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Los otros campurrianos | Campoo

De malos y malezas

De malos y malezas

Mosaicos forestales susceptibles de quemas.

Sección semanal sobre la fauna y la flora autóctona

Hoy al encender el ordenador he intentado escribir algo acerca de la biodiversidad de nuestra comarca pero me ha sido imposible olvidar lo que he visto al bajar a Santander por la autovía la noche pasada.

Surgían barbas rojas entre los árboles, al principio llamas pequeñas y saltarinas, para poco a poco convertirse en lenguas de fuego que engullían una ladera entera de monte. Aprovechando el anticiclón reinante, al amparo de la noche y con alevosía.

Está claro, no hay que mirar para otro lado, el objetivo de estos señores (por llamarlos de alguna manera) es acabar con el patrimonio del que disfrutamos todos. La premisa inicial es típica, más bien parece una estrofa aprendida: "...voy a quemar unas bardas de la linde..." pero curiosamente acaban quemando toda la ladera.

Estas "quemas tradicionales" antes se realizaban en los pastos cercanos al pueblo, pero hoy en día con la facilidad de acceso de pistas y todoterrenos, cualquier rodal es bueno para la combustión.

Queman "maleza" que no es más que una de las etapas sucesionales de lo que hubiese sido un bosque. Con este pretexto se cree que se mejoran los pastos; falso, pues con estas quemas se elimina la vegetación y con ello los nutrientes que enriquecerían los pastos, así las plantas que nazcan tras la quema serán poco nutritivas y los animales necesitarán de mayor cantidad de vegetación para cubrir sus necesidades alimenticias y habrá que crear más prados, con lo que sigue la cadena del fuego.

La sección habla de biodiversidad pero con el fuego esta biodiversidad se traduce en nada, o lo que es aún peor, puede acabar con laderas enteras erosionadas si las lluvias de primavera son fuertes y al no encontrarse la tierra sujeta por la vegetación, es arrastrada. Esta erosión es irreversible para ecosistemas frágiles como lo son los de la Cordillera.

Aparte de los factores ambientales están los factores económicos y sociales, ¿Quién pone precio a lo quemado? ¿Quién tiene derecho a privar a los demás de los paisajes? ¿Hasta cuándo se va a tolerar esta situación?
La solución es compleja pero pasa por la educación seguramente y por el endurecimiento de las penas. Desde aquí, con esta columna, pongo mi granito de arena para que todos conozcamos qué habitantes pueblan nuestro entorno y quizás así sea más valorado y defendido frente a este tipo de agresiones.

Va dedicado a todos aquellos que se ponen delante del fuego cada día para evitar que nuestro legado natural pase a ser historia.