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Del tiempo y los días

Señas de Identidad: Torres vigías ¿defensivas?

En esta comarca de contrastes entre la niebla de la tarde y el sol de la mañana, entre el azul del cielo y del verde del agua del pantano, entre la piedra amarilla tallada y el sillarejo tosco y sombrío; en este espacio fronterizo, las torres se elevan y se clavan en la tierra de donde nacen y de donde siempre serán. Esos faros de aparejo irregular, esas torres y un castillo que eran el reclamo para el noble o hidalgo que venía de tierras lejanas con el polvo en las botas y la mirada perdida en su, a veces, extenso camino.

La Merindad de Campoo, un territorio extremo al sur de la Cordillera Cantábrica, es un lugar propicio para el recogimiento. El aislamiento de las torres, esas fortalezas del coraje y del poder, se inmoviliza en nuestras miradas neblinosas, en nuestros ojos llenos de historias alejadas de esa realidad palpable que ha atravesado siglos y que ahora se constituyen en atracción turística.

Los paseos por la historia, en esta comarca campurriana, van discurriendo de las iglesias románicas a las torres señoriales, que imperturbables en el lugar donde las erigieron permanecen quietas mientras alrededor todo cambia, esperando a ser redescubiertas. Faros en la montaña que alumbraron los siglos en los que las armas y la sangre se valoraban tanto como las palabras honor o linaje. Torres como las de Ruerrero, San Martín de Hoyos, La Costana, San Miguel de Aguayo, Cadalso o las de Reinosa, unidas por el tiempo y la necesidad, al igual que las dos del castillo de San Vicente en Argüeso, nos hablan de esas luchas donde la espada era la ley y el poder se representaba en piedra tallada. Ahora, sin su significado, más leyenda que historia, acicalado, el castillo vuelve a recuperar alguna de sus funciones, recreando aquellos lejanos días de teatro, juglares y malabaristas, poetas y cortesanos, que alrededor de la figura del señor, se divertían en épocas de solaz, huelga y paz.

La antigua Merindad de Campoo, nombre más sonoro que otros que se imponen ahora, es un vasto trozo de tierra entre la Cantabria aguas al mar, y la Cantabria / castellana de sierras y vegas. Campoo y sus secretos -que como ya sabemos se manifiestan en forma de colores, de aristas, de piedras y quietud- están esperando a que de nuevo se descubran y de su hallazgo surgirá el visitante que compondrá una nueva crónica que situará esta tierra alejada del mar, en el destino de los viajeros románticos que quieran, de nuevo, imaginar...

Sta. Teresa de Jesús, escribió metafóricamente sobre los castillos... "Pues si esto es, como lo es, no hay para qué nos cansar en querer comprender la hermosura de este castillo..."


*Daniel Guerra de Viana (Reinosa, 1969): Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Cantabria. En los años noventa codirigió la revista universitaria Catacumba. Su prolífica obra está recogida en numerosas publicaciones así como en periódicos. También ha sido editor y el coordinador de Cuadernos de Campoo entre los años 2000 y 2013, una publicación indispensable que durante más de 15 años compiló y dio a conocer la historia, la geografía, el arte, la etnografía, etc. de Reinosa y la comarca campurriana. Laboralmente fue el coordinador general de la revista "Guía Cantabria del ocio", editada por la revista "Usado Cantabria"; profesor en el colegio San José-Niño Jesús de Reinosa; o jefe de estudios de la Escuela Taller de Reinosa hasta 2002. Posteriormente imparte clase en diferentes IES de Cantabria, entre ellos el de Nuestra Señora de Montesclaros.*

VIVE CAMPOO NO SE HACE RESPONSABLE DE LAS OPINIONES DE SUS COLABORADORES, NI TIENE POR QUÉ COMPARTIRLAS NECESARIAMENTE. SIMPLEMENTE, EN ARAS DE LA PLURALIDAD, INTENTAMOS OFRECER DIFERENTES PUNTOS VISTA AL CONJUNTO DE LA SOCIEDAD CAMPURRIANA A TRAVÉS DE VOCES AUTÓNOMAS SOBRE TEMAS ACTUALES