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Cultura | Reinosa

Pretérito imperfecto

"El único deber que tenemos con la historia es reescribirla", Oscar Wilde

Historias de reyes y reinas, Carlos Fisas

La historia, en muchas ocasiones y entre determinados grupos, se percibe como una aburrida sucesión de batallas, guerras, tratados y listas interminables de nombres relacionados cronológicamente o de cualquier otra manera, que los estudiantes están obligados a aprender sin ninguna razón aparente, enterrando sus ojos en textos ásperos y aburridos, o encerrados en clases donde un profesor desgrana monótono sus conocimientos sobre muchachos adormecidos por la melopea interminable, sin embargo ha habido y hay historiadores solventes que han tratado de hacer de la historia una disciplina cercana y divertida, enfocando su mirada sobre las anécdotas y situaciones más sorprendentes, interesantes o curiosas, de manera que podamos conocer aquellos hechos del pasado que explican nuestro presente sin esfuerzo, de forma amena y consiguiendo que se despierte nuestra curiosidad y sintamos la necesidad de seguir indagando en nuestra historia.

Uno de estos historiadores fue Carlos Fisas, que en los años 80 y 90 del siglo anterior nos regaló una serie: Historias de la historia, que tuvo un gran éxito entre los lectores. Pero además de esta serie compuesta por varios libros que recogen multitud de sucesos y situaciones de los más diversos personajes y épocas, también publicó otros muchos textos sobre temas más concretos, como esta Historia de reyes y reinas, limitada a la monarquía de los Austrias, en la que rastreando en sus biografías entresaca esos detalles jugosos que nos hacen tan amena su lectura. Y así comprobamos que las vidas de estos reyes, los más poderosos del mundo, quizá por muchos envidiadas, eran una sucesión de despropósitos, manipulaciones y ambición, en las que ellos eran, en ocasiones, meros comparsas; o vemos como su carácter o sus traumas condicionaban su reinado.

También comprobamos la preocupación de la monarquía por perpetuarse y, por tanto, su obsesión por la descendencia y las intrigas y trampas de los monarcas de los demás países para conseguir colocar a uno de los suyos en la corte española, en aquel tiempo la más codiciada de Europa. Mención aparte merecen las barrabasadas de los médicos a sus nobles enfermos o la mezquindad y la falta de escrúpulos de los ávidos cortesanos que luchaban a brazo partido por hacerse un hueco en esa maraña de relaciones de poder e influencia.

HISTORIAS DE REYES Y REINAS
Carlos Fisas
Barcelona: Planeta, 1998

El sueño de Velázquez, Marta Rivera Ferner

La autora argentina Marta Rivera dedica esta obra a la figura de don Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, que anda cabizbajo y pesaroso porque tiene un gran problema: le resulta imposible retratar, como los reyes le han ordenado, a la infanta Margarita. Ésta, inquieta y juguetona, no está calmada ni un segundo, y así no hay forma de que el pintor de la Corte la pueda inmortalizar. Por fin, una estrategia inventada por Velázquez (y en la que intervienen los enanos Francisco y Mari Bárbola, así como las meninas María Agustina e Isabel) permite al artista realizar su obra disfrazándola de juego.

Como colofón, se invita a los chavales a que acudan al museo del Prado y contemplen allí el magnífico óleo resultante.
Velázquez (Sevilla, 1599-Madrid 1660) fue un pintor barroco considerado uno de los máximos exponentes de la pintura española y maestro de la pintura universal. Su catálogo consta de unos 120 ó 125 cuadros. El reconocimiento como pintor universal se produjo tardíamente, hacia 1850. Alcanzó su máxima fama entre 1880 y 1920. Fue un referente para los pintores impresionistas franceses. Manet se sintió maravillado con su obra y le calificó como «pintor de pintores» y «el más grande pintor que jamás ha existido». La parte fundamental de sus cuadros que integraban la colección real se conserva en el Museo del Prado en Madrid.

EL SUEÑO DE VELÁZQUEZ
Texto e ilustraciones: Marta Rivera Ferner
Brosquil, 2008
ISBN 978-84-9795-329-0
Para niños de hasta 6 años