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Cultura | Reinosa

El campesino que soñó con el cine

El campesino que soñó con el cine

Rodolfo Montero, Académico de Cine

"Mi padre es tratante de ganado y mi madre inventó la televisión", esa fue la frase de Rodolfo Montero en Cannes para vender la película ‘El invierno de las Anjanas', en esa hoguera de las vanidades que se monta en torno al cine para dilucidar qué obras serán las afortunadas de firmar un contrato para televisión. Su interlocutor no le prestó mucha atención al principio, pero después de escuchar esa afirmación no le quedó otro remedio que hacerle un hueco en su agenda para ver qué le podía ofrecer el cineasta valluco.

El comentario no fue baladí. Rodolfo recuerda que cuando su hermano Nano y él eran pequeños, y en su pueblo natal San Martín de Elines (Valderredible) la señal de la televisión era mala y siempre daba "nevando", su madre se las ingenió para crear una pantalla con una caja de cartón de una lavadora, que recortó y colocó sobre dos sillas, y así sus hijos podían ser actores y espectadores de todas las fantasías que se proyectaban desde el artesanal monitor.

Unos cuantos años después, Rodolfo Montero es el fundador de Cre Accion films y Palamont pictures, socio FAPAE, consejero EGEDA y Académico Cine. Se considera cineasta y campesino a partes iguales, y más que artista, artesano.Huye de los artificios. Pule y desnuda sus piezas, transmitir más con menos. Las suyas son historias sencillas, profundas y universales. 

Agradecerá durante toda su vida el apoyo de su madre a él y a su hermano para luchar por sus sueños y por no cercenar sus ideales. Una motivación que "tiene mucho que ver con que sigamos en esto 25 años después", asegura.

Reivindica la figura del director cántabro Mario Camus, su "maestro", y lamenta lo "olvidadiza" que es a veces la sociedad española. Agradece que le diera la primera oportunidad para participar en el equipo de una película.De ahí en adelante, y junto a su hermano Nano, construyen una sólida carrera cinematográfica en la que los temas sociales están presentes en todas sus obras, especialmente vinculados con el medio rural, ámbito del que se siente parte.

En 2002 los hermanos Montero producen la película El Efecto Iguazú y al año siguiente consigue el Goya a la Mejor Película Documental.  En 2006 Rodolfo logra la estatuilla por dirigir el cortometraje documental ‘En la cuna del aire', y este año, ‘La Cueva Encendida', cortometraje que narra el proceso creador del artista campurriano Nacho Zubelzu, ha sido preseleccionada por los premios más importantes del cine español. 

Ha creado Palamont Pictures, la productora que continúa la experiencia iniciada por Cre Accion Films, con la que han participado hasta la fecha en una veintena de trabajos, entre ellos: Tudancos, Luna caliente, Las tierras altas, Siempre días azules, Caminos Cruzados, Diario de una becaria, El Efecto Iguazú, Bestiario, El deseo de ser piel roja, Báilame el agua, Código natural, El invierno de las anjanas o Un buen novio.

Estos días está inmerso en dos proyectos: uno "muy ambicioso" con Unicef sobre los derechos de la infancia, en forma de dibujos animados, y otro sobre la historia del Racing de Santander, un documental que "recoge las emociones de las personas, en el que la gente se sienta representada y atraída", y que durante el primer día de la publicación del tráiler ya ha tenido más de 10.000 visitas.

En cuanto a su formación, se enorgullece de haber bebido de los cineastas clásicos. Cuando un tal John Ford aparecía en los créditos y no reparaba en quién podía ser, pero que inconscientemente interiorizaba todo su lenguaje audiovisual. Desde muy joven fue internado en un colegio de Aguilar y "para desconectar de la claustrofobia" del centro asistía a las sesiones dobles de películas clásicas.

La responsabilidad social del creador.

"El cine sale de los sueños, pero también se produce en los sueños", explica. Desde sus inicios ha optado por un cine "más pequeño, pero con verdad", y matiza que "lo importante es para qué saber, no solo saber". Apela a la sensatez y a la sencillez del cine y sostiene que siempre va a estar con la minoría que comparte esa visión y por la que pelea para que cada vez sea un poco más mayoritaria.

Para Rodolfo Montero el cine es su pasión, su forma de vida y la de comunicarse con los demás. "Son imágenes en movimiento, y a partir de ahí, como cualquier arte, parte de la responsabilidad que todo hombre tiene para hacer mejor y más llevadero el tránsito de la vida".

Le interesa el sentido antropológico del mundo y milagroso de la vida, un poco la base de sus propuestas. "El hombre busca en el arte manifestaciones de sus miedos y fantasías", puntualiza.

Asimismo, reconoce el importante "vínculo" que la naturaleza tiene en su cine. "Es el arte supremo, nunca te engaña. Decía el cura de mi pueblo que los animales perdonan siempre, los hombres algunas veces y la naturaleza nunca".
Lamenta el menosprecio al medio rural: "la cultura campesina se ha mantenido durante milenios, pero el progreso la ha denostado porque no le interesa una cultura que pone en duda muchos conceptos del dogma".

Manifiesta que como cineasta tiene una "responsabilidad para remover conciencias, una responsabilidad en el arte", y subraya que "un país culto siempre será un país de primer orden".

Haciendo un repaso del panorama actual, considera que la democratización del mundo audiovisual no es mala. "Tenemos más acceso a los medios, pero no indica que haya necesariamente una mayor calidad en las obras. Es más sencillo, pero no más fácil y la criba la hace el tiempo".

En este sentido, rescata una reflexión que comparte con sus alumnos: "en nuestro sector ha sucedido algo similar a lo que ocurrió con la llegada de la imprenta. Facilitó las cosas a los que querían escribir, pero no hizo más Cervantes. Estamos más expuestos. Lo que vale, vale, y lo que no, se desecha".

Por otra parte, lamenta que "en esta sociedad mercantilista en la que vivimos, hace tiempo que parece que se ha acuñado que éxito y taquilla tienen que ir juntos, y es una equivocación. Vemos el peso del cine acontecimiento, ese gran cine americano hecho para todo tipo de públicos -que no quita que hay películas buenísimas-, pero que limita otro tipo de cine que acabará en salas reducidas o museos".

Huir del porno.

Habla de honradez y profesionalidad, "básicamente se trata del punto desde donde tú propongas como realizador, lo que tú quieras contar. Y para eso tienes que ser honesto, como en cualquier tipo de arte. Además, si no lo haces así, al final te pillan. Otra cuestión es que además de un genio seas un gran vendedor y que a la hora de crear sigas manteniendo la autenticidad de tus propuestas. Puedes no acertar con una película, pero tienes que intentarlo desde tu verdad creadora, y por eso estoy muy en las antípodas de la telerrealidad de los programas de televisión, porque juegan a hacer de la realidad ficción y van arrasando con los sentimientos". Cita al poeta de la Generación del 50 Claudio Rodríguez, "si tú la luz te la has llevado toda, ¿cómo puedo esperar algo del alba?'".

Detesta que se busque la emoción en la brutalidad y establece tres niveles audiovisuales: el digno y sincero, sea cual sea su forma; el pornográfico -en el sentido de mostrar todo-; y el pornográfico del alma, "todavía más degenerado y que no duda en presentar públicamente los problemas de una madre y su hija en un plató para ofrecer un espectáculo morboso y de casquería pura".

Cambia de tema y mira por el retrovisor. Asegura que nada de su carrera hubiera sido posible sin las grandes personas que se ha encontrado. Desde su experiencia, confiesa que le han tendido bastantes más manos que zancadillas.

"A lo largo del camino te das cuenta de que es un trabajo, por eso me considero cineasta. No tanto por su vertiente artística, sino por su sentido artesanal. El artesano habilita lo que encuentra en el camino y consigue hacer lo que quiere. Es un trabajo que exige una disciplina, y que tiene claramente unos objetivos económicos si pretendes vivir de él. Es fundamental la constancia".