"Todo empezó aquel día que me dio por rebuscar en el desván de aquella casa. Recuerdo como subí los escalones con miedo a lo que podría encontrar allí, recuerdo el olor a viejo, a historias a valioso... No fue lo primero que encontré, antes tropecé con un montón de libros y trague el polvo que tenía una vieja gabardina, fue al retirar esta cuando la encontré, una pequeña caja de metal llena de fotos. Encontré una vieja mecedora y me senté a admirar aquellos recuerdos, intenté encontrar la relación entre las fotos, y pero no parecían guardar ninguna, era una mezcla de imágenes, personas, paisajes, animales, momentos..."
Esta es la historia que hila y da coherencia a la muestra ‘Más que arena, recuerdos', de José Antonio Castañeda, holandés de nacimiento pero afincado de Reinosa desde los 3 hasta los 30 años, y que reúne un total de 24 cuadros -con formato Polaroid- en los que la pintura es sustituida por la arena para dibujar los rostros, paisajes y escenas que ha ido guardando durante años en una carpeta y que ahora ven la luz.
Con 30 años, en 2004, comenzó su andadura en el mundo del arte, centrándose en la investigación, el aprendizaje y el perfeccionamiento de sus "cuadros de arena". Una técnica que como el apunta le permite desarrollar cualquier tema y al final le proporciona un resultado fiel a su idea de cómo tiene que ser la obra. De formación autodidacta, sus trabajos, como el autor reconoce "son producto de la observación, del interés por la experimentación y de la búsqueda personal de un lenguaje artístico".
En cuanto a la técnica, José Antonio Castañeda considera que más importante que el cómo se hace es el por qué se hace, y explica que le relaja crear estas imágenes "llamativas y que funcionan muy bien". Para ello, emplea arenas procedentes de todo el mundo: Las Palmas, México, Bali, Tailandia, Egipto, El Sardinero o una cantera de Vitoria, y asegura que el 90 por ciento de ellas son naturales. El otro porcentaje mínimo es una arena teñida a la que tiene que recurrir porque todavía no ha encontrado en la naturaleza una que tenga ese color pero sigue en su búsqueda. Él y sus amigos, que siempre que realizan algún viaje exótico se acuerdan de José Antonio y le traen de vuelta una arena nueva con la que pueda seguir experimentando.
La idea primigenia de ‘Más que arena, recuerdos', apunta el autor, surgió hace doce años cuando viajo a Lanzarote. Una vez visitado el Parque Nacional de Timanfaya observó en la tienda de souvenirs unos pequeños cuadros realizados con arena. El concepto le gustó y se trajo de vuelta a casa un bote con arena volcánica que recogió en la zona. La arena estuvo durante un año en una balda, hasta que el cumpleaños de una amiga le impulso a derramarla para hacer su primer cuadro como regalo. El resultado gustó mucho en su entorno más cercano y a ese detalle que tuvo le siguieron varios encargos más.
Ahora, con un buen números de encargos realizados, llega a La Casona de Reinosa para exponer hasta el 15 noviembre 24 obras de la temática más variada: retratos, miradas, ladridos, caricias, palacios, teatros, esperas, viajes o destinos. "Un sueño cumplido que cuanta más gente vea, mejor".