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Obituario

"Gracias por tu confianza, ilusión y empuje"

"Eduardo de Pablo Cantero se marchó haciendo lo que más le gustaba: Practicar deporte"

Cuando tienes 21 años y de repente alguien te dice: "La semana que viene corres un triatlón en Reinosa", lo primero que piensas es: ¿En Reinosa, en invierno ? ¿Y dónde nado? Y cuando te contesta: "No vas a nadar, vas a esquiar", es un triatlón blanco...

Y si aunque eres consciente de que no sabes esquiar, pero la persona que te lo está diciendo es Eduardo de Pablo Cantero, quien ha levantado a base de tesón y esfuerzo la marca Austral y la ha puesto en los arcos de meta del primer circuito de Triatlón en España, quien ha tenido la visión de crear el primer equipo de triatlón, quien ha creído en ti para formar parte de él, y le has visto día y noche buscarse la vida para darte lo mejor, el material más novedoso, facilidades para viajar y entrenar en un deporte que estaba aún en pañales... ¿Qué haces?...

Pues evidentemente ponerte por primera vez unos esquís en los pies y empezar a dar torpes pasos por los pasillos del Hotel Vejo, intentando mantener a duras penas el equilibrio, convencido de que si él lo decía... ¡Tenía que ser posible!

Eduardo era así, si se empeñaba en algo, lo hacía real. Se empeñó en llevar el triatlón a Reinosa, y aunque sólo unos cuantos locos habían oído hablar de esa modalidad en 1987, se las compuso para que participasen los mejores ciclistas del momento, Pello Ruiz Cabestany y Perico Delgado (el primero a la postre ganador de la I edición), y a pesar de los problemas meteorológicos que a punto estuvieron de suspender el evento, no solo sacó la prueba adelante sino que la colocó en la mayoría de los periódicos deportivos del momento.

El Triatlón se siguió celebrando y se consolidó, siendo actualmente la prueba más antigua de triatlón de invierno en España, (prueba que incluso ha sido Campeonato de Europa en 2015), él estaba tan convencido de lo que decía, que un servidor pasó de deslizarse a trompicones a colarse entre los cinco primeros dos años más tarde.

Trabajador como el que más, ilusionado y entregado a lo que hacía, era capaz de transmitir una confianza y una motivación que te llevaban a no plantearte si las cosas se podían hacer o no, si él lo decía es que estaba claro que saldrían.

Esa cabezonería, ese tesón y ese amor al deporte le han acompañado hasta el final. Años más tarde y estando yo ya apartado de las competiciones, pero no de este deporte he tenido el privilegio de seguir en contacto con él y me atrevo a decir que de seguir contando con su amistad. Se empeñó en seguir practicando su pasión, el ciclismo, a pesar de la enfermedad y nos convenció a todos de que el cáncer no le iba a vencer... Y así ha sido, se marchó haciendo lo que más le gustaba: Practicar deporte.

Muchas gracias Eduardo porque esa confianza, esa ilusión y ese empuje nos van a acompañar a todos los que tuvimos la gran suerte de conocerte.

Por José Juan Ayet