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Actualidad | Reinosa

"Qué no puede andar, lo veremos, nosotros vamos a pensar que sí"

Entrevista a Itxaso Pérez, madre de Aimar e impulsora de una campaña de recogida de tapones para conseguir fondos para la recuperación de su hijo, un niño de tres años que sufrió un infarto cerebral al nacer

Borja fue el primer niño en Reinosa en demandar tapones de plástico para operarse, método al que también han recurrido Itxaso Pérez y Jorge Sánchez, padres de Aimar, un niño de tres años que durante el séptimo mes de gestación del embarazo sufrió un infarto cerebral, "es un pequeño gesto que va a suponer una gran ayuda", explica su madre. La pareja ha decidido llevar a cabo esta campaña, que se ha puesto en marcha el pasado 25 de octubre, para conseguir fondos para poder adquirir aparatos, como el andador o los dafos, unas células que recogen el pie hasta debajo de la rodilla para que no los tuerza.  "También para pagar terapias particulares, como la del Therasuit", apunta Itxaso, "sólo este tratamiento cuesta 2.000 euros".

Animados por sus amigos, la pareja contactó con una empresa de reciclaje palentina que les proporcionó un contenedor para almacenar el material conseguido, "que, con permiso del Ayuntamiento, hemos guardado en el Ferial". "Cuando se llena", declara, "les llamamos, vienen a recogerlo y nos pagan lo correspondiente". Además del lugar donde se crean las carrozas, los interesados pueden depositarlos en los colegios de toda la comarca, el bar La Campurriana, la Cooperativa de San Sebastián o la Cantina de Salces, "estamos alucinando con la respuesta de la gente", añade, "hemos recibido muestras de apoyo hasta en Aguilar de Campoo y Cervera de Pisuerga".

"Pensamos prolongarlo todo lo que se pueda y es que, ahora mismo no trabajo porque no puedo hacerlo", explica. Actualmente la profesión de Itxaso es de cuidadora no profesional de su hijo, por la que recibe una ayuda económica mínima, una situación que le perjudica porque no cotiza, "si yo me pusiera a trabajar tendría que comunicarlo y seguramente nos quitarían la ayuda".

Una iniciativa cuyo principal objetivo es conseguir que Aimar pueda, entre otras cosas, andar. Un niño que dentro de la tripa de su madre, exactamente en la semana 37, sufrió un infarto cerebral, "dejé de sentirlo y fui a la residencia, donde me tuvieron que hacer una cesaría de urgencia". Después de nacer les confirmaron que le había afectado a la movilidad y al lenguaje, "de momento no anda ni se mantiene sólo". "Pero este verano ha mejorado bastante a nivel comunicativo", resalta, "no mantiene una conversación pero dice muchas palabras, y entiende todo lo que le decimos". Por ello, lo primero que quieren hacer es empezar el tratamiento con el logopeda.

Una terapia que no corre a cargo de la Seguridad Social, como, en cierta medida, el fisioterapia, "a través de la SS hemos estado yendo al ambulatorio tres veces a la semana, pero en total era de un hora y media de rehabilitación cada siete días". Una realidad que les parece insuficiente, "creemos que las personas con una discapacidad motora deberían asistir, como mínimo, una hora y media al día". Lo que les ha obligado a acudir a consultas privadas porque, "nunca es suficiente", "con estos niños siempre hay que estar al día".  Para conseguirlo, también han probado la equinoterapia, un tratamiento con caballos. Una especie que, "al andar se mueve como las personas, por lo que el niño graba los movimientos del poni cuando galopa para después reproducirlos".

Una carencia de posibilidades que también encuentran en las piscinas de la capital campurriana, "no hay rehabilitación para niños, y menos de estas condiciones". "Aparte a Aimar le encanta el agua", por lo que son sus padres, sobre todo Jorge, quiénes le llevan para que la disfrute.

Reformas y cambios que también van a tener que hacer en su casa, "ahora vivimos en Matamorosa pero es imposible adaptar el piso", declara, "la silla no cabe en el ascensor". "Para primavera tenemos previsto mudarnos a un espacio más grande en el centro de Reinosa", explica.

Una localización que está más cerca del colegio Alto Ebro,  donde Aimar cursa primero de infantil junto a sus 22 compañeros, "la  única diferencia es que sale de clase para acudir al fisioterapia y al logopeda públicos", "un tratamiento que a partir de los tres años se traslada del centro médico a la escuela". También usa una silla adaptada para hacer los ejercicios, "los niños le arropan, le protegen y juegan con él".

"Nuestra ilusión sería que se pudiera valer por sí mismo, aunque tuviera que necesitar ayuda", relata Itxaso cuando habla del futuro de su hijo, un niño muy alegre y sociable al que le encanta cantar y que le canten. Un porvenir que no se plantean, "vamos día a día".  "Estamos ilusionados, lo primero que nos dijeron fue que no a iba a caminar ni a hablar, y ha empezado a decir palabras sueltas", resalta, "qué no puede andar, lo veremos, nosotros vamos a pensar que sí". Pero de lo que sí son conscientes es de la lentitud con la que se van a producir los avances, "en estos casos no te puedes poner fecha, ni puedes tener prisa".