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Sociedad | Campoo

"Ser el médico de La Costana es un título más bonito que el de conde o marqués"

José Manuel Martínez, premio Pantortilla de Oro 2020

José Manuel Martínez ‘El médico de La Costana' no es de La Costana. Nació en San Miguel de Luena en 1942 y desde que logró la plaza en el consultorio de la capital de Campoo de Yuso, ese topónimo le ha acompañado durante toda su trayectoria profesional, a pesar de que en Reinosa ha trabajado 30 años frente a los 7 que lo hizo a orillas del Pantano del Ebro. "Siempre me ha gustado ese alias, porque tiene un matiz un tanto familiar y, bueno, es como otro título. Es más bonito que el de conde o marqués ¿o no?", confesó el flamante ganador de la Pantortilla de Oro, cuando recibió el premio que concede anualmente la Peña Campurriana de Santander a una persona que haya destacado por su contribución a la sociedad campurriana y que se celebró el pasado sábado en los salones del hotel Chiqui.

En el momento de la entrega, el médico, rodeado de familiares y amigos ante casi 300 personas, lo asumió como "un espaldarazo campurriano", por una labor de 40 años al servicios de sus pacientes en Campoo de Yuso y Reinosa. Desde "la era del fonendo hasta la era de la resonancia magnética nuclear".

Inicios

Jose Manuel Martínez volvió a Cantabria después de cursar sus estudios de Medicina en la Universidad de Valladolid. Una vocación que se le despertó en la facultad de sus amigos y que le llevó a abandonar los estudios de Física y Química que había iniciado poco antes. Llega a La Costana con Arancha, su mujer, natural de la localidad guipuzcoana de Oñati, quien "amando su tierra hasta la médula se ha adaptado muy bien a esta comarca donde han nacido mis hijas; y mi nieta que ya es campurriana del todo", sostiene con agradecimiento y orgullo el médico.

Era 1970 cuando José Manuel Martínez obtuvo la plaza en Campoo de Yuso, donde trabajó con "una gente admirable" en una época en la que los medios diagnósticos eran muy escasos; la Seguridad Social no era universal o existía todavía la "beneficencia". Ante esa falta de medios había que estudiar y controlar al paciente más de cerca. "La membrana del ‘fonendo' echaba chispas de tanto usarlo", aumentaba la frecuencia de visitas al domicilio del paciente y no tardó en cambiar un Seat 600 de segunda mano por un ‘moderno' 127.

"Tú eras allí el médico y el enfermero; el pediatra; si terciaba el partero. No pocas veces bajaba al enfermo en mi coche, por la noche o de madrugada, hasta la Residencia Cantabria donde estaban las urgencias de Valdecilla entonces. Escaseaban las ambulancias; y además quería saber de primera mano si mi diagnóstico estaba acertado o era erróneo. Quería verlo allí directamente", recuerda.

De La Costana a Reinosa

En ese contexto se forjó 'El Médico de La Costana', que tras siete años de servicio a orillas del Pantano cambia de destino y recala en el ambulatorio antiguo de Reinosa (las actuales oficinas de la Seguridad Social). En su nuevo puesto tenía que compartir la consulta con otro médico y no podía empezar uno hasta que no terminara el otro. Tenían asignados hasta 2.500 usuarios por médicos, "una presión asistencial tremenda". En aquellos primeros años de una Transición incipiente eran "menos de la mitad de médicos y enfermeras de los que hay ahora y solo los especialistas podían solicitar una radiografía o un electrocardiograma".

Además del ambulatorio se crea la Clínica Reinosa, que en esa época "vino a suplir con creces, en cuanto a medios diagnósticos rápidos y asistencia médico quirúrgica, lo que casi era una presencia testimonial de la Seguridad Social en Campoo".

Desde aquella primera planta de un ambulatorio saturado, vivió con "miedo" los sucesos de 1987, pensando que "en cualquier momento podían traer un muerto o algún herido grave; parecía una guerra, con aquella humareda, el sonido de las sirenas por las calles de Reinosa...nos decíamos: a ver qué nos viene ahora". Y José Manuel, con el resto de profesionales sanitarios eran las únicas personas que intentaban regir aquel caos, separando solo unos metros de distancia a los vecinos de la comarca heridos de los guardias civiles. De aquella primavera, le queda un triste diagnóstico: "Gonzalo Ruiz no murió por un cáncer", sostiene José Manuel con conocimiento de causa.

Más tarde, llegaron "por fin" los centros de salud con una atención primaria más organizada. "Quizás, como consecuencia de la crisis industrial y social por la que pasó Reinosa en aquellos ochenta, nuestro Centro de Salud fue uno de los pioneros en Cantabria y en España. ¡Aquello ya era otra cosa! Cada cupo tenía un equipo de médico o médica y enfermera o enfermero, con consulta independiente. Dos pediatras, matrona, fisioterapeuta, asistencia social, auxiliares de enfermería, personal administrativo, celadores; ¡y nadie sobraba! ¡Aquello era la bomba!", recuerda con entusiasmo José Manuel, pero que mantiene una reivindicación: "teníamos un SUAP (Servicio de Urgencias de Atención Primaria) que luego nos le ‘birlaron' para llevarlo al hospital y hacer ver que empezaba a funcionar el nuevo hospital. Pero el SUAP era nuestro, de la Atención Primaria", recalca.

Defensor acérrimo de la Atención Primaria

José Manuel Martínez, testigo de la evolución de una buena parte de la historia de la asistencia sanitaria en Cantabria y en Campoo, es rotundo a la hora de defender la Atención Primaria, donde se encuentran "los legionarios de la Sanidad". En este sentido, incide en que "la asistencia sanitaria en el Servicio Cántabro de Salud corre a cargo de la Atención Primaria y de la Atención Hospitalaria, con sus respectivos servicios de urgencia; y en el caso del hospital con las consultas externas de especialidades". Además, considera que la AP constituye "el núcleo principal del sistema nacional de salud" y el nivel primario es "el más cercano al paciente, con una cobertura integral capaz de atender el 90 por ciento de los pacientes, de forma personalizada y familiar".

En este sentido, reflexiona sobre la actual situación y no duda en que "hay que mantener la excelencia de nuestros hospitales ¡cómo no! pero no puede ser que esto se haga a expensas de olvidar y dejar caer la Atención Primaria, porque entonces caerían los dos: la AP por ineficiencia e ineficacia y los hospitales por agotamiento derivado de la congestión asistencial, que llevaría también a la ineficacia".

La Salud, "una responsabilidad de todos"

José Manuel dice olvidar con mayor facilidad los aciertos que los errores. Aboga por la necesidad de disponer de más tiempo para hacer mejor el trabajo al que ha dedicado su vida y, con vocación humanista, prefiere dedicar un momento para conocer al paciente antes que a su problema médico.

Por otra parte, el galeno recuerda que la salud no está solamente en manos de las administraciones y apunta a más responsables. Empezando por las del individuo en cuanto a evitar hábitos nocivos como tabaco, alcohol, drogas o alimentación; sedentarismo, estrés, etc., que "son responsables de la mayor parte de las enfermedades crónicas e invalidantes que hoy padecemos", afirma quien ha sido presidente de la Federación Cántabra de Montaña durante 12 años y sigue siendo un miembro activo del Grupo de Montaña Pico Cordel, con los que ha compartido innumerables rutas y experiencias disfrutando de la naturaleza.

Al margén de su actividad profesional, también tuvo en escarceo en la vida política de la capital campurriana, fue concejal con el PSOE de Daniel Mediavilla durante una legislatura y, además de tener muy clara su postura respecto al funcionamiento correcto de la sanidad, también apela a la responsabilidad colectiva para una buena calidad de los vecinos a través de "un trabajo estable, una vivienda digna, residencias de ancianos suficientes y asequibles (mejora el anciano y mejora la situación laboral y psíquica del familiar) y respeto por medio ambiente".

José Manuel recibió el sábado 18 de enero la Pantortilla de Oro "con honor y agradecimiento" a una comarca que le acogió "con cariño" y a la que se siente "deudor". Una deuda mutua que plasmada en forma de dulce dorado en la solapa de su americana, viene a reconocer la trayectoria de una persona reservada y analítica, sabedora del valor de las palabras, que ha dedicado su vida al cuidado de los demás, y por cuyas manos han pasado miles de campurrianos que le siguen recordando con afecto como ‘El Médico de La Costana', un título que sabe mejor ganado por méritos propios que por una cuestión de linaje.