa, Ranosa, Reynosa, como aparece en los primeros documentos donde ya se nombra, escritos en el siglo X.

El tiempo pasa y se van construyendo solares donde las antiguas familias vivían y compartían la tierra con las aguas. Se levantan puentes precarios cuando estos son destruidos por las corrientes. Reinosa entonces tenía dos espacios, al igual que ahora, la zona de las torres de la Villa, la plaza del Ayuntamiento, la génesis de la población y otro espacio más allá del vado donde se construye el puente sobre El Ebro, un espacio de prados y huertas colonizado unos siglos más tarde por la burguesía enriquecida por la carretería y los prósperos negocios en las últimas décadas del siglo XVIII y en el siglo XIX. Sólidas casas de las familias ilustres, como son sin duda alguna los Collantes, impulsores del Reinosa moderno e industrial de finales de la Restauración.

El tiempo da vueltas como los tiovivos de la ferias y como el cometa Halley hacia la tierra. Reinosa está creciendo, se está convirtiendo en un foco de atracción a pesar de su frío. Parece que la prosperidad reina. En 1909 los Cossío levantan una gran casa, pared con pared con otra antigua casona, con paravientos en su fachada. Esa parte de la ciudad comienza a urbanizarse, cada vez más lejos del centro se alzan casas, casonas, quintas y chalés. El desembarco de La Naval acelera el desarrollo de la ya inminente ciudad. En ese tiempo de cierta incertidumbre de guerras y posguerras, solo existían las grietas de la historia, de la amargura y de la tristeza pero las casas, los solares construidos no presentaban "ruina" como ahora... El tiempo hace su labor y encorva las espaldas y las memorias. Las antiguas casonas, donde un día hubo bienestar, ahora muestran claramente sus cicatrices, su abandono, tal vez sea que el agua que todo se lleva se adueña de sus antiguos terrenos. Un paseo alrededor del edificio de los Cossío sugiere que del antiguo solar puede quedar sólo el vacío.

El tiempo y los días sentenciarán nuestra ciudad, el agua y la desidia marcarán su declive. Llegando a Reinosa, por la Avenida Cantabria, se ve una casa derruida, desmoronada de tiempo y años, rodeada con unas cintas de precaución, como las del escenario de un crimen en las películas. Continúas y solo se ven casas destartaladas y solares, que como en una dentadura estropeada, dejan ver huecos y vacíos. Tenemos miedo al dentista, intuyes el dolor y el precio, pero tal vez visitarle compensa, son especialistas, saben lo que hacen. Nuestra ciudad se está convirtiendo en esa dentadura vieja donde cada vez hay más caries y huecos. Y también se perciben posibles enfermedades, quizá incurables y que dejarán grandes vacíos al menos que tomemos decisiones y no abandonemos a la incuria nuestra ciudad cariada.

Siempre se ha especulado con Reinosa, con su nombre y su historia, pero nunca deberíamos especular con su futuro, no con las grietas que antes no existían donde ahora sí, no con quienes abandonan sus casas y sus gentes. Sabemos que los estomatólogos pueden producir miedo y ser caros, pero reparan y restauran nuestra salud. En Reinosa hace falta no tener miedo, gastar dinero y arreglar todos esos solares que se han perdido o se perderán...

Quevedo ya lo describió a la perfección:

"Miré los muros de la patria mía,

si un tiempo fuertes ya desmoronados

de la carrera de la edad cansados

por quien caduca ya su valentía..."


*Daniel Guerra de Viana (Reinosa, 1969): Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Cantabria. En los años noventa codirigió la revista universitaria Catacumba. Su prolífica obra está recogida en numerosas publicaciones así como en periódicos. También ha sido editor y el coordinador de Cuadernos de Campoo entre los años 2000 y 2013, una publicación indispensable que durante más de 15 años compiló y dio a conocer la historia, la geografía, el arte, la etnografía, etc. de Reinosa y la comarca campurriana. Laboralmente fue el coordinador general de la revista "Guía Cantabria del ocio", editada por la revista "Usado Cantabria"; profesor en el colegio San José-Niño Jesús de Reinosa; o jefe de estudios de la Escuela Taller de Reinosa hasta 2002. Posteriormente imparte clase en diferentes IES de Cantabria, entre ellos el de Nuestra Señora de Montesclaros.*

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