Por desgracia, ya hemos tenido que enfrentarnos a noticias espeluznantes en las que nos cuentan cómo la imprudencia de unos padres dejando a un niño solo en el coche ha terminado en un gran susto o, peor aún, en una terrible desgracia.
Dejar a un niño o un bebé dentro de un coche es peligroso en cualquier época del año. Incluso en invierno o días más fríos, un coche cerrado puede acabar convirtiéndose en un horno, pero es en verano cuando el riesgo aumenta de forma exponencial.
No hay más que acordarse de esos momentos en los que abrimos la puerta del coche tras haber estado aparcado unos minutos al sol y recibimos un fogonazo de calor que nos obliga a ingeniárnoslas para disminuir la temperatura del interior del coche. Si la temperatura en el exterior es de 35 grados, el interior del coche puede alcanzar los 65 grados en únicamente 15 minutos. Imaginemos lo que puede suponer para un niño sufrir ese calor en su interior, cuando su temperatura corporal puede ascender a los 42 grados en los primeros treinta minutos.
Cuando la temperatura corporal del niño llega a este extremo, su deshidratación, la fatiga y ese aumento de temperatura provocan una hipertemia que puede provocar su muerte. Y esto no se evita dejando las ventanillas semiabiertas.
No debemos olvidar que bebés y niños no tienen la misma capacidad termorreguladora que los adultos. Su temperatura corporal asciende entre tres y cinco veces más rápidamente que la de los adultos, ya que sus reservas de agua son menores. Por ello, es tan fácil que puedan sufrir un golpe de calor cuando los padres iban a hacer un simple recado.
Desde Tres Mares Correduría de Seguros en Cantabria pedimos precaución. Hay grandes desgracias que podrían haberse evitado si hubiera existido el sentido común. La salud es lo más importante y debemos cuidar la de los que más queremos.
