En el estudio de Alicia Cañas no hay fotografías. Todas las imágenes han salido de su pincel. Del suyo y del de Velázquez, Antonio López, Vermeer o Goya. En la solapa luce Las Meninas; en su cabeza están los itinerantes rusos, los pintores flamencos y un sinfín de autores y corrientes, principalmente relacionadas con el realismo. Pero en su corazón el hueco se lo guarda para algo más cercano. El nacimiento del Ebro, la “impresionante cordillera que tenemos” y la calle Mayor de Reinosa. También aquellos rincones de la ciudad que nadie sabe escudriñar mejor que ella.