Desde hace ya un tiempo, la ribera del Ebro cuenta con una nueva inquilina y, a juzgar por las temperaturas de la última semana, parece que no es muy friolera. La garza real (Ardea cinerea) no se inmuta por la cercanía de las personas que atraviesan a diario el paseo ribereño y mantiene su vista fija en lo que sucede bajo el agua. No obstante, aunque disimule y haya elegido Reinosa como inusual destino para invernar, su esbelto cuello, en estos días encogido, delata que campurriana, campurriana...no es.