Noche de marzas 1957
¿Cantamos, rezamos o nos marchamos? Este era el saludo de nuestra peña a los moradores de todas las casas donde sabíamos que había mozas casaderas; así por tal motivo, con su permiso y nuestra educación nos disponíamos a cantar las tradicionales marzas. Canta era lo normal, pero también la opción de rezar se admitía como consecuencia de que en aquella época la muerte de un familiar de un día para otro resultaba cotidiano. También el hecho de marcharnos se podía dar por muchas razones.
Después de cumplir con todos los compromisos de esa noche mágica de marzas, nos reuníamos en la casa de los padres de alguno de la peña a repartir lo que habíamos recaudado. Recuerdo que mientras dividíamos en partes igual las pesetas y las viandas que había volcado el cajero encima de la mesa, y dando cuenta de unas rosquillas de anís y alguna gaseosa que nos preparó la anfitriona, los ojos de todos los marzantes insistentemente apuntaban a un trozo de suculento chorizo que estaba colgado encima de la cocina de carbón. La madre al darse cuenta de aquellas miradas ansiosas dejó claro que ...'"el chorizo era para Luisín que entraba a las seis".
¡Qué tiempos aquellos!
Alberto Gallo , febrero 1985