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Análisis

Por qué el Pantano del Ebro acumula menos agua que otros embalses

Por qué el Pantano del Ebro acumula menos agua que otros embalses

A finales de enero de este año publicaba la prensa "el misterioso caso de los embalses cántabros", haciendo esta pregunta: ¿por qué están a un 32% de ocupación mientras los de comunidades vecinas superan ampliamente el 80%? Está claro que la sequía que afecta a España desde hace meses no lo hace con todas las provincias por igual, destacando el déficit hidráulico del sur y el litoral mediterráneo (excepto la provincia de Tarragona, donde desemboca el Ebro). Pero sorprende que el % de ocupación de los pantanos de Cantabria sea, a 29 de enero, sólo del 32%, inferior incluso al % de otras provincias del sur peninsular, como Huelva, Sevilla y Badajoz. Estos datos, en concreto, pueden observarse en el MAPA 1, donde se detalla el % de agua embalsada sobre la capacidad de los principales pantanos de cada provincia, según la web www.embalses.net para el 29 de enero de 2024, fecha que he tomado de referencia en el presente análisis.

El Pantano del Ebro, con 541 hm3 de capacidad, constituye casi el 90% de la suma de la capacidad de todos los embalses de Cantabria, por lo que la baja cantidad de agua embalsada en nuestra región (32%) está determinada por la escasa ocupación del Pantano de Ebro (162 hm3, esto es, el 29,94%). Estas bajas reservas del Pantano del Ebro son ligeramente inferiores a las de hace un año, y habría que remontarse a los años 1990 y 1991 para encontrar un mes de enero con menos agua embalsada: 142 y 144 hm3, es decir, el 26% y 27%, respectivamente.

Pero, ¿qué explicación hay para que el Pantano del Ebro tenga una ocupación tan baja con respecto a embalses de otras provincias del entorno? Porque sucede que en Asturias y Burgos están al 83% de su capacidad, en Álava al 75%, en León al 60%, etc. Es cierto que la nieve es fundamental para la alimentación de los pantanos y que este invierno apenas ha nevado en Campoo - al menos al terminar enero - pero esa situación también se ha producido en otras cuencas, afectando así mismo a los embalses de las provincias antes citadas, aunque con un resultado en sus niveles mucho mejor que el del Pantano del Ebro. Se asume que el Pantano del Ebro presenta escasa ocupación debido a que, ante los indicadores de sequía y escasez de agua que se han producido en el resto de la cuenca, actúa como embalse estratégico utilizando un caudal de salida suficiente para garantizar la alimentación y suministro a otras comarcas de la red hídrica. Con tal fin, la Confederación Hidrográfica del Ebro cuantifica en 1,28 m3/s el caudal del río Ebro en Arroyo, a la salida del Pantano del Ebro, a fecha de 29 de enero. Sucede que el conjunto de los embalses de la cuenca del Ebro tiene una ocupación media del 64%, justo el doble que el % de ocupación del Pantano del Ebro.

Pero hay otra variable a considerar también como causa importante de un comportamiento tan desigual entre el % de ocupación del Pantano del Ebro y los demás: la evaporación del agua debida, sobre todo, a la exposición de la superficie de cada embalse con respecto a su capacidad. Recordamos que la evaporación es un proceso natural que ocurre cuando la lámina de agua que está en contacto con la atmósfera se convierte en vapor, con la consiguiente pérdida de masa líquida. La tasa de evaporación es la velocidad de evaporación de esa cantidad de líquido y así, por ejemplo, un determinado volumen de agua se evapora mucho más rápidamente si es derramado en un depósito con poca profundidad que si está contenido en un recipiente largo y estrecho, como una botella. En consecuencia, el tamaño y la extensión de un embalse afectan a la tasa de evaporación, de manera que una superficie mayor implica una mayor cantidad de agua expuesta a la atmósfera, mientras que un pantano con menor superficie y mayor profundidad tendrá una tasa de evaporación menor con respecto al volumen de agua. Pues bien, el Pantano del Ebro, con una capacidad de 541 hm3, ocupa la enorme superficie de 6.253 ha, con una profundidad máxima (en la presa) de sólo 34 m, de manera que cada hm3 inunda potencialmente una superficie de 6.253 / 541 = 11,56 ha, muy superior a la de cualquier otro embalse (que he considerado con más de 200 hm3 de capacidad). Por eso, por ejemplo, la reducción de un metro de altura sobre el nivel máximo del Pantano del Ebro supone la pérdida de una enorme masa de agua (62,53 hm3), lo que no ocurre en otros pantanos proporcionalmente más profundos. En la TABLA 1 se detallan las características del Pantano de Ebro y de otros de la zona norte (no demasiado lejanos) con más de 200 hm3, así como la relación correspondiente entre su superficie y su capacidad en ha/hm3.

En el GRÁFICO 1 se muestra la correspondencia entre el % de ocupación de los pantanos y su relación superficie / capacidad, con datos de la TABLA 1. Se observa, según lo explicado, la tendencia de que a medida que se reduce la extensión del embalse por cada hm3 de capacidad, aumenta el % de ocupación. Sin embargo, existe una cierta dispersión de los puntos del GRÁFICO 1 debido a que, en la tasa de evaporación, además de la superficie de la lámina de agua, inciden otros factores, como la temperatura, la humedad, la velocidad del viento o la radiación solar. Conviene recordar que la evaporación, aunque no es la única variable que interviene en la diferencia entre reservas hidráulicas de los embalses, sí puede tener una función determinante en los balances de su ocupación, representando una pérdida significativa del agua almacenada.

 Como he comentado, el Pantano del Ebro ocupa una amplia superficie en proporción con su volumen, característica que ya supuso un enorme perjuicio para nuestra comarca al inundar numerosas poblaciones, cuantiosos centros de trabajo y extensos terrenos fértiles. Actualmente, unas condiciones climáticas cada vez más secas tienen un doble efecto negativo sobre el Pantano del Ebro, ya que a la falta de precipitaciones sobre él y su cuenca se suma una mayor tasa de evaporación por la creciente incidencia térmica, y la tendencia es que la situación se vaya agudizando con el tiempo. Sería deseable que, sobre esta problemática y en un futuro no lejano, se desarrollen estudios y análisis en profundidad al respecto.

Nota: Mientras termino este trabajo, leo la noticia de que el pasado mes de enero ha sido el más cálido en España desde que hay registros.

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