Dicen las encuestas que los españoles consideramos a la clase política como el cuarto problema de este país después la pandemia, el paro y la corrupción. Esta afirmación que supone un revés extraordinario para los que creemos en la política, se nos viene encima como un tsunami desgarrador cuando se asiste al espectáculo grosero por la pugna de la Comunidad de Madrid.
Lo que debería ser una legítima batalla política se ha convertido en un teatro, en el vodevil de peor gusto. Unos y otros (dejando al margen al Sr. Gabilondo cuya cátedra y esmerada educación chirrían dentro de este ambiente) están siendo desgraciados protagonistas de un lamentable espectáculo en el que impera el caos, la vileza y los insultos gruesos al grito de -"a ver quién suelta la barbaridad más gorda"-. El resultado, como pasa en el peor teatro, es que el público se queda con la sensación de que le han estafado, lamenta haber pagado la entrada y abuchea.
Esa misma sensación tengo yo. Desde que la presidenta Ayuso convocó elecciones para afianzar su poder al calor de las encuestas, apostó por un slogan de conflicto, el más dañino para la izquierda y ofensivo para cualquier intelecto: "socialismo o libertad". Este enfrentamiento terminológico que es perverso en sí mismo, supuso el pistoletazo de salida de una carrera electoral que nace podrida por sus formas. Y yo reivindico la educación, el respeto al rival y las formas como pilares de la política.
Pero regresemos a la batalla. Absorto y herido en su alma progresista, no tardó en ponerse a la misma o peor altura el líder de Podemos que, ejerciendo de "salvapatrias", entró en la arena electoral profiriendo consignas contra el PP madrileño del calado de "delincuentes", "criminales", "reivindicadores de la dictadura" y "apólogos del terrorismo de Estado". Además de censurable es un craso error desde mi punto de vista. En este juego sucio de descalificaciones, la señora Ayuso saldrá ganando por su egocentrismo arrollador, por ser buena discípula de Esperanza Aguirre (también madre política de Santiago Abascal) y por estar asesorada por un tipo brillante y sin escrúpulos, como es su confesor personal Miguel Ángel Rodríguez, maestro como ninguno en el arte de embarrar la política mediática con los lodos más fétidos.
El caso es que las despiadadas críticas que hizo la Sra. Ayuso por convocarse hace dos mes las elecciones catalanas, ahora ya no importan. Quien se ha convertido en el azote díscolo del gobierno ha convocado las suyas en día laboral y ha puesto voluntariamente patas arriba el tablero electoral. No siente vergüenza ni propia ni ajena de ejercer la política en primera persona (como defensora declarada del Donald Trump), y ahora, por si fuera poco, ha fichado a Toni Cantó para echar la última palada de tierra en el foso de Ciudadanos. Un Toni Cantó, que como buen actor de vodevil de mal gusto, declaró públicamente hace tres semanas : "no pienso volver a la política ni en uno ni en dos años". Otro ejemplo de credibilidad y coherencia...
En fin, lo que está pasando en la Comunidad de Madrid no tiene nombre, o sí... Los madrileños sabrán.
(Norberto García Moreno es maestro y licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación. Desde 1992 a 1996 fue director del colegio Casimiro Sainz y ahora lo es del IES Montesclaros de Reinosa, donde imparte clases desde 1996).
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