¡Qué va! No es un río del Tercer Mundo, es nuestro río Híjar a escasos dos kilómetros de su nacimiento, tan joven y ya tan sucio y contaminado.
No pertenezco a ningún grupo ecologista, ni a ningún partido político, ni a ninguna junta vecinal, ni asociación en defensa de los peces... Ni nada de nada. Soy una ciudadana normal que ama la naturaleza y disfruta de ella todo lo que puede. Esta tarde subí a dar un paseo a Cirezos, lugar que frecuento a menudo por ser uno de los muchos rincones tan especiales que tenemos en nuestro querido Campoo. A medida que iba llegando al pozo, una gran tristeza se fue apoderando de lo que empezó siendo un paseo idílico. El río, nuestro Híjar, en otros tiempos de aguas puras, limpias, cristalinas y hasta alegres, ahora parecía llevar su caudal con apesadumbrada paciencia, demasiados obstáculos para fluir alegremente, ¡demasiada basura! De regreso pensé que lo tenís que contar. La indignación, como ocurre casi siempre, fue en aumento y entonces me pregunté algo tan sencillo como ¿es que aquellos que se benefician de nuestro ríos, me refiero a los que realmente sacan provecho de ellos: ayuntamientos, confederaciones hidrográficas... No tienen la obligación de cuidarlos y mantenerlos limpios? ¿o es que la tienen y no la cumplen? ¿o será que, como todo son impedimentos en torno a los ríos, ya no se puede ni retirar la basura que se acumula en ellos para que sus aguas sean cristalinas, limpias y alegres como eran antes?
Por ello, desde aquí, me dirijo a las autoridades de Campoo de Suso, a la Confederación Hidrográfica del Ebro o "a quién corresponda" (frase muy utilizada últimamente, pues con tanta burocracia uno ya no sabe a quién dirigirse) y les pregunto: ¿Será tan complicado limpiar los ríos? Sólo con una mirada al río Híjar sería suficiente para contestarla y hacer algo ya.