El Teléfono del Niño y del Adolescente ha atendido durante el pasado año 11.193 llamadas de menores procedentes de Cantabria que reclamaban, sobre todo, ayuda por ser objeto de algún tipo de violencia. Además, 158 adultos utilizaron la línea de apoyo al Adulto y la Familia, para pedir orientación sobre temas relacionados con menores de su entorno.
La directora del ICASS, Isabel Urrutia, y la directora del Teléfono del Niño y Adolescente, Leticia Mata, han presentado hoy los datos de balance de este servicio que está operativo en Cantabria desde agosto de 2010, financiado por la Consejería de Sanidad y Servicios Sociales, y atendido por la Fundación ANAR.
El número de llamadas recibidas durante el pasado año refleja un incremento de más de 13% con respecto a las de 2013, lo que pone de manifiesto, en opinión de Urrutia, que la campaña de difusión puesta en marcha por el Ejecutivo en 2012 ha tenido éxito.
Urrutia y Mata han explicado que hasta el año 2013 el principal motivo de llamada de los menores en Cantabria eran las dificultades de relación con sus padres, en el colegio, con sus amigos o hermanos, pero durante el pasado año el porcentaje de llamadas por esta razón ha descendido, pasando de representar al 30,7% del total de llamadas al 8,6%, lo que ha provocado el que la violencia en cualquier de sus formas sea la principal razón por la que los menores se dirigen a este servicio.
Mata ha precisado que esto no significa que el número de llamadas por la violencia ejercida hacia los menores haya aumentado, en términos generales, pero sí es cierto que supone el 25,9% del total de las llamadas de los niños y el 53,4% de las llamadas de los adultos.
Además, durante el pasado año se han derivado 331 casos a organismos, entidades o profesionales externos, como son el ICASS, los servicios sociales municipales, las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, el ministerio Fiscal, etc. Y en otros 8 casos ha sido necesaria la intervención urgente, derivando el caso al ICASS y a los servicios sociales de atención primaria.
En su mayor parte, llaman menores entre 12 y 17 años, sobre todo de 14 a 15 años, que han conocido la existencia de este servicio a través de Internet o del colegio.
Urrutia ha calificado de "altamente positivo" el balance de actividad de este servicio ya que "con independencia de las cifras, estamos previendo, reduciendo o eliminando situaciones de desprotección, en unos casos, y resolviendo situaciones de riesgo, en otros, y eso siempre es positivo, siempre es rentable, aunque solo atendiéramos una llamada, y siempre es beneficioso no solo para el menor y su familia, sino para toda la sociedad".
La directora del ICASS ha confirmado el "apoyo decidido" a este servicio que "siempre será una actuación preferente y prioritaria para este Gobierno, que todos los días trabaja por garantizar el bienestar de nuestros ciudadanos, y este servicio precisamente atiende al ciudadano más sensible, al que más necesita nuestra protección, que son los niños y adolescentes de Cantabria".
Un servicio gratuito, confidencial y anónimo
Desde agosto de 2010, todos los menores de Cantabria que en un momento dado tienen un problema o necesitan que alguien les oriente, les ayude o les escuche se pueden dirigir al teléfono del Niño y Adolescente, el 116111, a cualquier hora del día y cualquier día del año, y recibirán ayuda psicológica, social y jurídica de manos de profesionales especializados (psicólogos, psiquiatras, abogados, etc) que les ayudarán a resolver la situación que les preocupa o les genera algún sufrimiento o dudas.
La fundación ANAR, creada en 1970 para ayudar a niños y adolescentes en riesgo, gestiona este servicio puesto en marcha en 1994 y que recibe al día, según ha explicado Mata, una media de 1.150 llamadas. Además, también atiende una línea dirigida al adulto y la familia ya que, según la directora del teléfono, "detrás de un menor con problemas, hay un adulto que necesita ser orientado".
El menor que llama es orientado psicológicamente para buscar junto a él una solución a su problema apoyándose en su entorno y en figuras más cercanas como sus padres, abuelos, hermanos mayores o profesores, ya que la mayoría de los niños que acuden a este servicio aún no han contado a nadie su situación por miedo a no ser creídos o porque no se atreven.
En algunos casos, desde el teléfono se informa al menor de que para solucionar su situación deben dirigirse a algún organismo, entidad o profesional externo como pueden ser los servicios sociales, el centro escolar, las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, la fiscalía de menores, etc. Y en las situaciones de mayor gravedad o en las que el menor no tiene capacidad para acudir a estas instancias, desde el propio servicio se contacta con estas entidades para informar de este caso y posteriormente se hace un seguimiento para conocer qué ha pasado con el menor.
Según ha precisado Leticia Mata, el siguiente paso de la Fundación ANAR va a ser la puesta en marcha de un chat para facilitar a los menores las mayores vías de comunicación posibles, especialmente aquellas que utilizan con mayor frecuencia.