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Sociedad | Aguilar de Campoo

Aurora del Barrio celebra un siglo de vida

La usuaria del centro de atención Tercera Actividad de Aguilar de Campoo recibió un homenaje en su 100 cumpleaños

Vino al mundo el 21 de febrero de 1923 en Lomilla. Este año cumple 100 y, por eso, en Tercera Actividad, el centro de atención a personas mayores y/ o dependientes que la Fundación Santa María la Real gestiona en Aguilar de Campoo, han querido celebrar por todo lo alto el centenario de Aurora Barrio, porque un siglo no se cumple todos los días.

Los años no pasan en balde y son sus seres queridos quienes nos cuentan que Aurora pasó su infancia en Lomilla, junto a sus padres, Lucio y Agustina, y sus tres hermanos, Quico, Alicia y Alfredo. Allí fue a la escuela y compaginó los estudios con las labores del campo, su padre era agricultor. Eso sí, siempre tuvo claro que el trabajo en el campo no era lo suyo.

Quizá, por eso, en cuanto pudo, como muchas jóvenes de la época, comenzó a trabajar en la fábrica de galletas Fontaneda, en Aguilar de Campoo. Aquello sí le gustaba, aunque cada día tardase casi una hora en recorrer andando los seis kilómetros que separan Lomilla de la villa galletera. Le merecía la pena y lo hacía con ilusión. El trabajo en la fábrica le dejaba poco tiempo libre, los ratos que lograba sacar, los aprovechaba, cuando era posible, para irse de fiesta con su hermano Quico y salir a bailar, "si no era con él, mi padre, sola, no me dejaba marchar".

Fue, posiblemente, en uno de esos bailes, donde conoció a su marido, Exiquio, agricultor natural de Villela, con quien se casó y tuvo un hijo al que la polio le arrebató antes de tiempo. Tras ese duro golpe, se mudaron a Alar del Rey, donde Exiquio entró a trabajar en la fábrica de galletas de la localidad, mientras Aurora, cuidaba de un nuevo retoño.

Vivieron muy felices, pero, cuando apenas llevaban una década en Alar, la vida volvió a golpearle duro, su marido falleció y Aurora, sola con un niño de 12 años, se mudó a Aguilar para trabajar como empleada del hogar. Trabajó mucho para poder sacar adelante a su hijo y darle "unos estudios".

Hace un tiempo llegó a Tercera Actividad, no podía cuidarse sola y era una buena opción para sentirse atendida y acompañada. Hoy, este es su segundo hogar, y por eso, aquí ha celebrado su centenario, arropada por el equipo y el resto de residentes y con el cariño de amigos y familiares.