Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios. Si continua navegando, consideramos que acepta su uso.
Puede obtener más información, en nuestra Política de Cookies.

Sociedad | Reinosa

“Luchar para que África tenga un desarrollo sostenible es nuestra propia salvación”

Carlos Gangas participa en las Jornadas de Cooperación al desarrollo con su visión de la situación de África desde dentro

La Casona de Reinosa acogió recientemente unas jornadas de Cooperación al Desarrollo en el que uno de los ponentes fue el campurriano Carlos Gangas, cura misionero y fundador de Adane (Amigos para el Desarrollo en el África Negra, que ofreció una interesante ponencia sobre su experiencia personal y los motivos por los que la cooperación es necesaria el continente africano. Adjuntamos un extracto de su intervención:

"Hablar de la(s) realidad(es) africana(s) es complicado si tenemos en cuenta que la forman 55 países, todos ellos muy diversos entre sí y divididos en dos zonas geográficas totalmente distintas e incomunicadas por el desierto del Sáhara: el África del Norte o Árabe y el África Subsahariana o Negra. Más de 1.000 millones de personas, y donde la diversidad cultural y étnica, con más de 1.000 lenguas diferentes, hacen de él un continente muy rico en cultura y recursos naturales. Sin embargo un continente empobrecido.

Mbuyi Kabunda, doctor en Relaciones Internacionales, profesor del Instituto Internacional de Derechos Humanos, director de la revista África América Latina Cuadernos de SODEPAZ y del Observatorio de Estudios sobre la realidad social africana de la UAM y autor de un centenar de publicaciones en revistas especializadas y de divulgación sobre África, apuesta por un discurso afro-realista persiguiendo una visión más o menos objetiva de las realidades africanas, frente a ideas afro-pesimistas ligadas a culpabilizar a los y las africanas de toda su pobreza, hambruna, enfermedades y conflictos armados. Este pensamiento negativo se debe al "gran desconocimiento" acerca del continente negro "extendido por todas partes", explica, por lo que anima a que nos adentremos en él para ir eliminando las ideas del discurso primermundista, ligadas a siglos pasados.

La cooperación en África.

El profesor congoleño es pesimista cuando se le pregunta por la cooperación al desarrollo en África. Asegura que se han conseguido muy pocos resultados significantes en relación a los fondos y las energías recibidas y argumenta que, a pesar de ser el continente que más ayuda ha obtenido es el que más subdesarrollado está, por lo que "algo falla".

Lo relaciona tanto a los propios donantes, que se han dedicado más a realizar operaciones comerciales, económicas y geoestratégicas, como a los beneficiarios que, además de no tener capacidades institucionales para un correcto ejercicio de la ayuda, "han invertido las donaciones a otras cosas distintas al desarrollo como la corrupción".

En este sentido, Kabunda asegura que desde 1960 hasta la actualidad se han desviado unos 300.000 millones de dólares de cooperación al desarrollo en África para la corrupción, porque equivale a una media de 5.000 millones-año lo que representa cinco o seis veces su monto. Habrá que preguntarse cómo y dónde está ese dinero.

(Datos: en 2012 África importó el 81% de sus alimentos. en 2010 ya por valor de 33.000 millones de dólares y hay que añadir la ayuda alimentaria que a finales de 2010 era de 3.000 millones anuales y a pesar de todo hay 265 millones de malnutridos).

En los más de 50 años de independencia el desarrollo del continente no ha pasado por un aumento de la producción de alimentos, sino por una regresión.

Aun así, el doctor congoleño considera que el problema africano no ha venido ligado a la cooperación sino a la occidentalización, y una de las primeras ideas que encaja aquí es la consolidación de los Estados como estructura institucional instaurados en África antes y después, sobre todo, de la Guerra Fría.

Estos se consideraron como único modelo de desarrollo por parte de los países soviéticos y europeos "trayendo el mal al continente", por lo que propone una desestructuración y una reestructuración a través de la africanización del Estado donde se mezclen las tradiciones, aniquiladas durante la colonización, y la modernidad.

En cuanto a la ayuda externa y para evitar seguir fracasando, el profesor habla de realizar una ayuda reducida pero de calidad concentrándola en la lucha contra la pobreza y en trabajar con los africanos y no para los africanos, "como se ha hecho hasta ahora".

Cree que tanto la cooperación oficial centralizada como la descentralizada, a través de las ONGDs, se encuentra en un callejón sin salida ya que éstas, se lamenta, "han sido meros instrumentos de la política exterior y comercial de los países del Norte".
Su crítica va dirigida también a la visión occidental que ofrece y a que tanto su estructura, objetivos y fines son etnocentristas, sin dejar espacio a otras formas de trabajar posibles en el mundo. El mismo Índice de Desarrollo Humano (IDH) estudia criterios del Norte, así como los órganos que forman parte del Banco Mundial (BM) y del Fondo Monetario Internacional (FMI) que persiguen un desarrollo económico, principalmente, ligado siempre a los intereses particulares de los países más ricos.

(Eso en lo que se refiere al pasado en el presente: atención también a la Cooperación China)

Resistiéndonos a ver la cooperación internacional como algo positivo para los pueblos del Sur, por la mirada occidental que presenta y demuestra, sí pensamos que se han hecho importantes avances en el continente africano aunque "queda mucho por hacer". Señala la idea de una cooperación entre países africanos y una cooperación Sur-Sur, hecha y ejecutada según las características y necesidades de cada territorio sin intermediarios ligados a intereses particulares y concretos.

"Tenemos que tener esperanzas en otras relaciones posibles porque ningún país en el mundo se ha desarrollado con la cooperación". Esta es "paliativa" cuando debería servir para fortalecer las capacidades internas institucionales de los países y no utilizarla como un objetivo en sí mismo que genera dependencia y rompe con el dinamismo interno de África.

Pero además de una cooperación entre los estados del Sur es tiempo de pensar en otro tipo de relaciones Norte-Sur (y Sur-Norte) a partes iguales que persigan verdaderamente una justicia social y que con ellas se reparta democracia.
En un momento donde la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) del Estado Español se ha reducido en más de un 70% entre 2011 y 2012 (lo que ha supuesto el recorte más importante realizado en la historia de la cooperación de este país), es fundamental pensar en las consecuencias de estos ejercicios para millones de mujeres y hombres desprotegidos ante la falta de políticas sociales coherentes y analizar qué modelos y acciones hay que crear para conseguir resultados positivos en todo el mundo.

En España los primeros recortes a la ayuda externa tuvieron lugar en el año 2010, incumpliendo así con los objetivos planteados en el III Plan Director 2009-2012, y provocando un desajuste para alcanzar el 0,7% del PIB para el desarrollo. Pero para algunos son estos periodos de crisis los que más esperanza aguardan para optar por oportunidades de transformación y cambios de paradigma en el orden mundial, reflexiones en las que instituciones, universidades, centros de estudios y ONGD españolas ya están trabajando.

Apostar por "un nuevo desarrollo".

Mbuyi Kabunda también es optimista en cuanto al futuro de África, aunque apuesta por la necesidad de cambios estructurales internos y externos en todo el sistema vinculado a la ayuda externa. El 80% de su población tiene menos de 20 años y el 33% de los recursos naturales del mundo están en el continente olvidado, dos aspectos primordiales para reconsiderar el próspero camino que le espera por delante. Pero para conseguir buenos resultados de todo esto es necesario educación y formación para esa joven ciudadanía y políticas de autoconsumo para la explotación de los recursos naturales a través de usos locales y comunitarios, al puro estilo de las tradiciones africanas y obviando la propiedad privada. "Es así como se permitiría a África un nuevo desarrollo".

(NOTA: A finales del siglo XX África disponía de 789 millones de hectáreas cultivables. Solo 220 millones estaban cultivados).

Por otro lado, considera como alternativa viable acabar con el Estado centralizado "de tipo napoleónico" e implantar un afrofederalismo, ya que asegura que "el Estado desarrollista ha sido un fracaso". Apuesta también por el autodesarrollo de cada uno de los pueblos africanos, teniendo en cuenta sus valores y lenguas, que son propias y únicas, así como dar más prioridad a la agricultura por considerarse aún hoy una de las más importantes fuentes económicas de la comunidad africana. Eso sí, otorgando primacía a los cultivos que se consumen en el territorio africano y evitando aquellos que sólo se producen para la exportación hacia otros países del mundo.

(NOTA: La agricultura africana, la escasez de tierras cultivadas, los bajos rendimientos y las deficiencias de las políticas agrarias han suscitado el interés de países extranjeros y multinacionales que intentan hacerse con grandes extensiones para explotarlas. (Se pueden dar datos a quien interesen, pero al menos 94 millones de hectáreas han sido adquiridas por diferentes medios, cesión, compra, etc. Por países y multinacionales, para asegurarse alimentos o biocombustibles).

Defensor absoluto de la multitud de peculiaridades históricas, culturales, lingüísticas y de valores que conviven en África, Kabunda no olvida las esperanzas y cambios futuros que se avistan en el mundo con respecto al continente negro. Considera de vital importancia tener cada vez más presentes los aspectos sociales, ecológicos y humanos para contabilizar los avances de los países, en contraposición al sagrado capital.

Probablemente ha llegado la hora de introducir elementos africanos para computar el desarrollo, y no solo los que se establecen en el IDH del PNUD, tales como el derecho a la fiesta, a vivir alegremente o la primacía de lo social frente a lo económico. "Si estos aspectos se tuviesen en cuenta África dejaría de ocupar los últimos rankings mundiales" afirma Mbuyi Kabunda.

La ignorancia, el silencio y la pasividad mueven este mundo. Luchar para que África tenga un desarrollo sostenible es nuestra propia salvación. Hay que avanzar hacia una cooperación de "banda ancha" (revisión de todas las políticas) donde la agenda internacional se dirija desde otras políticas (otros lo llaman coherencia de políticas para el desarrollo).

Hace mucho que la macroeconomía nos ha hecho perder la razón sobre qué cosas son realmente las importantes. No se puede crecer a costa del sufrimiento de los seres humanos. Cuando esto ocurre, como así está pasando, dentro y fuera de nuestras fronteras, es que hemos perdido el sentido civilizatorio y moral de nuestra identidad como Seres Humanos. Alguien dijo una vez que "El Capitalismo es tan perverso que incluso ha inventado un sector para dar empleo y callar a los que están descontentos con sus consecuencias."