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Deportes | Reinosa

"Algún día seré campeón de España"

Entrevista a Pablo Mantilla, campeón de la Copa Cantabria de caza menor con perro que defiende esta disciplina como “una lucha entre la naturaleza y el cazador”

Ocho perdices, tres más que el segundo clasificado, abatió Pablo Mantilla el pasado 29 de septiembre para proclamarse campeón de la Copa Cantabria de caza menor con perro. Aunque su padre le acompaña a los campeonatos y a las jornadas de entrenamiento, nunca ha tenido un referente en su familia que le hiciera aficionarse a la caza, fue algo espontáneo, "siempre me ha gustado el monte, la naturaleza y las perdices, de hecho, de niño me gastaba mis ahorros en las revistas de Jarra y Sedal", explica Mantilla.

Diez años lleva cazando, exactamente desde los 20, cuando empezó a trabajar y pudo permitírselo, "aunque a mí no me enseñó nadie, lo tuve claro desde el principio". De hecho, su primera perdiz la mató pocos meses después de iniciar sus jornadas de caza, "estaba acompañado de un amigo de mi padre en el coto de Carrión de los Condes cuando escuché el ruido que hacen al salir de su escondite, saqué la escopeta y después de 20 tiros la maté". Desde ese momento es consciente de la necesidad de ser competitivo y tener una mentalidad ganadora, "no hay que venirse abajo, siempre hay que seguir cazando".

"Para competir, primero tienes que haber cazado, y mucho", puntualiza. Natural de Reinosa con casa en Fontecha, caza codorniz los martes, jueves, sábados y domingos del 15 de agosto hasta el mismo día del mes siguiente, y perdiz roja los sábados, domingos y festivos del 20 de octubre al 31 de enero en los cotos de Herrera de Pisuerga y Carrión de los Condes. "Personalmente me quedo con la perdiz, es la reina de la caza menor", apunta. Al campurriano le gusta cazarlas por su dureza y dificultad, "matar una es un tesoro, porque muchas veces ni siquiera puedes llegar a pegarlas un tiro". Un reconocimiento que se obtiene tras mucho "sacrificio", en un día puede llegar a recorrer 40 km andando y corriendo durante doce horas, con sol, lloviendo o nevando, "pero eso es lo bueno de la caza", explica, "que es difícil".

Una dificultad reducida por la actividad y compañía de los perros, encargados del acotar la vía de escape de las presas y ayudar en el momento de cobrarlas, es decir, de recogerlas, "el perro es el 90% de la caza". Su primera perra se llamaba Nala, "era muy inteligente". Al morir con tres años ocupó su lugar Dan, que está ya jubilado debido a su cojera y sus trece años de vida. En la actualidad, es Sia, de cuatro años, su socia, "ella me mira y me "entiende".

Lo único que le pide Mantilla a un perro es que tenga afición y que nunca deje de buscar. "Al final el dicho de que el perro se parece al amo se refleja en que tenga mi misma constancia", declara apuntando que para ser un buen cazador es necesario estar todo el día en el campo, a pesar de las condiciones meteorológicas y de muchos otros factores, "y eso el perro lo tiene que entender porque es un animal que vive para la caza" explica, "si no lo saco, se pone triste".

Jornadas de entrenamiento que le permitieron comenzar a competir en 2013, "mi primer campeonato fue la Copa Cantabria, que al igual que la pasada, también gané". Al principio, el campurriano no era consciente de que podría llegar a competir en el Campeonato de España como hizo el año pasado tras quedar segundo de Cantabria y quinto en las semifinales, pero sí de que tenía posibilidades. "Mi sueño es llegar a ser campeón de España, y estoy seguro de que algún día lo seré".

El también bobinador en Gamesa no olvida que compite en un deporte en el que la suerte es fundamental, "cuanto menos dejes a la probabilidad, mejor". Para ello, tiene que entrenar para poder correr más kilómetros. Razón por la que, afirma, "siempre he quedado primero en todas las competiciones en las que he participado".

"Sobre la caza la gente tiene una percepción equivocada porque piensan que es matar", afirma . Mantilla la define como un deporte en el que se lleva a cabo, "una lucha entre la naturaleza y el cazador". "Las perdices tienen sus armas", además, añade y desmiente la afirmación de que el cazador sea el culpable del descenso del número de ejemplares, "si tu no las cazas al año siguiente va a haber menos porque los machos viejos que ya no crían, pegan a los jóvenes y no los dejan procrear", explica. "Al final, un cazador mata un 7% de la caza ya que debido a la velocidad de la especie sólo puede matar a lo perdiz vieja", aclara, "hace una selección natural, es como un depredador más en la cadena".

Un cazador enamorado de las revistas de Jarra y Sedal que soñaba y continúa soñando con ser el mejor a nivel nacional. No sabe si lo logrará porque aún no lo ha conseguido, no le gusta adelantar las situaciones, pero tiene la suficiente perseverancia como para confiar en que trabajando llegará a su meta.