La piedra en sus múltiples formas tiene el poder de evocación de los siglos y la sabiduría de los milenios. Una iglesia no existe sin la piedra, una casa no es nada sin la piedra, un camino no es nada sin ella.
Campoo tiene esos caminos recorridos por quimeras labradas por los siglos y piedras romanas y románicas que señalan rumbos fantásticos entre canecillos, metopas y capiteles, paseos por obras apócrifas que nos hablan en susurros (si aprendiéramos a escuchar) de la vida, la muerte, el amor y el sexo. Y ahora, a nuestros ojos postmodernos, de ARTE.
Nos acercamos a Cervatos. La colegiata es piedra, sillería románica del siglo XII. En su talla está el sudor de los canteros, el sueño de los maestros de obra, de los peones -y aún hoy, codificadas por nuestra ignorancia- están sus marcas, sus nombres, sus señales como una singular forma de pasar a la historia. Cervatos es fuerza telúrica, al igual que otras edificaciones diseminadas por Campoo, como la iglesia de Villacantid, lugar mágico y extraño cuya entrada es tan poco habitual...
Cuando se está frente a un templo medieval debemos observar con detenimiento, las esculturas. En ellas hay una música especial, alegre y antigua, alejada del tumulto de las discotecas y los bares: es el sonido de la soledad. En los relieves, las figuras parecen bailar al son de los tañedores de piedra, las contorsionistas se readaptan de forma imperceptible a los canecillos troncocónicos, y de nuevo la sorpresa de la existencia se manifiesta ofreciendo imágenes -sin el pudor de morales timoratas- de sexo, mientras otras nos miran con sus ojos quietos y nos permiten observar el secreto del nacimiento, y entre unas y otras, en todo su esplendor, seres anómalos, incomprensibles, incomprendidos, como los del siglo XXI.
La piedra románica, el sexo tallado en areniscas y calizas, el rompecabezas de la existencia, las respuestas ocultas que no permiten ver soluciones inmediatas. Todo eso, el novicio (visitante) que descubra y aprenda las normas impuestas por los maestres, podrá comprenderlo, y así, continuar admirando las siguientes iglesias, que como en un juego son parte del recorrido, al igual que el camino de Santiago. San Cipriano en Bolmir y sus bailarinas sirenas; San Juan Bautista en Villanueva de la Nía, donde una figura femenina ofrece su sexo en el interior del tempo, capitel asombroso y que deja confusos a todos, que se preguntan por qué ahí, qué sentido, aprendizaje o castigo representa. San Martín de Elines y su capitel de los amantes que amorosamente se unen, para ya en el interior mostrarnos las huellas de unos frescos, que pregonaban como era la verdadera historia medieval. San Martín de Sobrepenilla, San Marcos de Montecillo, Santa Lucía y San Andrés de Valdelomar, Santa María de las Henestrosas, pequeñas iglesias que nos van refiriendo otras escenas y situaciones, proponiendo otros "acertijos" que desentrañar hasta llegar a la resolución definitiva del enigma, a la respuesta universal.
La vida está perfilada como una metáfora en el Juego de la Oca y nosotros, en ocasiones, estamos hundidos en la casilla del pozo sin poder ver la luz que se extiende alrededor. La piedra nos habla de la vida y el sexo es nuestro destino natural y en Campoo se encuentra todo eso.
Desde la piedra callada, el sexo nos habla desde hace siglos... como escribió Antonio Casares: "vestigios de hermosura, bajo la interminable soledad de la piedra..."
*Daniel Guerra de Viana (Reinosa, 1969): Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Cantabria. En los años noventa codirigió la revista universitaria Catacumba. Su prolífica obra está recogida en numerosas publicaciones así como en periódicos. También ha sido editor y el coordinador de Cuadernos de Campoo entre los años 2000 y 2013, una publicación indispensable que durante más de 15 años compiló y dio a conocer la historia, la geografía, el arte, la etnografía, etc. de Reinosa y la comarca campurriana. Laboralmente fue el coordinador general de la revista "Guía Cantabria del ocio", editada por la revista "Usado Cantabria"; profesor en el colegio San José-Niño Jesús de Reinosa; o jefe de estudios de la Escuela Taller de Reinosa hasta 2002. Posteriormente imparte clase en diferentes IES de Cantabria, entre ellos el de Nuestra Señora de Montesclaros.*
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