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Opinión

Pandemias

Pandemias

El retrovisor. Ver lo de atrás mirando hacia adelante

Para las generaciones actuales que no han conocido grandes catástrofes, esta pandemia debida al Covid- 19 es lo más parecido a una situación de desastre generalizado como puede ser una guerra (salvando las evidentes distancias), una revolución, un cataclismo o cualquier fenómeno que lleve al límite la supervivencia de una sociedad. Nunca una pandemia acabó por sí sola con una civilización, pero sí contribuyó a su deterioro o precipitó su final. Las consecuencias de un fenómeno de esta naturaleza son fácilmente observables en el ámbito económico y personal, de tipo psicológico o sociológico, trastocando las formas de vida cotidianas. Hasta dónde puede llegar la capacidad destructiva y modificadora de este virus es una incógnita, pero el impacto será, con seguridad, profundo y duradero.

Sabemos con certeza qué causa la infección, cómo se puede reducir su virulencia, qué remedio en forma de vacuna permitirá derrotarlo. Esta es la gran diferencia respecto a pandemias de otras épocas históricas. Aunque no todo el mundo acepta la evidencia científica. Antivacunas recalcitrantes, conspiranoicos, negacionistas de esto y aquello, iluminados seguidores de un lider jactancioso... niegan con desfachatez que exista lo evidente o rechazan las medidas que imponen los gobiernos por innecesarias, improcedentes o liberticidas. No hay imagen más patética que la de una persona negacionista o contraria al uso de la mascarilla intubada, luchando por su vida en una UCI, tras infectarse por culpa del "inexistente bichito". Posiblemente seguirá pensando que todo es culpa de los chinos o de cualquier otra representación del mal. En esto no hay grandes diferencias con el comportamiento que muchos tuvieron en otros tiempos, cuando pestes terribles diezmaron poblaciones enteras: eran los judíos, por ejemplo, quienes envenenaban el agua de las fuentes o se buscaba en los propios pecados la causa de tal castigo divino. Siempre es importante para nuestra tranquilidad encontrar un culpable, aunque esto deje sin resolver los problemas o incluso los agrave.

Sida, ébola, gripe aviar, son ejemplos de epidemias recientes que no han llegado a tener el impacto global del actual coronavirus, aunque sea enorme el suyo. Antes de descubrirse las respectivas vacunas, el sarampión, la tuberculosis o la polio, por ejemplo, podían ser mortales o dejaban secuelas de por vida. Nuestra comarca fue durante décadas un lugar en el que la tuberculosis resultaba una enfermedad endémica. Fiebre amarilla, malaria, dengue, cólera, entre otras, son frecuentes hoy, pero más localizadas geográfica o temporalmente. Las fiebres de Malta (brucelosis) o el tifus estuvieron muy presentes hasta no hace tantos años en nuestra tierra, pero sin llegar al grado de pandemia.

Dos ejemplos históricos para ilustrar el impacto de estas epidemias en Campoo. La que muchos consideran como la peor pesadilla vivida en Europa, la peste bubónica del siglo XIV, conocida como peste negra, dejó un reguero de muertes y destrucción. El Becerro de las behetrías, registro mandado elaborar por el rey Pedro I de Castilla para determinar qué lugares con esta característica (podían elegir por señor a quien deseasen) había en su reino, cita a Cervatos como poblado por una sola persona. Su decadencia tuvo que ver muy probablemente con el efecto de la peste. Más recientemente, la mal llamada gripe española (recibió este nombre porque España fue el primer país en notificarla) causó entre 1918 y 1920 cerca de cincuenta millones de muertes en el mundo (el 3- 6% de la población), de ellas más de 200.000 (1% de la población) en España. Mi bisabuelo, padre de dieciocho hijos, enterró a tres de ellos por culpa de esta epidemia. Habrá muchas personas que ahora puedan contar dramas similares protagonizados por sus mayores, las víctimas más numerosas del Covid-19.

Hoy tenemos la esperanza de la vacuna. En el siglo XIV o incluso en 1918 aún confiaban en un milagro.

*(Joaquín Gutiérrez Osés, tras cursar estudios de Filosofía y Letras en la Universidad de Valladolid, fue profesor en la Escuela de Formación Profesional de Reinosa y en el IES Montesclaros hasta su jubilación. Ha formado parte del equipo de redacción de Cuadernos de Campoo en su segunda etapa. Actualmente es miembro de la Capilla Antiqua de Reinosa y presidente de la Asociación Cántabra de Música Antigua)*

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