Antes de retomar esta noche la gira ‘5 Gatos' por los teatros de toda España, Rulo nos concede una entrevista en la que nos habla del flechazo que ha sentido con el público de México, de lo mucho que le ha gustado la bohemia de la capital azteca y de las bondades del país americano. Nos comenta sus planes a corto plazo: una vorágine de conciertos por España y también en Europa. Unos eléctricos, en los que hacen "rock and roll a piñón", y otros con la intimidad y la pausa de su propuesta acústica más teatral. Considera que el traje de embajador de Cantabria le queda grande, que él es "un tío que lleva la historia de su tierra fuera", pero que está muy contento por el afecto recibido.
No deja de darle vueltas a la cabeza sobre cómo va a ser cada espectáculo y tiene todo bien atado para los tres conciertos que va a dar este año en Cantabria, uno de ellos el que conmemora sus veinte años sobre los escenarios. Partidario de "no precipitar a las musas" asegura que en octubre va a parar. Vuelta a Sudamérica, coger aire, escribir y quién sabe si un nuevo disco en la primavera de 2015.
Rulo acaba de volver de México después de ofrecer tres conciertos acústicos en la capital, Metepec y Puebla, tres ciudades en las que ha recibido el "abrazo del público" y a las que ha prometido regresar dentro de unos meses. Cuando anunció su retorno a tierras aztecas entre canción y canción de un concierto ya tenía a dos promotores esperándole en la puerta del camerino hablando de pesos.
Había estado en dos ocasiones anteriores en el país (la primera con La Fuga y una segunda con La Contrabanda, ambas en el festival más importante del país, el Vive Latino) pero a la tercera ha ido la vencida. "Un subidón" de ocho días que le ha hecho plantearse irse allí a vivir un año si no fuese por su hija. De todas formas, comenta que "no pasa nada", lo hará cada seis meses con "saltos en avión".
Además de la experiencia de ver cómo el público coreaba todas sus canciones, apunta que ha sido "una gran experiencia vital". Le ha cautivado el barrio de La Roma. "En una ciudad de 20 millones de habitantes hay de todo: miseria, barrios bohemios y gente con mucha plata. Es un lugar en plena ebullición", opina.
Asimismo, lamenta la imagen que se tiene del país, "me da un poco de pena que de México solo llegue aquí lo malo, porque si es verdad que tiene un problema de violencia muy grande, pero tiene muchísimas bondades que aquí no llegan, y es porque los medios se centran sobre todo en las desgracias".
Se remite a noviembre para cruzar nuevamente el charco y anuncia que están cerrando bolos para actuar, además de en México, en Bogotá, Medellín y en Buenos Aires. De momento, tiene claro que uno de los conciertos será en el Lunario del Auditorio Nacional en México DF, pero esta vez en eléctrico. "Fuimos a echar un pulso en acústico al país y salió muy bien, y sé que México es el país donde vamos a estar de aquí a 10 años en muchas ocasiones. Es una corazonada, y yo soy de corazonadas", afirma.
La pausa íntima de una gira frenética.
Con Sudamérica aún en la cabeza, nada más llegar a España ya ha ofrecido otros tres conciertos en Arnedo (La Rioja), Aranda de Duero (Burgos) y Palencia, que se suman a los cuatro que dieron antes de subirse al avión y forman parte de los casi veinte que le llevarán por los distintos teatros toda España con ‘Cinco gatos' hasta mayo. Un formato más íntimo y cuidado, en el que a los asistentes se les entrega un programa de mano con la sesión que van a contemplar. Las canciones del díptico no están numeradas, él anticipa el contenido, pero no el modo en que se va a desarrollar, se reserva esa espontaneidad y naturalidad para que surjan las cosas, filosofía que tanto defiende.
"En acústico puedo coger a un niño de la mano del patio de butacas e invitarle a cantar conmigo, o también explicar a alguien por qué he compuesta una canción. Es otra pausa, en eléctrico hacemos rock and roll a piñón".
2014 es el año que se cumple su veinte aniversario como músico. Si durante los dos últimos años en Cantabria solo ha tocado una vez, en este lo hará hasta en tres ocasiones. Cada una diferente y con muchas sorpresas que no desvela. El primero de los conciertos será en el Palacio de Festivales de Cantabria en Santander, que en principio era el cierre de la gira acústica, pero la demanda -y su buena disposición- ha hecho que se hayan añadido, de momento, un par de bolos más.
El segundo será "la espina" que le quedó en el asedio al Castillo de Argüeso, velada en la que "el frío estaba invitado, pero la lluvia no", y desdibujo el resultado de la idea que había trabajado todo su equipo durante las semanas previas. En esta ocasión, será el primer fin de semana de julio y habrá "muchas más sorpresas" para una cita en ‘petit comité', entre ellas, la grabación de un DVD del concierto para resarcirse.
Y por último, ‘Rulo y sus amigos', una reunión para conmemorar sus veinte años en la música, pero que aún quedan muchos detalles por rematar.
De momento, este viernes Rulo y La Contrabanda han incendiado las Fallas de Valencia con un concierto eléctrico. Después del espectáculo, cambio de chip sin enchufe y rumbo a Zamora para ofrecer hoy dos pases seguidos, y luego a Madrid. "Un desastre, un caos", comenta con humor.
Está entusiasmado con el nuevo formato de la gira, le impresionan los palcos y guarda en su móvil fotos de los escenarios y de la cuidada escenografía que llevan en sus bolos. Aun así, advierte que no haría una gira de 40 conciertos en teatros. En esta ocasión, considera que veinte es una buena cifra, ya que los 11 que dieron con Corocotta Teatro le supo a poco.
Le gusta cambiar y recuerda que desde la época de La Fuga ya era un firme defensor de actuar en estos escenarios. "Algunos seguidores nos dicen que le gusta más como sonamos en eléctrico, pero hemos comprobado que también han venido a vernos en acústico. Estamos metiendo a nuestro público a los teatros, acostumbrándole a que somos una banda inquieta".
Confiesa que se metió en la música "para no tener una rutina en la vida". Lo suyo es "darle al coco" y crear constantemente un nuevo espectáculo que ofrecer.
El mismo loco de hace veinte años.
El próximo 9 de septiembre se cumplen 20 años de su inicio en el mundo de la música. Fue un concierto detrás de la iglesia San Sebastían de Reinosa. Tenía 14 años, el pelo rapado y formaba parte de Suizidio. Un nombre paradójico para una trayectoria que no ha hecho más que crecer.
"Con 14 años eres un radical, todo escrito con muchas kas y zetas", recuerda entre risas. "Veo el video de Suizidio y... vaya pintas, el pelo rapado, etc. ¡Qué morro!,no teníamos ni puñetera idea de tocar y nos subíamos al escenario. Pero por otro lardo, aunque me ruborizo, pienso que no he cambiado tanto. Como dice la canción ‘El mejor veneno' (20 años después casi nada cambió), y en el fondo es verdad, en mi vida han pasado muchísimas cosas y al final sigo siendo el mismo loco al que le gusta cantar".
Se reafirma, "es reconfortante ver que sigo en esta historia que tenía tan clara, obviamente cambias en muchos aspectos, no soy en el mismo de un disco a otro, no solo en lo profesional, también en lo personal. Es inevitable, eres un cúmulo de tus aciertos y tus desaciertos".
Con la planificación para todo el año organizada, en la medida de lo posible, asegura que en otoño va a parar, y por lo menos durante un año no va a ir de gira. Mientras tanto, tiene un anecdotario pendiente, un libro novelado de sus experiencias. "Una radiografía del mundo de la música mezclada con anécdotas". Y si las musas le son propicias, no descarta meterse en la primavera de 2015 en un estudio a grabar.
De momento, además de la gira ‘5 Gatos', tiene un verano eléctrico en el que tocará en Extremúsika -que le hace especial ilusión volver al festival de Cáceres-, Guijuelo, Portugalete, Alicante a las hogueras de San Juan o la fiesta de Romanos y Cartagineses en Cartagena. Más de 40 bolos para un año de cierre de gira de disco.
Diplomático con guitarra.
En cuanto a su labor como ‘Embajador de Cantabria', confiesa que le caído "un buen vacile" que todavía está pagando entre sus amigos. Considera que "es un traje que me queda muy grande", pero siendo sincero, reconoce que le ha hecho mucha ilusión porque en realidad siempre ha hecho patria de su tierra donde ha ido.
"Cuando me lo propusieron me dije: ¡sí es que es verdad!, siempre he estado vinculado a Cantabria. Es una forma de formalizar algo que ya es. Estoy muy feliz porque Cantabria y Reinosa me quieren mucho y si además se ve refrendado a nivel institucional, mejor que mejor. Siempre me he declarado apolítico y soy el primero que se queja con la subida del IVA, pero ahora tengo que decir que se ha apoyado. En vez de despotricar sobre ello, yo digo: que lo mediten un pelín. Confío en que el IVA vuelva a su lugar, es el más caro de Europa. Los conciertos se escapan de España. ¿Cómo va a venir Aerosmith aquí si en París le cobran un ciento por ciento de IVA. Los grupos saltan, hacen Nueva York, París y Londres... nos estamos aislando culturalmente también".
Rulo se muestra claro, "no me ha comprado nadie, el rollo de embajador es un rollo de Cantabria. Soy un tío que lleva la historia de su tierra fuera. La palabra queda como muy grande, no me considero embajador, pero en cierta manera las canciones siempre hablan de Cantabria".
Considera que es "mucha responsabilidad" pero está encantado. "Yo vivo de mi público, no de ningún tipo de subvención. Es algo recíproco, nos ayudan en la gira americana y nosotros publicitamos nuestra tierra por los teatros de aquí".
Por otra parte, cree que la publicidad más efectiva es la de las canciones. "He ido a Ourense, la ciudad de Los Suaves, y me gustaba pasear las calles de las que hablaban en sus canciones; ir por Madrid y saber de cierta calle que me ha dicho Sabina; o estar en Buenos Aires y sacarme una foto en el Palacio de las Flores al que canta Calamaro. Las canciones son lo que calan en todos nosotros, que somos público".
Precisa que el convenio firmado con el Gobierno de Cantabria surgió de una manera "muy natural, hemos ido añadiendo cosas a medida que se nos ocurrían y lo han recibido muy bien. Las cosas tienen que salir siempre bien para las dos partes, a parte por honestidad. Sinceramente, me hizo mucha ilusión. Que te quiera el pueblo es lo más grande, pero también gusta tener respaldo institucional".
Naturalidad e imperfección trabajada.
Cambia de tema y hace hincapié en la importancia de la naturalidad del directo. "No vendemos técnica, sino canciones. Me interesa que suene bien, hay que exigir un mínimo de calidad, pero me descojono cuando metemos algunas gamba. Me gusta ese punto de imperfección. Hay que ensayar para que sea perfecto, y luego, que el día del concierto afortunadamente no lo sea".
Por último, opina sobre los motivos que llevan a la gente a acudir a verle en esta gira, que prácticamente cuelga el cartel de no hay entradas en todas los espectáculos. "La genta va a un concierto porque de lunes a viernes, sobre todo ahora, los días son cuesta arriba y jodidos, y es una forma de desestresarse. Al final, pagas por una entrada para que durante dos horas la vida parezca más amable. Igual que el cantante también canta por ese motivo. Un concierto puede servirte de evasión y ser divertido, pero si le sumas emoción, es increíble. Yo viviría eternamente en un escenario, -se pone en plan Faulkner-, entre el escenario y el sexo, elijo el escenario".