Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios. Si continua navegando, consideramos que acepta su uso.
Puede obtener más información, en nuestra Política de Cookies.

Economía | Cantabria

¿Qué está pasando con los salarios?

¿Qué está pasando con los salarios?

Marcos Fernández Gutiérrez, profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Cantabria

Los salarios representan alrededor de la mitad de la renta en un país como el nuestro y son, además, el principal medio de sustento de la gran mayoría de la población. Por ello, no es de extrañar que, en los últimos años de fuertes turbulencias económicas, nos estemos formulando con gran inquietud cuestiones como: ¿qué ha pasado con nuestros salarios? ¿Cuánto han disminuido realmente? ¿Qué ocurrirá con ellos en el futuro? ¿Cómo afecta todo esto a la economía? A estas preguntas trataré de dar una breve respuesta con este artículo.

Existen diversas fuentes de información para analizar los salarios en España. En este artículo utilizaré los datos de la Encuesta Trimestral de Coste Laboral del INE, por ofrecer simultáneamente dos ventajas: es una fuente de calidad y proporciona información bastante actualizada. Según esta fuente, el salario medio en los cuatro últimos trimestres con información disponible (del tercero de 2013 al segundo de 2014) ha sido, en Cantabria, de casi 1.708€ mensuales. En el conjunto de España ha sido de unos 1.883€ mensuales. En un hipotético ranking de CCAA por salarios, nuestra región ocuparía una posición intermedia, situándose en décimo lugar.

Si se toman los datos de hace tres años (los dos últimos trimestres de 2010 y los dos primeros de 2011, justo tras iniciarse las políticas de austeridad), se observa que el salario medio era, por entonces, de unos 1.730€ en Cantabria y de unos 1.882€ en el conjunto de España. En este sentido, la variación ha sido pequeña. Sin embargo, este dato es engañoso, dado que lo importante es el poder adquisitivo de los salarios: qué se puede comprar con los mismos, teniendo en cuenta que los precios tienden normalmente a subir. Considerando el aumento que han experimentado los precios en este periodo se obtiene que, en los tres últimos años, los salarios reales (esto es, el poder adquisitivo de los salarios) han disminuido un 7,2% en nuestra región y un 5,1% a nivel estatal. Habría que añadir que estos datos hacen referencia a aquéllos que han mantenido su empleo. Pero es que, además, en estos tres años casi el 6,3% de quienes tenían trabajo en Cantabria y el 7,9% en el conjunto de España ha perdido su empleo, también según datos del INE; desde 2008, la destrucción de empleo ronda el 13%. Sumando ambas cosas (por un lado, que hay menos personas con un empleo; y, por otro, que el poder adquisitivo de los que mantienen su empleo es menor), tenemos un panorama estadístico que refleja muy bien la tremenda dureza y duración de la crisis económica, de una magnitud que no conocía nuestro país desde la posguerra.

Y, ¿qué ha ocurrido en Campoo-Los Valles? Lamentablemente, no tenemos información estadística ni tan detallada ni tan actualizada al respecto. Un dato interesante para analizar el impacto de la crisis, aunque limitado a sus primeros años, es el rendimiento medio declarado en el IRPF (esto es, los ingresos anuales declarados a Hacienda por la población), que el Instituto Cántabro de Estadística (ICANE) ofrece hasta 2010. Los datos reflejan que, en los dos primeros años de la crisis, el impacto de la misma fue muy similar en nuestra comarca y en el conjunto de la región: el rendimiento declarado en el IRPF en Campoo-Los Valles cayó, en promedio, un 4,5% entre 2008 y 2010, mientras que en el total de Cantabria lo hizo un 4,3%. De acuerdo con esta evidencia, cabe tomar las cifras para el conjunto de nuestra región, descritas en párrafos anteriores, como representativas de lo que también ha ocurrido en nuestra comarca en estos últimos años.

Actualmente, han quedado de manifiesto las dificultades que ocasionan las políticas de austeridad para la recuperación de la economía. La crisis se ha alargado más de la cuenta, durante casi siete años. La disminución del poder adquisitivo de los salarios ha hecho caer el consumo de los hogares, lo que junto a la reducción del gasto público ha lastrado enormemente la demanda interna; en esta situación, la inversión empresarial tampoco se anima. Las esperanzas para la recuperación estaban puestas en la demanda externa, a través del incremento de las exportaciones, pero el frenazo de las principales economías europeas, que son también nuestros principales socios comerciales, dificulta la incipiente recuperación económica y del empleo. En este escenario, organizaciones internacionales como la OIT y la OCDE acaban de recomendar que los salarios vayan recuperando paulatinamente el poder adquisitivo perdido en los últimos años. Sería, en mi opinión, una buena política para favorecer la recuperación del consumo y la demanda interna. No obstante, como escenario más a largo plazo, hay que tener en cuenta también otro elemento fundamental de la economía, a la que en este artículo no he hecho referencia: los beneficios de las empresas, fundamentales para la inversión y, de esta forma, el crecimiento de la economía. Para que los beneficios de las empresas aumenten, es necesario que los salarios crezcan por debajo de la productividad (esto es, del valor de lo que produce, en promedio, un trabajador). Por tanto, un aumento equilibrado de los salarios de los trabajadores y de los beneficios empresariales requiere un incremento de la productividad. Esto, a medio y largo plazo, se consigue invirtiendo en innovación y tecnología y mediante una reorientación de la economía hacia actividades de mayor valor añadido, de tal forma que se dediquen los recursos productivos a hacer mejores cosas y a hacerlas mejor. Lograr esto, de manera compatible con la creación de empleo y la reducción de la desigualdad, fue el gran fracaso de la economía española en los años anteriores a la crisis y sigue siendo nuestro gran reto pendiente.

Marcos Fernández Gutiérrez es Profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Cantabria.