Del tiempo y los días

Lo que no volverá, Nostalgia

"Celestino Cuevas encontró en aquel lejano 1881 un refugio, tal vez a su propia Nostalgia. Si visitan la exposición, su Nostalgia será bien recibida"

Te asomas a la trastienda del tiempo, donde la historia se acumula y se extrae hacia la luz, en forma de imágenes que evocan aquellos días que no vivimos, pero de los que conocemos su existencia. Varios dibujos y varias lecturas suponen regresar a aquella época lejana y llamativa. El poder de evocación de las imágenes y de las palabras es tan fuerte, que presenciando cualquiera de los dibujos que se exponen en el Centro de Adultos de Reinosa, nos invitan a viajar a ese mundo perdido de nuestra memoria colectiva.

Un Santander extinto se va abriendo paso ante nuestros ojos a la vez que van surgiendo en la imaginación episodios en esos mismos escenarios escritos por Pereda en Sotileza o Nubes de Estío, las calles de San Francisco o la calle La lealtad, la Alameda, engalanada con flores y luces...
Las estampas, prolijas en detalles del paisaje y del paisanaje de nuestro pasado -magistralmente reproducidas por el pintor campurriano, recientemente fallecido, Celestino Cuevas- nos permiten evocar ese mundo que él llamó Nostalgia. Cuevas se adentra en aquello que, ya caduco, se mantiene gracias a la fuerza visual de los dibujos y sin ninguna duda, de muchos de los pasajes de Pereda, al que tal vez se pueda vislumbrar en alguno de esos dibujos como un personaje más.

El motivo de esta colección es Santander, antes de que sucumbiese a las llamas y la modernidad, como ciudad con centro histórico. Tal vez sea por eso, por su desaparición, por lo que nos llama mucho más la atención al adentrarnos en lo desconocido y comparar otras ciudades que conservan lo que estamos contemplando ahora, en estas imágenes, de la capital de Cantabria: el viejo casco antiguo destruido.

Acompañados por los grabados brujuleamos por aquel final de siglo, retrocedemos a los últimos años del siglo XIX, vemos el puerto, las calles más populares, la catedral tal como era, sin remodelaciones después de la explosión del buque Machichaco. Paseamos por rincones que nunca habíamos visto, y aparecen paisajes y figuras humanas que en algún momento poblaron de verdad lo que hoy simplemente observamos recreándonos en cada detalle de cada lámina expuesta... "el Santander de los Mesones de Santa Clara, del Peso público y de Mingo y el fielato, la Zulema y Tumbanavíos; del Chacolí de la Atalaya y del cuartel del Reganche en la calle Burgos; del parador de Hormaeche, y de la casa del navío; el Santander de aquellos muchachos decentes, pero muy mal vestidos que, con bozo en la cara todavía, jugaban al bote en la plaza Vieja, y hoy comienzan a humillar la cabeza al peso de las canas, obra, tanto como de los años, de la nostalgia de las cosas veneradas que se fueron para nunca más volver... Pereda, Sotileza".

También Reinosa encierra toda esa Nostalgia en las fotos antiguas que nos muestran cómo era nuestra ciudad, por aquel entonces villa, con sus casonas del siglo XVIII y XIX en la avenida del Puente Carlos III, su iglesia parroquial y la plaza con sus torres medievales y sus casonas. Apreciamos ese Reinosa de casas nobles y de carros chillones en las obras del escritor amigo de Pereda, Duque y Merino, y en aquellas primeras fotos sobre la villa de Atkinson.

La Nostalgia de volver a ser lo que no fuimos o de recuperar lo que fuimos. Esta exposición nos invita, por un instante, a plantearnos que el tiempo es relativo, y que lo que ya no existe puede volver, no tiene por qué desaparecer con la memoria de los que ya no están, que los recuerdos se fijan en cuadros, pinturas o fotos y por un momento, como si fuese un instante real, surgen aquí y ahora.

En uno de los grabados de Cuevas, el del antiguo café Suizo, los parroquianos nos miran fijamente a nosotros, paseantes del siglo XXI, que durante un momento -aunque también fijamente- posamos nuestros ojos en los suyos, y entonces comprendemos que su lugar en el tiempo, será un día el nuestro, cuando miremos a alguien fijamente, desde una foto, en un tiempo atrapado en nostalgia.

Nostalgia de volver a ser lo que fuimos y de vivir lo que no vivimos.
Reinosa también puede presumir de tener esos rincones del pasado, aunque alguno ya haya desaparecido, pero la contemplación de las antiguas fotos hará que vuelvan a existir.

Pereda escribió: "De aquel Santander, en fin, que a la vez que motivo de espanto y mofa para la desperdigada y versátil juventud de ogaño, que le conoce de oídas, es el único refugio que le queda al arte cuando con sus recursos se pretende ofrecer a la consideración de otras generaciones algo de lo que hay de pintoresco, sin dejar de ser castizo, en esta raza pejina que va desvaneciéndose entre la abigarrada e insulsa confusión de las modernas costumbres..."

Celestino Cuevas encontró en aquel lejano 1881 un refugio, tal vez a su propia Nostalgia. Si visitan la exposición, su Nostalgia será bien recibida.