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Opinión

"Estamos dispuestos a escuchar, pero demandamos que se nos escuche"

Los vecinos de la Avenida de la Naval "lamentan profundamente la reacción de los distintos organismos ante sus demandas"

Carta de los vecinos de la Avenida de la Naval

Los vecinos de la Avenida de la Naval siempre hemos estado dispuestos a escuchar.

Desde el inicio de nuestra movilización, la búsqueda de información veraz sobre las obras que se realizan en nuestro barrio ha sido nuestra principal motivación.

Tras meses de incertidumbre, la iniciativa vecinal logró que el pasado miércoles se respondiera a nuestra solicitud. Esta demora en las explicaciones ha beneficiado el avance ininterrumpido de la obra, por lo que se puede afirmar la comparecencia no fue fruto de
un arranque súbito de generosidad, sino que respondió únicamente al empuje ciudadano.

Los responsables del proyecto se esforzaron en detallar los pormenores técnicos del mismo, resaltando su necesidad como único medio para evitar hipotéticas inundaciones de la zona.

Es indiscutible que la previsión es una herramienta fundamental para evitar futuros problemas. Todos queremos proteger el barrio. Sin embargo, esa lógica queda en entredicho cuando se actúa frente a meras posibilidades y se ignoran deliberadamente los
hechos.

Para preservar el parque, se ha optado por destruirlo. Para salvaguardar la integridad de los vecinos, ya que no hay nada más valioso, se edifica junto nuestros hogares porque hacerlo en la otra orilla resulta demasiado caro. Para impedir el daño a la propiedad privada, se la devalúa. Para hacer del barrio un lugar de encuentro, se le despoja de lugares comunes. Y lo más peculiar, para evitar que nuestras viviendas sean afectadas por posibles inundaciones se actúa con contundencia desmedida, pero cuando señalamos que el agua ya las anega debido a las continuas filtraciones, se nos confiesa que no se contempla solución alguna.

Fue en ese momento, en el que los vecinos comenzamos a relatar nuestras numerosas tribulaciones, cuando la precisión matemática desapareció de la retórica de los comparecientes para dar paso a una serie de evasivas más propias del debate político que de la escena administrativa.

Lamentamos profundamente la reacción de los distintos organismos ante nuestras demandas. No sólo por los inaceptables comentarios realizados por algunos de sus representantes, en los que no profundizaremos en favor de la concordia, sino por el
problema subyacente.

Parece sorprender que los ciudadanos reclamen explicaciones, pero la exigencia de que su voz sea también escuchada es algo absolutamente inverosímil. Se nos concibe como un elemento pasivo, jamás como un agente activo que requiere involucrarse en su propio destino. Cuando la gente toma la palabra, se la recibe con recelo.

Creemos que es el momento de que nuestra voz se traduzca en compromisos reales, ya que según nuestra experiencia las promesas son sólo momentáneas estrategias de huida ante la presión social. No buscamos asumir un rol que no es el nuestro ni profundizar en cuestiones técnicas que nos son ajenas. Lo que exigimos es que no se ignoren nuestras legítimas demandas ni se actúe, como lamentablemente se ha hecho ya, sin tener en cuenta nuestra opinión como afectados.

Las explicaciones del pasado miércoles no resuelven los problemas ni zanjan el asunto, pero sí ofrecen una oportunidad única para empezar a corregir errores y trabajar por fin junto a los vecinos en la búsqueda de soluciones. Para lograr resultados óptimos y
duraderos se nos debe dar la oportunidad de participar en ese proceso y no relegarnos a un mero papel de oyentes.

Siempre hemos estado dispuestos a escuchar. Pero también demandamos que se nos escuche.