Hoy, que retomamos este espacio, queremos rendir homenaje y recomendar a un escritor que se ha muerto hace muy poco, cuando aún esperábamos mucho de él. Henning Mankell, ha sido el autor que renovó el género policial en Suecia y cuya influencia se extendió después por toda Europa, situando a su investigador, Wallander, a la cabeza de los más conocidos y admirados personajes de la literatura criminal de nuestro tiempo. También, aunque tenía algunos antecedentes como Maigret, su creación transformó la imagen de los detectives de ese mundo ficticio -y sin embargo tan real- en el que se desarrollan las historias. Hasta entonces los inspectores, detectives e investigadores eran hombres muy inteligentes que muchas veces elaboraban sus sorprendentes teorías con pasmosa facilidad, sin apenas implicarse físicamente en el crimen que debían resolver, o contando con muy escasas y crípticas pistas que, sin embargo, les permitían descubrir al siempre astuto asesino; o bien, eran los clásicos hombres duros que arrancaban confesiones a los sospechosos utilizando métodos violentos y expeditivos, y su éxito se basaba en una combinación de fuerza e inteligencia instintiva, consecuencia del conocimiento del medio criminal -los bajos fondos, el hampa- ese submundo terrible donde se movían, como sombras, los delincuentes habituales. Con Wallander todos estos estereotipos cambiaron y lo que nos trasmiten sus gestos, su proceso de investigación, su manera de actuar, es una sensación de cercanía, de que ese hombre corriente, apesadumbrado, con problemas personales, con una vida como tantas es, o podría ser, nuestro vecino, no un héroe distante sino un hombre normal, inteligente y capaz, pero ni excesivamente brillante ni excesivamente motivado. Y por otra parte, su mundo, el espacio tanto físico como moral en el que bucea para descubrir pruebas y delitos, es la sociedad sueca, civilizada y un punto decadente, en la que se perciben una larvada corrupción y las grietas de un sistema al que suponíamos perfecto.
Desde un ya lejano 1991, año en el que se publicó la primera novela de este inspector de policía de la ciudad de Ystad (en el sur de Suecia), hasta ahora, su influencia ha impregnado a muchos de los protagonistas de las innumerables series de novela negra que devoramos los aficionados a este género -tan de moda en la actualidad- y por supuesto, ha aupado a los escritores nórdicos especializados en él hasta la cima de la fama internacional, de manera que ahora mismo se valora y reconoce la literatura escandinava por sus truculentas tramas policiales. Pero, curiosamente, los títulos más conocidos de la novela sueca actual, aquellos que revolucionaron las librerías y bibliotecas hace unos años, pertenecen a una serie de mucha menor calidad, y más moderna, que la protagonizada por nuestro apreciado Kurt Wallander y, por supuesto, su autor es mucho menos brillante que Henning Mankell, al que debemos gratos y largos ratos de entretenimiento enfrascados en sus argumentos interesantes, actuales y humanos.