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Obituario | Reinosa

Gracias por tanto, hasta siempre Don Eduardo

Gracias por tanto, hasta siempre Don Eduardo

Palabras de agradecimiento de nuestros lectores a Eduardo Guardiola por su dedicación y labor como párroco de Reinosa

Por Emilio Zubizarreta

Eduardo Guardia, sacerdote. Le conocí cuando era muy joven y vino destinado a Reinosa, acompañado de su madre. Una SEÑORA. Como se decía en aquellos tiempos. Eduardo era joven y venía con ideas renovadoras. A unos les gustaba y a otros les parecía que no era bueno tanto cambio.

Tuvo a otros sacerdotes con él, de su misma línea, y eso facilitó aquella forma de trabajar en una iglesia nueva, y con ideas que cuajaban poco a poco. Su ilusión le llevó a ser profesor de aquellas escuelas de aprendices, donde los jóvenes, estudiábamos para labrarnos un porvenir. Un futuro.

Allí nos encontramos a D. Eduardo Guardiola. Un joven sacerdote que su juventud y altura no pasaban desapercibidos. Le gustaba la seriedad y se hacía respetar. Su ascendencia maña le daba ese carácter fuerte y autoritario. Pero consiguió lo que parecía difícil. Que jóvenes estuvieran atentos, y hubiera un diálogo a veces un poco tirante, pero entendible y tolerable.

Fueron unos años donde se aprendió y se sentó base. He de reconocer que yo estaba rebelde con D. Eduardo. Aquellos sacerdotes jóvenes llegados a Reinosa, venían con ideas renovadoras. Y muchos no encajaban aquellos cambios. Yo me sentí molesto, al hacerle responsable de la supresión de las procesiones de Semana Santa, de las que yo era cofrade de la Dolorosa. Había una pequeña tirantez.

Pasó el tiempo y mi hijo se preparaba para hacer la comunión, y me preparé yo para ser catequista. Durante 13 años pude disfrutar de aquellos maravillosos momentos y vivencias. Eduardo tenía el don de la palabra. Su sabiduría hacia que volaras. Cada día se aprendía más. Sus homilías te transportaban a paisajes, donde parecía que estabas viviendo tú aquellos relatos. Aquellos pasajes bíblicos. Te ilusionaba. Un gran sacerdote. Un gran Teólogo. Su fortaleza física y su condición de buen maño, a veces te hacia verle aún más grande. Cuando algo no estaba bien. Cuando no era de su agrado, se notaba. Tenía un gran corazón. No guardaba rencor. Perdonaba siempre. Yo también perdoné. Y eso me hizo verle cercano. Como un maestro. Como un guía. Mi juventud fue difícil al estar enfadado con él, sin embargo pudimos entendernos y perdonarnos. La admiración y amistad fue mi lema. Una premisa. Reconozco que aprendí muchísimo de él. Sus homilías eran de las que dejaban huella. Un gran orador. Ahora que ocupará un lugar privilegiado junto a nuestro creador, seguirá cuidando de sus ovejas. De sus fieles.

DEP. Eduardo Guardiola. Gracias por tanto. Un abrazo campurriano al cielo.

Por Paco Ramírez Arenas

Acabo de enterarme de la triste noticia del fallecimiento de nuestro párroco Don Eduardo. No le tenía tratado personalmente, mi conocimiento sobre su persona se ciñe a lo que he observado en las misas ordinarias y en las ceremonias a las que he podido asistir en la Iglesia de San Sebastián por él celebradas y a los atentos saludos que nos intercambiábamos cuando nos cruzabamos en el entorno de la parroquia.

La última vez que me acerqué a él fue para desearle unas Felices Pascuas de Resurrección. Y la última vez que le vi fue en la misa de funeral que ofició el 29 de mayo.

A pesar de que no tengo datos de su biografía y de que mi trato con Don Eduardo no ha sido personal, como cristiano y como feligrés deseo aportar esta humilde contribución a su despedida.

Hombre de vida sencilla, de fuerte personalidad, de firmes convicciones religiosas y sociales con plena dedicación a su ministerio, obligado por otra parte dada la escasez de sacerdotes en la Parroquia.

Algunas de las homilias que pude escucharle merecían quedar impresas en el archivo parroquial por la profundidad con la que integraba los valores humanos. En todas dejaba patente dos pormenores: un gran conocimiento de la Doctrina de la Iglesia, que mostraba con la interrelacion de hechos eclesiásticos apropiados al momento litúrgico celebrado, y una gran preocupación por la ayuda a las personas más necesitadas, animando siempre a la solidaridad.

Aunque de procedencia aragonesa, llevaba conviviendo muchos años en Reinosa con sus feligreses desde que llegó acompañando a su madre. Era un campurriano más en todos los sentidos, muy vinculado con la sociedad reinosana y con esforzado ánimo para que las celebraciones de San Sebastian, como Patrón del municipio, fueran solemnes.

Gracias a Dios por habernos permitido disfrutar religiosamente de Don Eduardo muchos años.

Gracias Don Eduardo por tu larga y generosa vida religiosa, por tu entrega a las necesidades espirituales de la Parroquia y por el legado humano que nos dejas.

El Padre ya te habrá acogido con gran amor y con enorme gratitud, sabedor de que has cumplido fielmente con tu deber y con la causa para la que te escogió.

Has terminado la etapa de la vida terrenal para comenzar esa otra vida eterna que el Señor tiene prometida a los que creen y permanecen en sU palabra, como proclamabas en los funerales que oficiaste.

Adiós y hasta siempre porque tu memoria permanecerá gratamente en Reinosa para siempre.