Cuando un directivo del CD Naval bajó a Torrelavega para traerse a Reinosa un central que reforzase la defensa del equipo no sabía a quién se iba a encontrar. Allí se citó con un futbolista con una estética a lo Demis Roussos, lleno de collares, en chanclas y la camisa abierta por el pecho. Lo que no sabía cuando le ficharon es que iba a ser uno de los futbolistas más regulares, profesionales y comprometidos del club durante la época dorada de los setenta.
Pedro Cobo Iturbe (Torrelavega, 1951) llegó a Reinosa en 1975, "a la vez que la televisión a color" y con el Marca debajo del brazo. Defendió los colores del Naval hasta 1980 y formó parte de un equipo que llenaba el Campo de San Francisco todos los fines de semana y movía a un millar de personas a los desplazamientos del equipo campurriano por el norte de España.
Eran otros tiempos, jugaban en Tercera División pero equivaldría a una Segunda B actual, y los futbolistas de Naval se ganaban la vida con el fútbol. Cobo compartió vestuario con jugadores como Piru, Juan Carlos, López, Lolo Fraile o Castañeda. Como el reconoce, era "un perro de presa" y su difícil misión era marcar siempre al mejor jugador del equipo contrario. A su favor: su potente salto, ser ambidiestro, ir muy bien de cabeza y no andarse con contemplaciones.
Antes de recalar en el equipo de Reinosa jugó en el Buelna y Barreda y se retiró en el Santoña con 32 años. Ha jugado contra Kempes o Gordillo cuando el Naval disputó la Copa del Rey contra el Valencia y el Betis. A desesperado a varios delanteros y contra El Ferrol se hizo más daño dando patadas a un delantero argentino que el que las recibía.
Cobo lleva el mismo tiempo retirado del fútbol profesional como jugando en Veteranos. Su pasión es el fútbol y se enorgullece de no haber faltado a ningún entrenamiento y ser de los jugadores que más partidos disputan. Con 64 años le han respetado las lesiones, posiblemente sea el jugador de mayor edad de la liga y asegura que todavía está para los 90 minutos. Nunca ha fumado y tampoco bebe, si su pecado es el fútbol, su vicio es acudir a diario a la piscina y a la sauna.
Los que le conocen dicen que come por tres, y a pesar de que no le interesa ni el Madrid ni el Barça, sus compañeros opinan que es algo merengue. Él se declara admirador de Sergio Canales, la última perla de fútbol cántabro que milita en la Real Sociedad de San Sebastián; también sigue a Jonathan Valle, eterna promesa de Santander que juega en el Lugo, entrenado por el también cántabro Quique Setién; y años antes al genial Iván de la Peña, ‘El pequeño buda' de los pases de tiralíneas. Le tiran los de su tierra y en su pensamiento ni Messi ni Ronaldo dan pie con bola.
Sus compañeros de veteranos aseguran que es un jugador que va muy bien de cabeza, alguno se atreve a decir que es el mejor que han visto, y afirman que cuando tengan su edad les gustaría tener su vitalidad. Antes del partido, cuando se dibuja la táctica en la pizarra y se pone el nombre de los titulares sobre el dorsal, el veterano se anticipa y llena esa campo de tiza con 11 ‘cobos'. Una muestra de sus ganas por seguir disfrutando saltando al campo.
Recuerda a los entrenadores que tuvo en Reinosa: Lolo Costales, Eloy, José Fernández o Saro. Y a este último hablando con él la noche previa al partido sobre el jugador al que le tocaba cubrir el día siguiente. Comenta que cuando jugaba "no disfrutaba" porque tenía que estar pendiente durante todo el partido del jugador al que marcaba, pero algo tendría que disfrutar si todavía sigue jugando con la seriedad que lo hizo durante toda su carrera.
Además de jactarse por llegar a Reinosa a la vez que la tele a color y enseñar a los campurrianos lo que era el diario deportivo Marca, presume de golpear al balón tan bien que el logotipo del esférico no se mueve durante el desplazamiento. Cuando, desde su punto de vista, un compañero de equipo no está fino le amenaza con cederle al Torina, y dice con convencimiento que él no pierde un partido si durante el tiempo en que está sobre el terreno de juego no reciben ningún gol, aunque luego le cambien y su equipo pierda. Son chascarrillos con los que bromea para hacer de su fútbol algo más entretenido.
Hace memoria y lamenta una ocasión en la que ojeadores del Real Valladolid vinieron a Reinosa para estudiar su fichaje (antes el Naval era filial del Valladolid y del Sevilla FC), pero finalmente se decidieron por la veteranía de Antón y Anibal, dos jugadores del Valencia, a la juventud del cántabro.
Guarda un recuerdo muy bonito de sus años como futbolista profesional, cuando "el fútbol era más duro, los campos era peores y pasabas todo el fin de semana de viaje para jugar un partido en Galicia". También de su época actual en veteranos, de su participación en un partido homenaje a Santillana, exjugador cántabro del Real Madrid, o con los entrenamientos y los partidos de liga que sigue disputando.
"Me retiré con 32 y ahora llevo 32 años de veterano, igual lo dejo ya" -afirma sin planteárselo realmente-, "o a lo mejor acabo de delantero centro..."