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Sociedad | Reinosa

"No hay día que levante la persiana y no me acuerde de Campoo"

Fotos actuales de Piru en El Sardinero (Javo Díaz) y en el campo San Francisco.

El exfutbolista Antonio Ruiz Nieto ‘Piru’ recoge este sábado la Pantortilla de Oro 2019, en este reportaje repasamos su trayectoria profesional

Antonio Ruiz Nieto ‘Piru' debutó en Primera el 3 de septiembre de 1978 ante el FC Barcelona. No olvida la fecha, ni tampoco las palabras de su entrenador Nando Yosu: "niño, sal ahí y cómete el prao", y aunque perdieron 1-0 con un gol de penalti de Rexach, Piru siguió devorando el terreno de juego, "corriendo como un perro" y partiéndose el pecho en cada entrenamiento durante la década entera que estuvo en el Racing de Santander hasta empacharse de kilómetros en 1989.

Sus 49 encuentros en Copa del Rey, le sitúan por méritos propios como el jugador verdiblanco que más veces ha participado en esta competición en la historia del club y en liga acumuló la elevada cifra de 212 partidos. Fueron seis temporadas en primera que se alternaron con otras seis en segunda. Por el camino, dos ascensos y tres descensos, una docena de goles y miles de kilómetros recorridos desde el centro del campo, de derecha a izquierda, por el lateral y hasta de mediapunta. Un comodín entregado a sus compañeros al que solo le faltó jugar de portero y que en una ocasión le llegó a decir a un entrenador que si era necesario podía corría menos.

Con Juan Carlos, otro reinosano y prácticamente "un hermano", fueron de la mano durante su carrera deportiva y en el centro del campo de El Sardinero trazaron una línea imaginaria por la que si pasaba el balón no pasaba el jugador. "Piru, tu le hieres y yo le mato" o "sóplale en la oreja, ya verás cómo se pone", se decían en jerga futbolera para motivarse. Y así era, si un rival driblaba a Piru, Juan Carlos se encargaba de quitarle el balón o, en su defecto, acabar con el jugador en el suelo y viceversa. ""Estábamos para cortar y recuperar", de ahí, balones a Quique (Setíen) que era quién marcaba la diferencia y repartía juego".

Piru entrenaba como jugaba, se dejaba la piel, "cuando era profesional, si tenía que meter la cabeza por un muro lo hacía", asegura. Iba sin contemplaciones al suelo y saltaba con jugadores que le sacaban una cabeza, pero saltaba y bien alto. Se ponía el buzo pero le quedaba como un guante porque a pesar de tener encomendada una función destructiva del juego, tenía clase y nunca le sacaron una tarjeta roja en una época en la que se permitía más contacto y las piernas llegaban al pecho. Los que le han visto jugar confirman que era un futbolista rápido, buen pasador con visión de juego y gran sentido de la anticipación, que remataba bien de cabeza y que no se daba por vencido. De los listos que bajaban al barro. Un pulmón, ‘Pulmón Piru' como le definía un cronista deportivo de los ochenta.

Mucho antes de llegar al Racing, Piru se inició en el mundo del fútbol en el Rayo OJE de Bolmir con Sami, estuvo un año en Avilés por motivos laborales de su padre pero no tardó en regresar a Reinosa para jugar con los juveniles del CD Naval, entrenados por ‘El Nene' en el Westinghouse, y pocos años después dar el paso lógico al ‘navaluco' de la mano de Saro antes de que finalizará la campaña 73/74. Durante estos años, Piru se hizo futbolista en Tercera, una división con categoría que en los años setenta flirteaba con la profesionalidad. Ganaron títulos y alcanzaron las semifinales del Campeonato de España de Aficionados. Y Nando Yosu, que tenía relación con Saro y andaba por ahí, y por toda Cantabria, reclutó a Juan Carlos y a aquel chaval de la calle Eras que de niño se hinchó a saltar tapias por Santa Ana hasta Los Peños, para llevarles junto otra media docena de jóvenes de la región al Racing y dar un aire nuevo la plantilla. Fútbol de cantera que constituyó la columna vertebral del equipo santanderino durante más de una década.

Se enfrentó a Schuster e intentó parar a un tanque alemán como era Uli Stielike del Real Madrid, marcó al holandés Neskens, lucho contra ‘Tarzán' Migueli, vaciló con Víctor y Simonsen del Barsa y también desesperó a Moré del RCD Valladolid, que nada más reconocerle en el partido de vuelta, y ver que le volvía a marcar como en el encuentro de ida le espetó :"joe, otra vez tú". Mal augurio para el centrocampista rival que no tocó ni bola para el gozo del reinosano y que en ese partido además se salió con dos tantos.

Una prima de veinte duros y huevos con patatas en una marisquería

A Antonio Ruiz Nieto le llaman ‘Piru' por el mote que le puso el presidente del CD Naval José Manuel Pinto, que tenía costumbre de asociar a sus jugadores con futbolistas de primer nivel (Piru Gainza). Mejor dicho, Piru es Piru II porque el primero en llevar este apelativo fue su hermano mayor, José Manuel, que también jugó en el CD naval, al igual que su padre, Juanma.

Después de acabar la temporada 73/74 con los juveniles, José Antonio Saro, de quien guarda "un gran recuerdo" -al igual que de Sami y El Nene-, le convocó con el CD Naval porque aún restaban varias jornadas para la conclusión de la liga y le hizo debutar en el primer equipo. Ganaron el partido y un directivo del club campurriano le dijo "Piruco, pasa a cobrar la prima" y él, sorprendió, respondió ¡jo, yo también! y cogió la moneda de 100 pesetas y la llevó en su mano sin quitarla ojo hasta llegar a casa.

Aunque su etapa en el Naval fue relativamente breve, mantiene vivo en la memoria el buen ambiente y la amistad entre los compañeros de su pueblo. "Parecíamos profesionales y nos lo tomábamos en serio aunque éramos un poco gamberretes, pero en el buen sentido, en plan sano" comenta con humor. En aquellos años, en su transición de chaval a hombre entra en la Escuela de Aprendices de la Cenemesa. Se remite a las palabras de su padre: " si no quieres estudiar, a la fábrica, que es para toda la vida". Y en aquellos momentos, como reconoce quien a la postre sería futbolista de élite, un puesto de trabajo en las factorías campurrianas sí que era para toda la vida. Aun así, el futuro de Piru no pasa por trabajar en las fábricas de Reinosa y después de firmar una gran temporada (76/77), y acompañado, cómo no, de Juan Carlos realizan varias pruebas en equipos de primer nivel que contemplan sus posibles fichajes.

Así, viajan hasta Sevilla, porque en aquella época el Naval era filial del equipo del Nervión, para probar sus cualidades como futbolistas pero nunca se llegó a saber si estaban interesados o no porque ese mismo año la directiva del equipo de Reinosa decide cambiar su condición de filial del equipo andaluz por el Racing de Santander, en base a criterios de pertenencia y proximidad.

Antes de que Nando Yosu venga a buscarles a Reinosa, Piru tiene otro pretendiente, el Atlético Madrileño (el filial del Atlético de Madrid). Allí se presenta el campurriano con el presidente Pinto y el delegado Alberdi para probar suerte y, después de entrenar durante una semana, deciden ir a cenar con dos empresarios madrileños a un restaurante de postín de la capital frecuentado por rostros televisivos del momento. Allí surge una anécdota que refleja bastante bien el carácter de ‘Piruco': "entramos en una marisquería y nos ponen una langosta como un tiburón de grande y yo no sabía ni lo que era, entonces, como estaban pendientes de mí, me dicen Toñín, ¿te has quedado con hambre? y yo no pido nada más pero me insisten y digo que bueno... ¡qué me pongan dos huevos fritos! El camarero, ante mi respuesta, se queda sorprendido y con educación me dice que no tienen, entonces llaman al maitre y le dicen que traigan dos huevos fritos que si no, no pagan, y al final, desistiendo de continuar con las explicaciones en las que aseguraban que no era el tipo de cocina que elaboraban, me trajeron los dos huevos fritos que comí entre risas y tapado con una servilleta".

200.000 pesetas de ficha y más de una década "corriendo como perros"

Finalmente, el prometedor Piru ficha junto a Juan Carlos por el Racing de Santander en la campaña 1977/78. El contrato lo rubrican ambos jugadores en el hotel Vejo en presencia de José Manuel López Alonso y Nando Yosu. Según precisa Piru, pasará a recibir 200.000 pesetas por un año repartidas en meses, "que nadie se piense que éramos ricos, estaban el Madrid y el Barsa, pero muchos jugadores ganábamos un poco más que en cualquier otro trabajo". De hecho, cuando se instala en una residencia de Santander pagaba 10.000 pesetas al mes y prácticamente esos ingresos iban destinados a su manutención, era alguna "primilla" por ganar la que le permitía estar más deshaogado. Como Piru va en serio, decide cambiar el ambiente de la residencia por el de un hogar y se busca una ‘patrona', que desde aquel momento y durante toda su vida, pasa a ser una más de la familia.

Piru debuta oficialmente con el Racing en un partido de Copa del Rey ante el Ceuta, pero a pesar de formalizar el contrato, el club decide ceder a los dos jóvenes jugadores al Rayo Cantabria en octubre. Juan Carlos se queda en Santander porque estudia allí pero Piru les dice que "para jugar en Tercera me voy al equipo de mi pueblo". Así hace, vuelve una temporada más a Reinosa y firma una gran campaña con los campurrianos que le asegura su incorporación definitiva y la de Juan Carlos al Racing en la temporada 78/79.

Es entonces cuando debuta con 22 años en el Camp Nou ante el FC Barcelona de la mano de Nando Yosu, que le hace jugar la segunda parte. "Nando (Yosu) era especial, hacernos debutar sin importarle que fuera en el Nou Camp dice mucho de cómo era y de su valor. A él no se le llenaba la boca hablando de cantera, él lo hacía porque conocía muy bien el fútbol regional y a los chavales. De hecho, 20 de los 23 jugadores la plantilla éramos de casa. Nos exigía muchísimo, pero nos quería tanto como nos pedía".

En su primera temporada como racinguista juega 12 partidos, anota un tanto y empieza a dar muestras del jugador que es. Ese año descienden a Segunda división y el campurriano empieza a acumular partidos y experiencia. En la categoría de plata juega el primer año 26 partidos y en la temporada 80/81 se convierte en una pieza clave con 34 encuentros de titular, contribuyendo al ansiado ascenso a Primera (la camiseta que lleva en la foto es la del ascenso) en un partido ante el Levante. Durante estas campañas el entrenador es Manuel Fernández Mora que será sustituido por José María Maguregui en la 83/84, y que ya entrenó al Racing en la época de ‘Los bigotes'. Aquí permanecerá al frente del club hasta las 86/87.

Piru cae lesionado gravemente en la temporada 81/82 a falta de siete partidos para la conclusión de la liga en un encuentro en el que los cántabros tenían ya perdido pero "fruto del ímpetu" va al choque contra un rival que "sin intención" le provoca la lesión. El campurriano acaba la temporada renqueante pero en un entrenamiento, prácticamente finalizada la campaña, termina de lesionarse y sufre la temida ‘pentada', cinco lesiones en una, con rotura de ligamento cruzado.

Además del centrocampista reinosano también cae lesionado Quique Setíen, ambos pasan en blanco la 82/83, temporada que el club, con su ausencia, desciende a Segunda, y son enviados durante dos semanas a una clínica que tiene el FC Barcelona en el Camp Nou para tratar su lesión. En una moderna máquina que se compró en aquel momento para tratar a Schuster, consistente en un brazo hidráulico para facilitar el movimiento y aumentar la fuerza de las piernas, los cántabros van recuperando su condición óptima y Piru vuelve con energía en la 83/84. Tiene 27 años y en los 27 partidos que disputa anota 5 tantos (casi la mitad de los que consiguió en su carrera). El Racing logra nuevamente el ascenso a Primera y se mantienen en la categoría tres temporadas más.

Paradójicamente, después de una excelente campaña, en la 84/85 y 85/86, Piru cuenta algo menos para Maguregui, poco amigo de mimar el esférico y jugarla, "el balón cuanto más alto mejor, que baje con nieve", recuerda el reinosano que a pesar de no compartir ciertos planteamientos sobre el terreno de juego sí le tenía en buena consideración. Como el propio futbolista reconoce, ""seguía teniendo molestias después de la operación, me decían que si podía influir el estado psicológico pero yo tenía el dolor localizado, me daban tirones y nunca los había sentido antes". Aun así, Piru siguió corriendo y demostrando su entrega para jugar cada vez más minutos y despedir la temporada 86/87 con la mitad de encuentros como titular y anotar dos goles.

Este Racing ‘ascensor' pierde la categoría ese año, ‘Magu' abandona la dirección verdiblanca y entra en su lugar Delfín Álvarez que será sustituido a mitad de temporada por el austriaco Hermann Stessl. Piru no se quita el buzo, le dice al entrenador que si tiene que correr menos lo hace y es reconvertido en defensa lateral. Consolida ese año su titularidad y permanece en la filas racinguistas un año más en Segunda, hasta la 88/89. El entrenador pasa a ser José Armando Ufarte, cuyos entrenamientos eran "un auténtico suplicio". Piru, en su línea de respeto, considera que Ufarte "era un buen tío" pero desde su punto de vista la forma de entrenar "dejaba mucho que desear", por ejemplo con dos horas de lanzamientos a puerta sin parar.

El campurriano, que ya ha corrido todo lo que se puede correr sobre el campo empieza a mostrar síntomas de cansancio y decide dejar el fútbol. "Estaba de vuelta, peleas y sigues peleando pero con 34 años te dices: estoy sufriendo tontamente sin comerlo ni beberlo, partiéndome el pecho y entrenando como siempre lo he hecho".

Aun así, ‘Pulmón Piru' es tentado por la Gimnástica de Torrrelavega y acepta la propuesta de Agapito Moncalián para formar parte de un proyecto futbolístico diseñado para ascender a Segunda B. Y vaya si lo hicieron, quedan campeones, suben y logran batir el récord de anotación en una temporada con 98 tantos. Entonces, Piru se retira.

El refugio de la familia y el calor de la gente

Durante su etapa como futbolista Antonio Ruiz Nieto disfrutó mucho del ambiente que rodeaba al fútbol, los viajes, las ciudades los compañeros o los rivales. Tanto de su época navalista como de su etapa profesional. Cuando volvía a casa después de cuatro días se refugiaba en su familia y también disfrutaba con el calor de su gente. No echa de menos el fútbol pero sí aquello que conllevaba. Después de esa temporada en la Gimnástica prueba un año en el fútbol playa pero no lo convence: "niños, me voy que yo soy no de monte y prao no de playa". Teme por su rodilla y quiere hacer vida normal sin que la lesión le condicione y le genere artrosis.

Cuando abandona el fútbol comienza a trabajar como agente comercial de una empresa química y comparte profesión con un compañero de vestuario, el lateral Manolo Díaz. Desde entonces, las distancias que hacía sin parar por el campo las traslada al coche por toda Cantabria, sacando siempre un breve descanso para tomar un café con aquellos que le demandan y quieren recordar alguna jugada.

Piru, casado, con tres hijas y tres nietos, es una persona sencilla, afable, que saluda constantemente a todo el mundo y ha compartido siempre sus éxitos "sin dejar a nadie de lado". Su entrega en el campo se prolonga por la calle. Confiesa que sufre cuando no puede subir a Reinosa todo lo que le gustaría y asegura que no hay día en el que al levantar la persiana de su habitación no piense en Campoo. Todavía se pone colorado cuando un chaval de cuarenta años que trabaja en una gasolinera le dice que tiene una foto suya en la habitación y no sabe que otro navalista devoto de él guarda como una reliquia un par de botas de su etapa en Reinosa.

Se emociona con la emoción de los demás y sufre con el dolor ajeno. Piru ha sido un grande en el campo y lo sigue siendo fuera de él. Así se lo van a demostrar todos los amigos y la familia campurriana que este sábado se reunirá en el Hotel Chiqui para entregarle de manos de la Peña Campurriana de Santander la Pantortilla de Oro 2019, un reconocimiento que para él supone "un verdadero honor", sobre todo porque viene de parte mis sus paisanos, "no hemos quedado campeones de nada pero tengo un aliciente, el reconocimiento de la gente", afirma de corazón.