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Opinión

Como una música silente

Como una música silente

Prólogo de Celia Corral Cañas incluido en el último libro de Daniel Guerra de Viana, 'Una luz ida', que se presenta este domingo en Torrelavega

O como un silencio musical, Una luz ida conserva en su poética contradicción una luz que no se va nunca, una luz que atraviesa las dudas e incertidumbres, la materia prima del poeta y la base de la humanidad, una luz que atraviesa lo cotidiano, la poeticidad del día a día, la dimensión extraordinaria de lo común. Una luz que, como el silencio, surge de repente y se hospeda en la elipsis y se transforma, como "la historia de la nube / que se convierte en efímera lluvia". Una luz que sabe que "las dudas siguen ahí, agazapadas, como los chacales esperando su presa (o tal vez sean coyotes), / hasta en eso hay incertidumbre".

La incertidumbre que lo ilumina todo se adentra en la cotidianidad y encuentra preguntas nuevas, cuestiones compartidas: "¿Hay algo más cotidiano que morir?" o "¿Cómo no morir"; y, al mismo tiempo, relata los detalles, intuye lo que subyace, empatiza con lo que no tiene voz: "Hay una ciudad bajo los pies que pide emerger. / Nacer de nuevo". Como la luz del faro, nuestra luz ida es también prometeica y necesaria, dubitativa donde la duda se instala en el tiempo ("Hoy, que tal vez es ayer"), fugitiva donde la rutina comparte sus revelaciones ("Nada en la ausencia del ruido / en la desaparición de aquella luz ida...")

Se percibe en la clarividencia del autor su intensa experiencia en el mundo de las letras desde los dos lados de la página. Como codirector de la revista universitaria Catacumba, como coordinador de Cuadernos de Campoo entre los años 2000 y 2013; y, por supuesto, como poeta, con múltiples publicaciones, entre las que destacan: II Concurso Regional de Poesía y Relato Asociación Cultural Tertulia Goya (Santander 1996), 9+2 al natural (Reinosa, 1997), Reinosa: Visiones contemporáneas (Reinosa, 1999), Micro (Librería Asterix, Reinosa, 2000), (colaborando también como editor en estas tres últimas publicaciones), Humus: diez años de poesía última en Cantabria (Fundación Gerardo Diego, Santander, 2003), VerSOS y Aula (Peñacastillo, 2003), Amalgama (Casa de Cultura Sánchez Díaz, Reinosa, 2005), Reinosa el paso del tiempo (Cantabria Tradicional, Torrelavega, 2004), Campoo, las vidas y los paisajes (Cantabria Tradicional, Torrelavega, 2005) o Las escamas del frío (Sociedad Regional de Educación, Cultura y Deporte, 2016), y su trabajo ha sido recogido también en las antologías Con tu piedra (2005) y Aliendos (2006) (Gobierno de Cantabria). La voz poética de Daniel Guerra de Viana es interesante, singular y luminosa. Quizá porque "en este paréntesis que es su vida" ha aprendido (y, como buen profesor, ha enseñado) a escuchar el silencio de la música.

Este excelente libro que sale a la luz parece tener la vocación de recuperar los conceptos clásicos de lo bello, lo bueno y lo verdadero, de decir lo mismo desde la piel de las palabras hasta el corazón de su significado, desde los sonidos (y sus silencios) hasta el peso (y el peso de sus sombras) que dejan los poemas después de ser leídos. Es este un poemario lleno de ráfagas y silencio (ese "alfiler que no une, no repara..."), de tiempo y fugacidad, de vida y de muerte, de poesía de luz ida y de poesía lucida (que obra con esplendor, que llama la atención por su belleza). Y de memoria. La luz admite su condición en todos sus sentidos: ida porque ha partido, porque ha salido del lugar sin marcharse del todo, ida porque responde a un ímpetu, a una prontitud impensada, ida porque presenta necesaria insensatez, ida porque deja señales en el territorio, huellas para que el lector construya su hermenéutica.

No le teme el sujeto lírico a la crisis ni a los sabores agridulces (esa ironía casi ácida en el poema "En un bar se escriben poemas de esperanza" o triste en el no menos audaz "Esta señora no me paga") y responde a la llamada del trasfondo (el lugar donde nace el mar, que diría Lorenzo Oliván) que nos invita a "bajar a la ciudad" o a temer el "entramado de nubes", la "nube que tapa tu risa". No menos admirables resultan la estructura dialéctica, la escucha, las grietas, las elipsis, las referencias, el sentido visual de la página y de los márgenes, los efectos finales de cada cierre, las sinestesias y las imágenes, que son, en definitiva un signo de la identidad poética del autor.

Los poemas llaman, despiertan, y dejan un espacio final para que el lector piense, en ese diálogo constante entre recuerdos y nostalgia. La duda que recuerda la inestabilidad de la vida, su carácter imprevisible y contradictorio visibiliza esa luz que viene y va, "como una música silente". Porque, como escribió Antonio Cabrera, "la luz no se captura. Mirarla nunca sacia" y porque, como escribe nuestro poeta en respuesta al poeta anterior, "Nada es tan definitivo como abandonarse/ al sonido de la noche, o al silencio que produce la piedra sola".  La madurez y la hondura de este poemario revelan el brillo que, en su fugacidad, es eterno, como un silencio musical o como una música silente.

Salamanca, 1 de junio de 2021
Celia Corral Cañas

Daniel Guerra de Viana presentará 'Una luz ida' este domingo, 26 de junio, a las 18.45 horas en la Feria del libro de Torrelavega