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La vistas atrás | Valderredible

La ingeniería de vanguardia frenó el silencioso declive de la iglesia románica de Villanueva de la Nía

La ingeniería de vanguardia frenó el silencioso declive de la iglesia románica de Villanueva de la Nía

Dos décadas después, el templo de San Juan Bautista permanece estable gracias a unos inéditos sensores y una "gran tirita" de fibra de vidrio que evitaron su derrumbe

Tecnología punta y tradición constructiva se dieron la mano hace veinte años para obrar una recuperación arquitectónica sin precedentes en la comarca. La iglesia románica de Villanueva de la Nía, dedicada a San Juan Bautista, se erige hoy firme y segura tras haber superado un diagnóstico que amenazaba su supervivencia: el edificio se movía.

El templo, una joya patrimonial de Valderredible, había sido clausurado al culto en 2001. Las alarmas saltaron al detectarse severas deformaciones en sus bóvedas y cubierta. Lo que parecía un deterioro superficial resultó ser un problema de fondo: la estructura sufría un desplazamiento lento pero constante, fruto de los asentamientos del terreno y el envejecimiento de los materiales.

Un diagnóstico de alta precisión

Cuatro años más tarde comenzó el proyecto de restauración de la iglesia románica, incluido en el Plan de conservación y restauración integral de iglesias románicas y entornos rurales de la Merindad de Campoo. Los trabajos se iniciaron tras el análisis de los informes del estudio riguroso y complejo realizado por el Centro Tecnológico LABEIN a petición de la Fundación Santa María La Real. El objetivo era conocer el estado estructural del templo y de sus bóvedas.

Para monitorizar este fenómeno, se instaló un sistema pionero de sensores de alta precisión capaces de medir inclinación, deformación, temperatura y humedad. Gracias a estos dispositivos, se registró día a día el comportamiento "vivo" de los materiales. Los datos confirmaron los peores presagios: de no intervenir, el colapso era inevitable.

La "gran tirita" de fibra de vidrio

El entonces responsable de la Fundación Santa María La Real, Juan Carlos Prieto, describió el estado crítico del lugar: las grietas en las bóvedas eran tan profundas que "se podía meter una mano", perdiendo toda continuidad y estabilidad.

Para solucionarlo, se recurrió a una técnica nunca antes vista en restauración patrimonial, importada directamente de la ingeniería moderna. Se aplicó un sistema de fibras de vidrio en capas sobre la parte superior de las bóvedas, adheridas con barniz epoxi y recubiertas con mortero de cal.

"Para entenderse -explicó Prieto- es como si a las bóvedas les hubiésemos colocado una 'gran tirita' por su parte superior".

Cimentación y cubierta

El "movimiento" de la iglesia había provocado fisuras en el paramento norte y el solado. La solución pasó por reforzar los cimientos mediante una zapata corrida de hormigón armado, frenando así los asentamientos del terreno.

Paralelamente, se renovó la cubierta. Se desmontó la vieja estructura, sustituyéndola por una nueva de madera apoyada sobre muros de ladrillo, evitando retirar el antiguo hormigón para no poner en riesgo las delicadas bóvedas. La intervención se completó con la restauración del coro, las carpinterías y el rejunteado de grietas con morteros de reintegración.

Hoy, la iglesia de Villanueva permanece en pie como un testigo mudo del éxito entre la innovación tecnológica y el respeto al pasado.