Con el verano ya en su ocaso, los verdes huertos de Valderredible han empezado a teñirse de colores más maduros, y desde finales de agosto ya se pueden recoger algunos de los frutos más esperados entre los aficionados a la horticultura: los tomates.
El fin de semana pasado, en el marco de las fiestas de la Virgen de la Velilla, se celebró una nueva edición del concurso que reconoce el ‘Mejor tomate valluco' de cada temporada, un galardón reciente promovido desde el Consistorio con la intención de poner en valor la dedicación de los pequeños hortelanos.
Este año, y ya van tres, el premio se lo ha llevado Saturio Blanco, vecino de San Andrés de Valdelomar, que apunta unas sencillas recomendaciones para conseguir un tomate óptimo: "no echarles ningún insecticida, regarlos cuando lo pidan siempre que haya hecho calor y, muy importante, una buena semilla", en su caso la variedad ‘Jack'.
El hortelano asegura que este año los ha plantado tarde, el 13 de junio coincidiendo con San Antonio, esa tradición tan arraigada en los pueblos de encomendarse al santoral para llevar a cabo con éxito distintas empresas agrícolas y, en su caso, han empezado a madurar a finales de agosto.
Como junio y julio han sido bastante lluviosos, apunta, este año apenas los ha regado, "no hay mejor agua que el de la lluvia", y calcula que por cada día de precipitaciones ha dejado pasar hasta tres o cuatro jornadas para volverlos a regar.
Ya en agosto, "que ha hecho muy bueno", el agua ha dejado paso al sol y el calor los ha hecho madurar. Aquí sí ha tenido que recurrir a la manguera con mayor frecuencia pero sin obsesionarse, como él dice, "cuando lo piden".
Por otra parte, el vecino de San Andrés opina que los tomates de un kilo son muy vistosos pero no son tan jugosos como los que recoge maduros, y que pueden pesar entre 200 y 300 gramos. "El tamaño, el normal", y reitera algo fundamental, "esto no es como en La Montaña, que los tienen que sulfatar, aquí sin insecticidas".