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Opinión

Made-in-Campoo

Made-in-Campoo

Merecemos valorar mejor "lo nuestro" y celebrar que la calidad del talento local es extraordinaria

Hay un filme clásico del director americano John Ford, llamado "Qué verde era mi valle". Podría haber servido de título para este texto. A casi todo el mundo, el lugar en el que ha nacido le parece el mejor lugar del mundo porque, mirando en retrospectiva, casi siempre miramos hacia atrás, a los años de infancia y adolescencia, con dulce añoranza y nostalgia.

Pero no van de amor a la tierra estas líneas. Lo que pretendo aquí es intentar objetivizar por qué nuestra comarca es un sitio especial. Esta es mi tesis: Campoo-Los Valles no es un sitio cualquiera y la calidad "Made-in-Campoo" es extraordinaria (en el sentido literal de la palabra: fuera de lo ordinario).

Voy a apuntalar mi tesis en tres constataciones inconexas, realmente curiosas, paradigmáticas y no poco esotéricas (en cuanto a que no acaba aclararse bien la explicación de todas ellas) que ilustran cómo en el valle de Campoo se dan una serie de condicionantes ambientales fuera de lo común.

Empecemos por nuestra empresa-insignia: La Naval (o, ahora, bienllamada Reinosa Forgins & Castings). Yo no soy ingeniero ni experto en la materia, pero llevo toda la vida oyendo que, si la fábrica sigue funcionando ahí, en la Vega junto al río Izarilla, es por dos razones fundamentales: por el empeño de su plantilla en poner en valor su trabajo manteniendo ese "motor económico" de la región...y, también, por las muy especiales características de la colada que se logra fabricar en Reinosa. Se han aventurado razones variopintas...la altitud a la que se encuentra Reinosa, la humedad, las bajas temperaturas que se alcanzan en invierno, o el buen hacer de los que trabajan en nuestra fábrica.

Desconozco cual de esos factores es el que, singularmente, mejor explica la calidad del acero campurriano pero hay datos que hablan por sí solos: tras las olas de más de 7 metros que generó el huracán Katrina que asoló el estado de Luisiana y Nueva Orleans en 2005, las plataformas petrolíferas del Golfo de Méjico que salieron mejor paradas tras el azote del huracán fueron aquellas ancladas con cadenas fabricadas con acero reinosano.

Gracias a la especial calidad del acero campurriano (y, supongo, a otras muchas cosas), en pleno siglo XXI, el valle sigue latiendo con los "martillazos" de nuestra gran forja, como lleva haciéndolo desde hace más de 100 años.

Si esto es un mito, una leyenda urbana o un dato real, lo desconozco, pero aquí va otro ejemplo en línea con la historia anterior: desde la fusión de la marca Cuétara con SOS en el año 2001, han sido varios los intentos del nuevo accionariado (Nutrexpa, Adam Foods, etc.) por llevarse la fabricación de uno de sus productos estrella (las galletas "Campurrianas") a otra de sus plantas (en Villarejo de Salvanés, Madrid). Para garantizar la estabilidad de la calidad de las galletas, en los estudios previos a derivar la producción a otra planta, se intentaron reproducir las características de la galleta "Campurriana" 100% campurriana (es decir, la que se hace en Reinosa) en Madrid. Sin éxito.

Las características organolépticas, el sabor, el punto crujiente que caracteriza a la famosa galleta...no eran las mismas. "Same, same, but different", que dicen en Tailandia. O sea, "similar, pero no igual". Al parecer, se llevaron a cabo sucesivos experimentos que intentaron reproducir todo el proceso de fabricación de la galleta "Campurriana" fuera de Reinosa: se empleó el mismo tipo de harina que la utilizada en Campoo, se envió a Madrid la propia línea de horneado de la fábrica de Reinosa...e, incluso, ¡se llegaron a transportar a Madrid miles de litros de agua campurriana!

Nada. Fracaso total. No hubo manera de replicar la galleta. La "campurriana" no se quería desenraizar. Inexplicable. Y, así, la galleta "Campurriana" de la marca Cuétara sigue haciendo honor al lugar que la bautiza y se sigue fabricando allí donde nació: en Reinosa.

Pues bien, al hilo de estas cuestiones "inexplicables", hay otra particularidad de nuestra comarca, que llama mucho la atención de propios y ajenos, en toda Cantabria y allende nuestras fronteras...otro rasgo que habla del valor "Made-in-Campoo".

Decía mi abuelo que, aquí, en nuestra comarca: "o te das a la bebida, o te das al deporte y tus aficiones o te das a trabajar...porque no hay mucho más que hacer". Y tal vez sea eso lo que explica que tengamos tantos bares y que, de Campoo, hayan salido tantos deportistas y creadores. Especialmente llamativo es el número de estos últimos. Sin ánimo de inventariar aquí a todos ellos, la verdad es que la nómina de artistas, músicos, escritores, pintores, fotógrafos, escultores, poetas y, en fin, gente que, de modo profesional o aficionado, dedica tiempo a actividades creativas, es sorprendentemente numerosa.

Pido disculpas, por anticipado, a todos aquellos de los que no he sido capaz de acordarme (en mi defensa, puedo decir que escribo estas líneas desde China "tirando de memoria"...) Aquí va una lista somera de algunos de los que hoy están vivos y coleando:

Entre los que escriben tenemos varios periodistas, como Adrián Alonso - alma máter de este vocero comarcal que es ViveCampoo -, Blanca Carbonell, Pilar Lorenzo Dieguez, Maria Eugenia García Robles, Ernesto Sardina, Arturo Queimadelos o Benhur Valdés, además de una buena lista de poetas y narradores como Sergio Balbontín, Elena Calderón, Camacho, Celia Corral, Pedro J. De la Peña, Javier González, Daniel Guerra, Nicanor Gutiérrez, Amalia Iglesias, Andrea Jiménez, Carlos Martínez Iglesias, Regino Mateo, Jose Luis Matesanz o María Montesinos, por citar sólo algunos.

La lista de músicos campurrianos en activo también es impresionante: Alfonso Ahumada, Antonio Barranco, el grupo Carburo, José Imhof, La Fuga, Joaquín Gutiérrez, Angel Manzano, Susana Moreno, Hugo Selles, la gente de Stock, Vaquero, Oscar Zubelzu y, cómo no, nuestro "as de la baraja": Rulo.

Por su parte, aquellos que desarrollan su actividad creativa en el campo de la pintura y las artes plásticas, son legión: José Aja, Almudena Báscones, Alicia Cañas, Silvia Casanova, Celestino Cuevas, Eva Del Pozo, Pepe Espurz, Alberto Gallo, Ana García, Fidel González, Ricardo González, Lucía Mata, Chelo Matesanz, Jose Antonio Martínez (el Jatu), Luis Ángel Moreno, Rubén Ortega, Rubén Polanco, Jose Antonio Robles, Isidro Robles, Filuca Sainz, Juan Carlos San José, Valentín Serrano, Jose Luis Vicario y el internacional Nacho Zubelzu.

Campoo también tiene representación en el cine, el teatro y las artes escénicas con nombres de relieve como Ruth Diaz, Jaime Martín, Rodolfo & Nano Montero, Adrián Serna o el multipremiado Richard Zubelzu. Y, en el capítulo fotográfico, son muchos los campurrianos que, de manera profesional o amateur, nos muestran su especial forma de mirar el mundo, a través de la cámara: Santi Arenal, Angel de Castro, Manuel Estébanez, Fausto, Raúl Lucio, Sergio Marcos, Eugenio Martínez Jorrín o Juan Carlos Ramos.

Sin mencionar a todos los que artistas que ha dado a luz la comarca pero ya están en el otro barrio (y los que, aún vivos, me haya dejado en el tintero), la pregunta inevitables es: ¿de dónde surge toda esta inspiración? ¿cómo es posible que haya tanto talento y tanta creatividad Made-In-Campoo?

Tal vez esté siendo muy subjetivo y nada de todo esto que aquí relaciono - el acero irreductible, la apegada galleta y la fertilidad creativa - guarde entre sí ningún hilo conductor ni dibuje patrón alguno. Puede ser.

O, tal vez, sí. Yo quiero pensar que sí hay un buen motivo. Sea como fuere, merece la pena que nos tomemos un poco más en serio a nosotros mismos, que valoremos un poco más nuestro talento y que tomemos una mayor conciencia de lo que gente de esta tierra somos capaces de hacer cuando nos lo creemos, nos lo proponemos y le ponemos ganas.

Yo no tengo ninguna prueba empírica que demuestre el porqué de toda "concentración de talento", la ciencia no lo está estudiando y, probablemente nunca llegue a averiguarse, pero creo que, en toda esa creatividad, el frío juega un papel relevante. El frío y la nieve. La nieve que, a lo largo de los años, ha caído sobre todos y cada uno de los que habitamos y hemos habitado la comarca. Tal vez ahí resida el secreto: en el peso de la nieve.

*(Julio Ceballos (Reinosa, 1979) lleva 20 años trabajando como consultor de negocio fuera de España pero nunca se ha desligado de la comarca ni de su vida cultural. Reside en China y regresa a Campoo siempre que puede)*

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