En esta segunda parte de la entrevista, Carlos Romero nos habla de las campañas de desprestigio hacia los sindicatos -"orquestadas por medios de comunicación afines al Gobierno"-, y del respeto y el peso que deben tener en la sociedad. Basándose en la experiencia de Europa, considera prioritario reindustrializar varios sectores y aporta algunas claves para reconducir la situación de crisis.
Carlos Romero, secretario general del MCA-UGT
-La desafección que hay hacia la clase política no es ajena a los sindicatos. Se acusa de que están obsoletos, anticuados, etcétera, ¿están tomando medidas para reconducir esa imagen?
-Lo primero es conseguir que una sociedad como la española, con unas instituciones, tenga hacia los sindicatos el respeto constitucional que merecemos. Somos una organización con reconocimiento en la Constitución Española, como agentes que participamos en la sociedad, tenemos la posibilidad legal de negociar convenios, tenemos cobertura constitucional para que los trabajadores se afilien. Es un país en que la libertad sindical está recogida, y ese reconocimiento constitucional no debería ser cuestionado por ninguna institución del Estado.
Y estamos viviendo en estos años del gobierno del PP una campaña de acoso premeditado hacia los sindicatos para desprestigiarnos. El Gobierno dispone de muchos recursos, sobre todo medios de comunicación afines para orquestar esas campañas que acaban calando en la sociedad. Una sociedad que recibe toda la información a través de los medios y frente a esta situación la única alternativa que tenemos es hablar directamente con los trabajadores y la sociedad.
Y a pesar de que hay mucha gente que participa de esas críticas y las difunde, lo que seguimos comprobando es que cada cuatro años los trabajadores se siguen afiliando, siguen participando en las elecciones sindicales y que continúan votando a UGT y CC.OO de manera absolutamente mayoritaria. Representamos a más del 80 por ciento de los afiliados.
-Entonces se habla de que España es un país con bipartidismo político, pero también tenemos un ‘bipartidismo sindical'.
-Esta situación tiene que ver con la cultura del país. España no es un país muy acostumbrado al asociacionismo, casi siempre se ha fomentado el trabajo individual. Este Gobierno trabaja para fomentar las relaciones laborales individuales de los trabajadores. Aquí el nacimiento sindical surgió con una sopa de siglas impresionante, que el tiempo se ha ido encargando de simplificar, y se demuestra que los trabajadores eligen a estos dos sindicatos. Cada uno con su trayectoria, orígenes distintos pero objetivos comunes.La unidad de acción de ambos sindicatos, de corte confederal, con implantación en todo el territorio español y en todos sus sectores.
Somos los dos únicos que lo tenemos y eso tiene que ver con el reconocimiento de la sociedad y las instituciones. Firmamos más del 90 por ciento de todos los convenios de este país, que se aplican con carácter general para todos los trabajadores, estén o no afiliados. Esto es algo en lo que la sociedad no repara y que los medios afines al Gobierno ocultan. Nosotros somos quienes negociamos las reformas y estos convenios. Por ejemplo, la de las pensiones, que ahora el PP se ha encargado de incumplir de manera unilateral y sin negociar.
Los sindicatos somos honestos pero además lo tenemos que parecer. Nos falta estar mucho más cerca de los trabajadores. Abrirnos a los ciudadanos y a la sociedad en general. Dar a conocer quiénes somos, qué hacemos y qué recursos tenemos y a qué los destinamos. Por ejemplo, me preocupa mucho la presencia en las redes sociales. Son un escaparate en el que asomarnos a través del cual podemos estar en contacto con la sociedad. Aunque es complejo porque no todo el que usa estas herramientas lo hace para aprender y saber. Se puede verter una acusación sin ningún tipo de rigor. Pero estas son las reglas del juego y con las que tenemos que participar. Estamos abiertos a ese proceso de ser más transparentes y que la gente conozca cómo lo hacemos. Para lograrlo, nuestros representantes en los centros deben ser las terminales del sindicato para ofrecer colaboración, ayuda y asesoramiento.
-¿Qué fuerza puede ejercer el sindicato sobre la empresa?
- No la hay por esta reforma laboral que nos han impuesto. O tienes medios para enfrentarte a los poderosos o estás perdido. Cuando nos sentamos en una mesa de negociación nos enfrentamos a empresas grandes que contratan a los mejores y más prestigiosos asesores jurídicos y económicos del país. Por parte de los trabajadores sería muy iluso enfrentarse a ellos con las manos vacías y nosotros tenemos la obligación de prestar ese asesoramiento, con suficiente capacidad para contradecir a los bufetes jurídicos que los empresarios contratan. Empresas que pagan una minutas enormes, mientras que los sindicatos no podemos cobrar por este servicio. Pagamos a nuestros abogados y asesores con el dinero que conseguimos de las cuotas de afiliados, y este gasto sirve para defender al conjunto de los trabajadores. Por ejemplo, cuando se negocia un ERE se hace para todos.
-¿Una forma de gobernar para todos?
-La ley obliga a que los convenios que se firman para la mayoría de los trabajadores tengan eficacia general, es decir, que afecten a todos los trabajadores, tanto los afiliados como los que no lo están. Este gobierno persigue fomentar la falta de solidaridad entre los trabajadores.
-¿Cómo se revierte esta situación?
- Cambiando el gobierno, si no cambia la ley. Hay que hacerlo de manera democrática en las urnas, pero hace falta que los ciudadanos, a través de su hartazgo hacia esta forma de gobernar, provoquen un cambio tan pronto como sea posible acudir a las urnas.
-Dado el contexto actual, ¿cuál es la tendencia de afiliados en su sindicato?
-Lo que está pasando es absolutamente normal, no sería entendible que en una situación de crisis, con un impacto tan grande en los sectores que representamos desde MCA-UGT -donde se han perdido 1.942.000 empleos- que no caiga la afiliación. Pero de alguna manera, no es así. Tenemos pérdidas de afiliación propiciadas por la situación que viven las personas. Si no tienes empleo ni prestación es fácil de entender que dejes de pagar la cuota del sindicato. Se trata de priorizar gastos pero vemos que la gente se sigue afiliando.
Sí es cierto que hay más bajas que altas. Estamos analizando las causas y también encontramos motivos achacables a nosotros mismos: falta de atención, han venido a vernos y no estábamos allí, a veces no se sienten representados por el delegado de su empresa, en otras ocasiones porque hacemos o pocas o muchas movilizaciones. Pero si la evolución en la pérdida de empleo ha sido una caída de más del 30 por ciento, las bajas no llegan al 8 por ciento, y lo más importante es que sigue habiendo altas. Saben de la necesidad de formar parte de un sindicato fuerte que los pueda defender de un gobierno que ataca sus derechos.
-¿Qué sectores considera estratégicos para salir de la crisis?
-Está claro que todos los países que tienen una industria potente han sabido resistir mejor a la crisis y son los que tienen una economía más saneada y sólida. Esa lección la tiene que aprender este Gobierno. España necesita reindustrializar estos sectores, no solo el de la construcción. En breve el del automóvil reclamará lo mismo. No queda más remedio.
-¿Y cómo se pueden reindustrializar estos sectores?
-Haciendo una política industrial activa en la que a los sectores se los permita tener futuro. Lo que no se debe hacer es tomar medidas que penalicen la actividad industrial. Por ejemplo, no se puede seguir aumentando el coste de la energía para la industria porque las empresas se ven obligadas a competir en el mercado internacional en inferioridad de condiciones respecto a otras.
En un mundo globalizado nuestras empresas no pueden tener desventajas competitivas. No es de recibo que en el conjunto de la Unión Europea se apueste por levantar el sector industrial como la principal iniciativa política para salir de la crisis, y en España se esté mirando hacia otro lado.
-¿Algún ejemplo para tomar nota?
-Noruega es en este caso el modelo que más éxito tiene. No solo por la apuesta que hace su gobierno por la industria, por la formación de los trabajadores o por la I+D+i, sino también por el respeto institucional que se tiene a los sindicatos.
En el caso de Alemania, con el mayor sindicato del mundo, es considerado por su gobierno imprescindible para mantener ese nivel de competitividad. Ellos aprendieron de la II Guerra Mundial, nosotros no hemos aprendido de la Guerra Civil, ese es el gran drama.
- A pesar de estar anulado, ¿qué opinión le merece el hecho de dejar fuera del concurso eólico de Cantabria a Gamesa?
-Esa es otra decisión del Gobierno de Miguel Ángel Revilla de la que prefiero no hablar. Como ciudadano de Reinosa y cántabro, es una de las mayores frustraciones que he vivido. Tuve la oportunidad de hablar con el Gobierno de Cantabria para hacerle ver lo coherente que hubiese sido que una empresa que ha apostado por instalarse en esta comarca hubiera tenido acceso a participar en ese concurso. Y vemos como el Gobierno, basándose en determinados criterios técnicos -aquí cuando quieres hacer algo para que nadie se entere muy bien, lo mejor es contratar un grupo de expertos-, desaconsejó la inclusión de Gamesa y se lo dieron a otro.