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Obituario

A Michel, "el Jaitoguer de sonrisa eterna"

A Michel,

Imagen facilitada por los amigos de Michel de uno de sus rincones favoritos, la pasarela del Puntal

El campurriano Miguel Ángel Liaño falleció el pasado 7 de junio a los 46 años de edad

Ese chico callado de la Avenida de la Naval, que tantas tardes compartió con sus amigos del barrio, y que tanto disfrutó entre libros y balones de fútbol con sus compañeros del Sanjo, forjando fuertes vínculos que marcaron su vida y su amor por ese pueblo al que asiduamente regresaba para recargar las pilas.

Ese fiel y discreto Jaitoguer de sonrisa amable, que disfrutó como ninguno de tantos años de carrozas enfundado en su jersey de la peña en los sucesivos San Mateos.

Ese leal campurriano que dejó su amada montaña para bajar a la capital, donde demostró su tesón y constancia durante duros años, en los que conoció a grandes amigos y en los que nunca faltó ese sutil humor y esa risa grave tan particular.

Ese recién licenciado que se estrenó en el departamento de Construcción, para después lanzarse a conquistar tierras vecinas, dejando prendados a guipuzcoanos y vizcaínos de su talante, paciencia y buen hacer. Fue un trabajador incansable, amable y discreto al que nunca le faltó una sonrisa y una mano tendida a sus compañeros, incluso en estos últimos duros y difíciles años de profesión.

Ese colegiado nº 18.753, el más noble y humilde de todos los "camineros" que existirá jamás. Pasaron por sus manos incontables proyectos para estudiar y preparar ofertas, y un revés de la vida le obligó a completar repentinamente el estudio de su proyecto más importante... su proyecto vital... y hasta eso lo supo hacer de forma reservada y con gran valentía.

Ese paciente y confidente amigo, leal y generoso compañero, buen hijo y excelente hermano.

Michel, te fuiste fiel a tus principios y valores, de forma discreta y silenciosa.

Cuidaste de tu familia, disfrutaste con tus amigos, y gozaste como nadie de tus pequeñas pasiones: tus paseos sobre dos ruedas, tus mediodías de Almacén, y tu añorado Mar Cantábrico, que te cautivó en tus años de universidad y al que tantas veces contemplaste desde Zarautz, Castro y Somo.

Ya no podremos verte llegar a lomos de tu caballo de dos ruedas o pasear por esa larga pasarela de madera del puntal... pero siempre nos quedará la ilusión de asomarnos a la ventana para contemplar esa estrella que brilla de forma especial sobre la Bahía,haciendo un guiño al mar y a su montaña.

Ahogadas las lágrimas por las palabras que nos quedaron por decir, los logros que nos quedaron por celebrar y los abrazos que nos quedaron por dar, aprenderemos a recordarte como tú nos enseñaste, de forma generosa, prudente y caballerosa, y siempre con una amable sonrisa. Estarás siempre presente en cada reunión de amigos, en cada evento familiar, en cada mano tendida en el trabajo, en cada risa en San Mateo, en cada uno de tus rincones campurrianos... y por supuesto, estarás siempre presente en lo más profundo de nuestro corazón.

Adiós Michel, nuestro elegante caballero... "nuestro Jaitoguer de sonrisa eterna".

Gracias por todo.