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Sociedad | Reinosa

Mario San Miguel, el alquimista de la felicidad

El polifacético artista presentó en La Casona de Reinosa su libro 'La Fabulosa Fórmula de la Felicidad'

Mario San Miguel ha estado en La Casona de Reinosa sin su 'Ejército del Amor' porque ha venido a reclutar nuevos soldados. En esta ocasión, ha traido su guitarra viajera, su desparpajo, y un montón de frases filosóficas y juegos de palabras que acaba de plasmar en un nuevo libro, 'La Fabulosa Fórmula de la Felicidad'.

De la mano de la asociación Sivana, el polifacético artista ha expuesto con su personal estilo sus ideas para alcanzar la felicidad y combatir la crisis, la que a él le ocupa, la espiritual. Los asistentes han estado aplicados en la asignatura y, aunque el reto de ser felices "en el juego de la vida" es un duro trabajo que cada uno tiene que afrontar, durante el instante de ayer todos tuvieron su happy hour con Mario. Eso sí, "tenemos currito por delante, pero va a ser divertido", advirtió.

Ante una audiencia muy receptiva y participativa; dando vueltas en círculos por la estancia y envolviendo a los oyentes; con un tono distendido, jugando constantemente con las palabras y citando a Platón, Dalai Lama, San Franscisco o Shiva, explicó la fórmula de la felicidad: "Fluir fácil por la forma, fondear fuerte por el fondo". Tres efes por frase que interactúan para alcanzar la ansiada felicidad.

"¿Qué es la vida más que fluir?" se planteaba, "habrá momentos en los que te pasará lo que quieres y otros en los que no será así. Para esos momentos: cintura". En cuanto a la inmersión por el fondo, explicó que se trata de "encontrar ese espacio de paz donde me encuentro bien, ese espacio que ha estado, está y siempre estará ahí. Ese espacio dentro de ti donde está la verdad".

La base empírica la sentó con 'Los seis puntos de la Vida Feliz': Amor, "el amor es transitivo, es lo más bestia que hay en el mundo y es el fin de todas las distancias. Además, es lo único en el mundo que cuanto más das, más tienes"; segundo, la Conciencia, "hay que poner atención"; tercero, Gratitud, "ser agradecido por lo recibido. El hecho de haberlo vivido hay que expresarlo"; cuarto, Presencia, la importancia del "aquí y ahora"; quinto, la Aceptación, "el ego no hay que matarlo, hay que trascenderlo"; y sexto y último punto, la Paz, porque "el ser en acción es amor y cuando está sereno es paz".

El "bufón" -como el mismo se definió- hizo varias distinciones durante su intervención. Opinó que las emociones son útiles e inútiles, pero no buenas o malas; apuntó que hay que "ser con lo que es, no contra lo que es"; y matizó que "la vida es sí y no y la razón es sí o no". Apeló a la humildad, "soy uno en la vida, no soy la vida", cambió vocales por consonantes que le sirvieron para marcar la diferencia entre "estar alineado o alienado".

Comentó lo necesario que es coger distancia y altura de miras, "hay que saber pararse y mirar a nuestro alrededor, ¡qué rápido perdemos la atención en esta sociedad con tantos estímulos!". En ocasiones se puso cinéfilo y aseguro que "depende de lo que me crea esta película, voy a salir de una forma u otra"; en otras melómano, "la orquesta de la vida te da otra oportunidad y tu eliges el baile"; e incluso mesiánico: "atención con intención es salvación".

Se lamentó porque "vivir sin creer es solo existir, y la calle está llena de muertos vivientes". Distinguió entre aquellos aspectos con los que la gente se identifica: quienes lo hacen con lo que tienen (un coche), con lo que hacen (un político) y con quien estamos (dependencia).

Habló de reciprocidad, "cuando te dicen te quiero, hay que decir te quiero, ¿qué es eso de 'yo también'? nos gusta oirlo"; de la importancia de la cultura del trabajo, "por cada esfuerzo disciplinado hay una recompensa multiplicada"; y de fortuna, "el hecho de estar aquí ya es una buena señal".

Sartre estaba implicito: "Eres maravillosamente responsable de lo que eliges y puedes vivir la maravillosa aventura de construirte. Tienes la posibilidad de recrearte". También anduvo con Machado, "si hay intención hay camino". Y la última cita se la guardó para un conocido suyo: "majo, el tajo está aquí abajo".

Al término de la intensa charla emocional se despidió con toda una declaración de intenciones a la guitarra:"podemos ganar el amor, vamos a ganar el amor". Después de los coros y las palmas, el público, a petición de Mario San Miguel, pero sin necesidad de insistir mucho, se fundió en un cálido abrazo y se fueron felices.