Justo antes del inicio de las vacaciones de Semana Santa el consejero de Obras Públicas, Ordenación del Territorio y Urbanismo presentó el mapa de incompatibilidad eólica de Cantabria. Un mapa "hecho desde las competencias de ordenación del territorio" que "intenta obtener equilibrio y armonización, tratando de preservar todos los valores del territorio".
Todos los valores del territorio, pero no los valores en todo el territorio. Porque hay una parte del territorio que no se verá afectada por los polígonos eólicos y otra que sí (y de qué manera). Del 6% apto para la instalación de eólica según este mapa, más de la mitad se sitúa o afecta a los municipios que forman el sur de Cantabria, y se concentra de manera especial al norte y sur del embalse del Ebro.
Quienes habitamos esta comarca hace tiempo que nos temíamos que "los criterios técnicos" usados en estas planificaciones no iban a caer de nuestro lado y por eso hemos estado dando la batalla, a pesar de los insultos de los que, desde sus tribunas bien pagadas en la prensa regional, nos tildan de "ecolojetas", egoístas y de estar en contra del progreso y de la lucha contra el cambio climático.
"Para elaborar el mapa se ha tenido en cuenta un riguroso modelo de análisis integrado con más de 30 criterios de exclusión, para garantizar que el desarrollo eólico no afecte a los valores ambientales y patrimoniales más significativos de la región".
A priori cuesta comprender cómo se han aplicado algunos de esos criterios: "Población (personas)" y "Análisis de conectividad visual con la costa". ¿Quiere decir esto que el sur de Cantabria es apto porque afectará a menos población y que aquí los aerogeneradores no se verán desde la costa? No sé, pregunto. ¿No habíamos quedado en que ver aerogeneradores de 200 metros es una maravilla y que genera "turismo eólico" que llena casas rurales y restaurantes? Y qué decir de lo que va a mejorar la vida en nuestros pueblos con las generosas empresas asumiendo servicios sociales (personal sociosanitario para personas dependientes, personal de educación, ocio y tiempo libre para jóvenes, portal de ventas en internet para empresas locales, bolsa de empleo local para las obras de construcción, son algunas de las promesas de Biocantaber en relación al Polígono Eólico del Escudo).
Otros criterios parece que sólo se han tenido en cuenta en el 94% del territorio que ha quedado excluido de la posibilidad de instalar eólica. Una se pregunta cómo se han aplicado los criterios "Inventario de humedales" y "Fauna y flora" aquí, cuando han dejado el embalse del Ebro, uno de los humedales más destacados del norte peninsular, Refugio Nacional de Aves acuáticas (y otras 4 figuras de protección ambiental), emparedado entre dos franjas compatibles con polígonos eólicos.
O cómo afectan los criterios "Fauna y flora" y "Patrimonio" a un municipio como Valdeolea, con un gran número de bienes culturales protegidos y con una gran diversidad de avifauna, incluyendo varias especies protegidas de las mencionadas en el propio estudio para la elaboración del mapa. Otra especie protegida, el oso pardo, tiene aquí presencia regular desde hace 10 años (según los datos para la revisión del Plan de Recuperación del Oso Pardo) y además Valdeolea es la zona de expansión de la especie hacia el este, donde ya registra presencia esporádica en Valderredible.
¿Cómo se analiza el criterio "Población" en localidades que pueden quedar literalmente rodeadas de aerogeneradores en municipios como Valdeprado, Campoo de Enmedio, Las Rozas, San Miguel de Aguayo, Campoo de Yuso, Santiurde, etc.?
Son demasiadas cuestiones para las que no hemos recibido ninguna respuesta, aclaración, oportunidad de debate y participación, que es básicamente lo que una parte de la población afectada viene reclamando desde hace más de un año.
Esa demanda de debate y participación pública, y esa lucha por defender las comarcas que habitamos son absolutamente legítimas y necesarias, porque sabemos que estamos en una posición de abandono por parte de las administraciones y de vulnerabilidad ante la codicia de las empresas que, primero, frenaron el desarrollo de las energías renovables a pequeña escala y el autoconsumo (con el infame "impuesto al sol") y ahora, ¡ver para creer!, nos acusan de ir en contra de las renovables, del progreso, de la soberanía energética y dentro de poco, de las siete plagas bíblicas.
Los voceros de estas empresas (esas que durante décadas han contribuido en gran medida a las emisiones de gases de efecto invernadero y ahora se presentan "verdes" y muy preocupadas por la dependencia energética del exterior) nos han querido insultar con un acrónimo en inglés, "nimbys", que quiere decir "no en mi patio de atrás" (not in my back yard) y trata de descalificar a los movimientos de oposición a la instalación de industrias que entran en conflicto con la conservación del medio ambiente y la salud de las personas. Pues bien, son ellos los que nos imponen los polígonos eólicos exactamente desde esa posición. ¡Claro que no van a poner los aerogeneradores en ningún lugar que se puedan ver desde sus bonitas casas junto a la costa! que es, por otra parte, donde más energía se consume. Polígonos eólicos, sí, pero allí donde no les molesten.
¿Cuántos consejeros de Iberdrola, Endesa, Banco Santander, Repsol, etc, viven al lado de una central de ciclo combinado, refinería, incineradora de residuos, central nuclear o polígono eólico? Exacto. Ninguno; y además bien que se ocupan de mantener este tipo de instalaciones lejos de sus casas y de hacer sus inversiones inmobiliarias lejos de estas industrias.
Y esto es, además, una suerte de neocolonialismo, al estilo del que Occidente ha practicado y sigue practicando con otros países a los que va, extrae y se lleva los recursos a su casa, dejando atrás la mina, los residuos o un cascarón vacío. Cuando miras el mapa de exclusión eólica, es como si mirásemos el mapa de las colonias energéticas de Cantabria, en el que el centro y el sur vamos a ser las zonas de sacrificio para el extractivismo energético, para esa transición que ya no va a ser transición, si no "doctrina del shock".
Recibiremos el impacto de generar una energía que va a ser consumida lejos, en lugares desde los que no se verán los aerogeneradores, ni las pistas ni los desmontes. Y los beneficios económicos de todo esto irán a las cuentas que las empresas del oligopolio energético tienen en paraísos fiscales.
La elección del lenguaje y lo que se destaca en la presentación de este mapa es también un poco retorcida: "Sólo un 6% será apto para el desarrollo eólico, y un 3% quedará "muy condicionado". Por una parte las empresas promotoras nos venden los beneficios que supuestamente traerán esos polígonos, y por el otro, la consejería presenta un mapa de incompatibilidad o exclusión, destacando el poco territorio que podrá albergar eólicos. Entonces ¿cuál es la parte afortunada? ¿Ese 6% o el 94% del territorio cántabro que no va poder instalar aerogeneradores en sus montes. En cualquier caso, no es nada inocente. Con ese titular da la sensación de que habrá que buscar los aerogeneradores con lupa. Aunque sólo en una parte del territorio, porque en la otra lo difícil será ver un horizonte sin una maraña de aerogeneradores y líneas de evacuación. Porque hay que tener presente que el 3% es sólo a nivel de ocupación del suelo. El impacto visual de ese 3% será mucho mayor. Como una mancha de aceite. Valderredible tiene un 0% de eólica instalada, y sin embargo sufre el impacto visual y ambiental de los eólicos situados en la Lora burgalesa.
En definitiva, el Gobierno de Cantabria, las empresas promotoras y sus comerciales podrían dejar de marear la perdiz, ser honestos y reconocer que la industria eólica impacta negativamente en el territorio donde se instala; y que nadie quiere aerogeneradores en su "patio trasero". Y a partir de ahí, hablemos de cuánta energía renovable hay que instalar y cual sería la mejor manera de hacerlo.
A diferencia de la eólica, la fotovoltaica se puede instalar en cualquier lugar y permite hacerlo a pequeña y mediana escala minimizando su impacto y hacerlo aprovechando superficies ya urbanizadas como tejados industriales y domésticos o solares improductivos. Y esto implica que la energía se puede generar justo donde se consume, no a decenas de kilómetros, evitando así las pérdidas ocasionadas en su transporte. Pero sobre todo permite un modelo diferente de generación energética: más local, más democrático, más repartido y que da trabajo a pequeñas empresas que contribuyen a la economía local, no a engordar las cuentas en paraísos fiscales. Una vez que hayamos explorado todas las posibilidades de la fotovoltaica, veamos cuánta potencia eólica hay que instalar y asumamos su impacto entre todos. Que no sea la parte más alejada de la bahía de Santander la zona de sacrificio.
Sólo como ejemplo, Alemania tiene una potencia fotovoltaica instalada de 59 GW (frente a los 15 GW de España) y el 50% está en manos de pequeños productores, particulares y cooperativas. Claro, que es bien sabido que Alemania es el país del sol.