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Deporte | Campoo de Enmedio

David de la Fuente, reinventarse sin dejar de pedalear

Corre esta semana la Vuelta a Turquía, la carrera más importante para su equipo

"Cumpliendo con mi oficio/ piedra con piedra, pluma a pluma/ pasa el invierno y deja /sitios abandonados (...)/ yo trabajo y trabajo/ debo substituir /tantos olvidos (...)/no me reservo nada / sino todo el espacio / y allí trabajar, trabajar / manifestar la primavera (...)"

De la canción ‘Pedrá', de Extremoduro, basada en el poema ‘A mis obligaciones', de Pablo Neruda

 

David de la Fuente (Matamorosa, 1981) participa desde el pasado domingo en la Vuelta a Turquía. La prueba más importante de la temporada para su equipo, Torku Sekerspor, que además de contar con el aliciente de correr en casa, son la ‘cenicienta' de la prueba. Un gran resultado sería ayudar a su compañero Juanjo Cobo para que gane la vuelta, y apunta como "todo un éxito" si logra vencer en alguna de las dos etapas que acaban en alto.

Después de empezar la temporada de la mejor manera posible, con la victoria en Creta, sostiene que "ganar siempre es difícil" sea la carrera que sea. Aun así, cuando se ha subido al cajón le ha quedado una "sensación agridulce". Feliz porque demuestra que sigue ahí y que tiene nivel suficiente para correr en un categoría mejor, y nostálgico porque después de subirse al pódium en los Campos Elíseos con el maillot de la Combatividad, ser segundo en la general de la Montaña del Tour de Francia o ayudar a ganar a Cobo una Vuelta a España, le sabe a poco.

La carrera de David ha sufrido altibajos y en la mayoría de las veces por causas ajenas a su entrega y rendimiento. "He tenido y no tenido suerte en el ciclismo", medita el campurriano. Y es que en sus doce temporadas al más alto nivel ha pasado de épocas doradas a otras más difíciles: una sanción al equipo, espantada de patrocinadores la misma temporada que ganaron la Vuelta a España, discrepancias entre el equipo directivo y técnico fruto de las cuales los corredores pagaron el pato, etc. Pero David, además de ser un ejemplo de trabajo y superación, ha demostrado siempre que sabe reinventarse. Esa capacidad que llaman resiliencia, para sobreponerse a situaciones adversas, que ha cultivado desde el día en que se subió a una bicicleta.

Cuanto más cuesta arriba se ha puesto su carrera, siempre ha metido plato grande. Ahora, en un equipo de menor nivel y con más años, entrena más que antes. Es asiduo de la zona de Saja y muchos días sube y baja más de 4 puertos, "auténticas palizas", asegura.

Se levanta y se pone el buzo de ciclista. Entre 26 y 33 horas semanales que al año suman más de 33.000 kilómetros. Confiesa que nunca ha parado, que no se encuentra bien sin subirse a la bici y que prefiere el descanso activo, seguir pedaleando a menor intensidad. "Es una profesión que me gusta y los ciclistas vivimos de ella, no hay que dejar la bici". Recuerda que cuando comenzó como profesional estuvo hasta 15 días sin entrenar, pero que desde los últimos 8 años el periodo más largo que ha estado sin hacerlo no ha pasado de seis días.

Ahora su ambición pasa por subir un peldaño y competir en el nivel Continental Profesional y, puestos a pedir, "volver a la cima de este deporte como Pro Tour sería un sueño". Aun así, dice que es "realista" y se conforma con seguir ganándose la vida como ciclista, "estoy muy contento de estar donde estoy", subraya.

A su juicio, el futuro del ciclismo "es bastante negro". La crisis ha provocado que las marcas hayan recortado su inversión en patrocinar a los equipos y muchos han desaparecido. También apunta a los medios de comunicación por "vender una imagen triste" de este deporte "con verdades a medias", y denuncia que "a los ciclistas no se les mide por el mismo rasero que a otros deportistas".

Ser profesional implica que desde hace años siempre tiene que estar localizado una hora al día en su domicilio, por si se pasan los médicos de la UCI a hacerle una visita. Si se va de viaje tiene que avisar e indicar donde le puede encontrar durante esa hora, independiente del destino al que acuda.

Conocer culturas.

David es uno de los cuatro extranjeros (dos españoles -él y su amigo Juanjo Cobo- y dos ucranianos) de los 14 corredores que forma el equipo turco, radicado en la ciudad de Conya.

Formar parte de un equipo de un país como Turquía le ha aportado nuevas experiencias. Su trabajo le permite conocer culturas y países exóticos, defenderse en el extranjero con el inglés o "quitar miedo a viajar solo, que te hace más fuerte".

Además, se siente muy querido en su equipo. Apunta que "todos son muy respetuosos con las costumbres de cada uno en un país totalmente diferente". Le gusta la gastronomía turca, pero nunca la cambiaría por la cocina de su madre o la carne de su padre.

Después de la Vuelta a Turquía, algunas de las pruebas más importantes que correrá serán la de Azerbaiyán, el Campeonato de España y el Tour de Qinghai Lake de China, donde ganó una etapa el año pasado y se demostró a mí mismo "que podía seguir ganando".

Trayectoria.

El cántabro, profesional desde 2003, ha formado parte de los equipos: Vini Caldirola-Saunier Duval (2003), Saunier Duval-Prodir (2004-2007), Saunier Duval-Scott (2008), Fuji-Servetto (2009), Astana (2010), Geox-TMC (2011), Caja Rural (2012) y desde el año pasado en el Torku Sekerspor (2013). Suma hasta ahora cinco victorias como profesional: GP Miguel Indurain, una etapa de la Vuelta a Alemania y GP Llodio, con un premio a la combatividad en el Tour, además de haber sido el escudero de Alberto Contador en su triunfo en el Tour de Francia 2010 -luego descalificado- y de Juanjo Cobo en la Vuelta España 2011. La más recientes son una etapa del Tour de Qinghai Lake de China la temporada pasada y el reciente triunfo en el Tour Internacional de Creta.