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Del tiempo y los días

Alberto Gallo, una piedra, un color y un cuento

Alberto Gallo, una piedra, un color y un cuento

"Alberto Gallo pertenece a una estirpe de alquimistas que con su afán y su crisol lograron un marco cultural al calor de los acontecimientos de aquellos convulsos años desde la Transición"

El tiempo es muchas veces un recuerdo de la melancolía, de ese fluir denso de la vida en la que se fraguan las amistades, las vivencias, el conocimiento, en definitiva... lo que somos.

Reinosa es un particular vórtice de experiencias culturales, un pequeño cosmos que ya desde el siglo XIX nos ha convertido en ese lugar especial donde se han forjado artistas, escritores, periodistas, investigadores, etc., hasta llegar a nuestros días.

En ese devenir de tiempo y de días, y en este justo momento, en nuestra ciudad, Alberto Gallo expone en La Casona una retrospectiva de su obra desde aquellos lejanos años 70 y 80, que marcaron una de las cimas más intensas de la vida cultural de Reinosa y que supusieron un nuevo revulsivo después de la brillante etapa de los años 50, con la revista Fontibre, la Casa de Cultura... que a su vez había recogido la antorcha de los grandes maestros de finales del siglo XIX, de Duque y Merino a Sánchez Díaz, Casimiro Sainz, Santiago Arenal, Luis Bonafoux o Manuel Salces y aquel bullicio cultural que hizo de nuestra ciudad un referente fundamental en la antigua provincia de Santander.

Alberto Gallo pertenece a una estirpe de alquimistas que con su afán y su crisol lograron un marco cultural al calor de los acontecimientos de aquellos convulsos años desde la Transición. Fueron muchos los que lo hicieron posible, Celestino Cuevas, María José Fontela, Luis Ángel Moreno, Esteban Casquero, Alberto Gallo y los jóvenes que creían en un cambio en aquellos lejanos años, mostrando su rebeldía con un enorme pedrusco que plantaron en el pabellón de Cantabria de la Feria Internacional de Muestras Valladolid de 1984.

Alberto Gallo es la piedra que mostró la rotundidad del Arte para cambiar los cánones estipulados, como lo hizo Cuevas y la saga de alumnos que aprendieron bajo su atenta mirada: Aja, Matesanz, Vicario, Zubelzu, Carrera... aunque eso es pasado, y ahora, Alberto, en su exposición en La Casona, muestra su lado más íntimo que no es otro que la propia expresión del color. Para Gallo el color es el origen de todo, incluso de la Tierra, como nos narra en su cuento de El día que pintaron el mundo. Gallo posee una cualidad especial para iluminar sus dibujos y pinturas ya desde su primera etapa, más cercana al paisajismo de Casimiro Sainz y los pintores posteriores, como Salces o ya cercanos a nosotros como Alicia Cañas. La luz es la que dota de sentido al paisaje, sutilmente muestra lo que sólo se percibe con el sentimiento y la imaginación, y en eso, tal vez radica el arte. En La Casona se refleja sólo una sombra de una de las facetas del poliedro que es Gallo, ya que su trayectoria es tan diversa que únicamente muestra lo que a él le apetece en cada momento.

Pero Alberto tiene una cualidad que le es innata: el dibujo y a partir de él desarrolla su discurso artístico que es trazo arropado por color. A partir de esa premisa desarrolla su discurso pictórico: imaginación, abigarramiento, dibujo y color.

Alberto tiene una mirada que se pierde en el horizonte, al igual que su conversación pausada y aguda en muchas ocasiones. Con Alberto se aprende a ver el mundo con los ojos de las plumillas de Patachín, las marionetas o cualquiera de sus entrañables personajes de cuento de navidad. Gallo desentraña en sus cuentos una Reinosa mágica y colorista, y cualquier rincón es captado por la agilidad de su dibujo y después rellenado por el sempiterno color que tanto gusta a Alberto, ese dandy que con su sombra y su sombrero pasea siempre por el paisaje de Reinosa, su ciudad de fantasía...

Si visitan la exposición, se darán cuenta que Alberto Gallo sigue iluminando e ilusionado al espectador.

Como escribió Alberti:

Al color

A ti, por quien la vida combinando
color y color busca ser concreta
metamorfosis de la forma, meta
del paisaje tranquilo o caminando...