Sus manos son el vivo testigo de años de labor, agarradas firmemente a un bastón de traza irregular fijan nuestra atención, lo hacen porque han sido esas manos las que arrebataron a capricho las formas a la madera. Tras 58 años volcado en uno de esos oficios que hoy damos en llamar tradicionales, Ramón Fernández vuelve atrás la mirada, recordando lo que fue el trabajo del albarquero. Fotos: Miguel López.