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Los otros campurrianos | Campoo

Gigantes alados

Buitres leonados después de una buena pitanza. Fotografías de Tomás José Ramiro

Sección semanal sobre la fauna y la flora autóctona

Aguardan tranquilos en sus posaderos, quizás sabedores que nadie controla como ellos los ritmos de la vida. El aire se calienta con el avance de la mañana y las corrientes térmicas comienzan a permitir el planeo de las aves. Desde los torreones calizos de Valderredible, Campoo de Suso o Lantueno entre otros, se dejan caer los señores del cielo y guardianes de nuestros montes. Extienden las alas y patrullan la comarca en busca de carroñas que llevarse al pico.

Son los buitre leonados (Gyps fulvus) quienes nos ocupan esta semana. Nuestros ancestros celtas creían que eran ellos quienes elevaban el alma de los guerreros al cielo y así lo representaron en la estela cántabra de Zurita. Esa áurea casi mítica le hizo hasta no hace mucho tiempo, un animal respetado por la mayoría de culturas, hoy en día con el uso de fármacos para el ganado, venenos e instalación de tendidos eléctricos no señalizados se pone en peligro sus poblaciones.

De carácter gregario, nuestro gran buitre puede llegar a sobrepasar los 2,5 metros de envergadura alar y los 7 kg. de peso. Su coloración general parda con patas y cuello desprovistos de plumas y una gola de plumas en la base del cuello. El color de esta gola nos da una idea de la edad del ave, así los adultos tiene un color blanco y los jóvenes de un color pardo que mudarán sucesivas veces hasta los ocho años, edad en que alcanzan la madurez. El pico es muy robusto, siendo un carácter que llama la atención al verlos.

El ciclo del buitre se desarolla siempre en la colonia, esta se situa en cortados, escarpaduras y cañones de río. Es sobre estas escarpaduras y aprobechando una oquedad donde los buitres situan su nido. Para ello utilizan palos, paja, lana y otros materiales aunque no desdeñan el aprovechar nidos de otras especies rupícolas o nidos en árboles de buitre negro. La pareja se forma en invierno con vuelos de cortejo en paralelo de los cónyuges y se mantiene de por vida.
Ponen un solo huevo de color blanco en Enero y lo incuban durante 48 a 54 días, relevandose ambos progenitores en las tareas, que se continuaran con las cebas y cuidados del pollo a lo largo de unos 115 días más. Período tras el cual comenzará a volar en solitario y buscar su propia colonia.

Pero si hay una característica que haga del buitre un ser singular es su alimentación. Carroñero por excelencia, es capaz de comerse dos kilos de tejidos blandos del cadáver de una sentada. La estrategia de localización de cadáveres está siendo estudiada pero parece que detectan los reflejos del plumaje de cuervos y cornejas(los primeros en llegar) en los alrededores del cadáver. Cuando un buitre pliega las alas para descender a un cadáver, los congéneres reconocen la silueta de un compañero descendiendo y se suman al festín. Una vez en tierra las peleas se suceden y establecen el orden de alimentación, en una melé de gruñidos, picotazos y plumas.

Sus cuellos desprovistos de plumas facilitan la labor de llegar a partes blandas del cadáver e impiden la aparición de infecciones en el ave. Otras adaptación es la presencia de uñas con muy poca curvatura(a diferencia de otras rapaces) lo que facilita los desplazamientos de los buitres en el suelo.

A estas alturas nuestro protagonista ya estará saciado, se apartará del cadáver y se "soleará"estirando las alas, mientras la digestión comienza. Si es molestado, regurgitará lo comido para poder comenzar el vuelo.
Es incalculable el valor ecosistémico de estas aves ya que evitan en gran medida la propagación de enfermedades entre el ganado doméstico y los ungulados silvestres. Deberíamos tenerlo en cuenta cada vez que un gigante alado sobrevuela los cielos de Campoo.

Son gigantes Sancho...