Entrar en la sala de exposiciones y sentir una explosión, como si fuera una granada, de color. Así se presenta la exposición de Pepe Espurz. Una detonación de rojos, amarillos, azules, verdes, negros... Todos los tonos cromáticos, fríos y cálidos se mezclan en una sucesión de grandes lienzos que transportan al espectador al origen de la pintura. Sobre todo los cuadros dedicados a Altamira, donde las manchas abstractas luchan por salir a la luz, perfilar el contenido, llegar a lo primigenio, que no es otra cosa que sentir el color, la luz; contemplar sin más los azules del cielo, los rojos y turquesas de ese mismo cielo en diferentes momentos y estaciones, en diferentes estados de ánimo...
Espurz repasa sus más de cincuenta años dedicado a la pintura con honestidad, ya que no se ha desviado de su gusto por la abstracción poética, ya que sus mezclas, sus composiciones, su paleta recitan sensaciones y emociones.
Pepe se mantiene, en esta exposición, en sus primeros años, donde destacaba sobre todo esa abstracción clásica que poco a poco fue desviándose hacia una figuración más clara, donde los cuerpos y los rostros cobraban importancia. El la muestra del Casino de Santander, Espurz juega con todas sus fichas, negras y rojas, verdes y blancas. Sus cartas están preparadas para un póker, ya que muestra abiertamente lo que ha realizado en sus últimos años, que no es otra cosa que pintar el alma, tal vez retratar con luminosidad y colorido su propia alma. Pepe Espurz es su propio lienzo.
En un rincón de la sala una gran carpeta recoge, como si fuera la maleta de la vida, la obra que ha marcado su evolución pictórica, dibujos, pruebas, mezclas... Carpeta de ensayo y vida.
La granada explosiva impacta en el cerebro. Se procesan las manchas, se ven las siluetas que se esconde en ellas, se vislumbran paisajes, sueños, lecturas y sobre todo la historia de un pintor que se ha mantenido fiel a sí mismo.
Las nebulosas que se observan en sus cuadros más grandes impactan como un fogonazo en la retina. El negro lame al rojo y en esa fusión tonal se crean formas voluptuosas, círculos y curvas, sinuosas nubes suspendidas en un cielo (o sueño) imaginario.
Espurz es historia dentro de los pintores campurrianos y sobre todo es color.
Por Daniel Guerra de Viana