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Música | Reinosa

Treinta y tres años abriendo el desfile

La Banda de Cornetas y Tambores San Sebastián de Reinosa, dirigida por Miguel López, celebra el 45 aniversario de su fundación

Detrás los tambores, luego las cajas y los bombos, en las filas siguientes las cornetas y Miguel con su trompeta abriendo el desfile. Todos uniformados con un impecable traje azul aviación, un poco de chulería sana insinuando quién lleva la voz cantante y siempre dispuestos para salir los primeros en la fiesta donde se los reclame. Así durante los treinta y tres años de historia de la Banda de Cornetas y Tambores San Sebastián de Reinosa, que hoy celebra la comida del 45 aniversario de fundación.

La Banda fue creada en 1968 por Miguel López. Surgió paralela a la Banda de Música de la ciudad con el fin de reunir a la juventud y tener un vivero de músicos. Algunos de ellos posteriormente estudiaron solfeo y formaron parte de esta última.

El director recuerda que todo comenzó un Día de Campoo entre bromas. Él y unos amigos hablaron sobre la posibilidad de crear una banda para reunir a un grupo de jóvenes sin conocimientos musicales previos e ir por las fiestas de los pueblos amenizando los desfiles. Aquella conversación no cayó en saco roto y al año siguiente hicieron su puesta de largo en la noche del Desfile de Carrozas de San Mateo en 1969.

Durante los treinta y tres años de historia de la banda (se disolvió en 2001 y curiosamente el último desfile fue el día de su patrón, San Sebastián) pasaron por ella más de doscientos jóvenes. Al principio ingresaban adolescentes y generalmente la abandonaban cuando el inaplazable deber de la ‘mili' les reclamaba. Unos años en los que recorrieron toda Cantabria y localidades de provincias limítrofes de Palencia como Barruelo, Guardo, Saldaña, Aguilar de Campoo, también Burgos y Asturias.

Tuvieron hasta cinco sedes: el colegio Ángel de los Ríos, el antiguo instituto Matías Montero, ubicado en el actual centro de Mayores de Reinosa, donde ensayaban en "un local en pésimas condiciones, abandonado y con goteras", que se turnaban con la Banda de Música.

Años más tarde se mudaron al edificio de la antigua Telefónica, situado detrás del Ayuntamiento, donde permanecieron hasta que -como indica Miguel- el Ayuntamiento dejó de cederles estas instalaciones y finalmente, después de tres años sin local y con el cambio de inquietudes de la juventud, se disolvieron.

Generalmente la banda estaba formada al mismo tiempo por algo más de una veintena de músicas, siendo 27 la cifra más alta que alcanzaron en un año. Siempre con carácter municipal, ya que el Consistorio colaboraba con la cesión del local; los uniformes, lucieron cuatro diferentes en tres décadas; y los instrumentos, que para varios músicos el primero fue el último.

Un desfile continuo

Miguel conserva en carpetas anotaciones, fotos y facturas con los bolos cobrados en pesetas y carteles con las actuaciones más representativas: el Día de La Montaña en Cabezón de la Sal, Cabalgata de Reyes de Reyes en Santillana del Mar, Semana Santa en Santander y Selaya, Fiestas del Pilar en Guarnizo o el Carmen en Mataporquera y sobre todo las fiestas Mateas y el día del patrón que da nombre a la banda.

Aguanta la emoción cuando pasa las fotos y se detiene para sacar el nombre de todos los que actuaron aquel día en el campo de fútbol de Aguilar de Campoo en el Torneo de la Galleta. Lo recuerda como una etapa muy bonita en la que todos pasaban mucho tiempo juntos y eran "como una familia".

La Banda de Cornetas y Tambores siempre fu su ojito derecho. También formaba parte de la Banda de Música pero él disfrutaba más con la primera, a la que se unió definitivamente cuando ya los jóvenes aprendieron a tocar y él siempre estuvo a su lado.

Con carácter conciliador y afable habla con cariño de los chavales con los que viajaba. "Había que tener manga ancha porque si no te quedabas solo", pero subraya que el buen ambiente era la nota predominante.

"Memorables" fueron los primeros años en los que actuaban detrás de las majorettes de Barruelo, que con el paso de los años tomarían el relevo las de Los Formidables y las de Reinosa. De esta época precisa que todavía se mantiene alguna pareja que surgió aquellos años.

Recuerdan bien el pasacalle con el que acompañaron a una alegre Massiel hasta el lugar de su actuación, o bolos de postín como el desfile en el que seguían a las glamurosas majorettes de Burdeos en las Fiestas de San Mateo y el día que pusieron música al concurso ‘Maja de España' celebrado en el Hotel Vejo.

La actividad de la banda comenzaba el día de San Sebastián seguía en Carnavales, Semana Santa, fiestas patronales, San Mateo y el día de la cabalgata de Reyes. Ensayaban dos días por semana y el invierno era la época para ampliar repertorio.

Algunos años participaron en más de treinta desfiles y hubo días en los que actuaban un par de veces (Cabalgata de Reinosa y Santilla del Mar), en algunas ocasiones superando las dos horas de repertorio.

Miguel añora el bueno trato que hace años se profesaba a los músicos en las fiestas. "Antes se valoraba más a los músicos; el alcalde, el cura y los músicos eran los amos del pueblo los días de fiesta".

Subraya el buen recibimiento que les daban en Villaviciosa con copiosas cenas la noche de su llegada. "Había un hermanamiento muy bueno e incluso había vecinos que nos invitaban a comer a sus casas", apunta.

Recuerdos de jóvenes músicos

Miguel Ángel García tocaba la caja y el tambor y fue de los primeros en apuntarse a la banda, guarda en la memoria una experiencia muy buena del tiempo que formó parte de esta agrupación hasta que la abandonó cuando tuvo que realizar el servicio miliar. Recuerda especialmente los buenos momentos vividos cuando actuaban con las majorettes de Barruelo.

Años después ingresaría también en la formación Javier Martín. Tocaba la caja y confiesa que para muchos jóvenes de su época apuntarse a la banda era "una válvula de escape". A su juicio era la mejor manera de conocer los pueblos de Cantabria con esa edad y poder salir del pueblo para vivir experiencias fuera y también alguna travesura típica de la edad. Con tono reservado y algo de picardía asegura que siendo músico se ligaba bastante. Al paso del desfile las chicas se asomaban a la ventana y las cantaban "guapas, guapas son...las que están en la ventana...guapas, guapas son...las que están el balcón".

Por lo visto el cortejo daba sus frutos y más de algún perdido llegaba tarde al autobús, comenta.

Ya en la última etapa de la Banda de Cornetas y Tambores, Fernando González (‘Nando' de La Fuga) también formó parte de ella. Habla de "recuerdos nublados" de los divertidos que eran "los primeros viajes con los colegas". Recalca lo bien que lo pasaban en los viajes de autobús, sobre todo en las vueltas. Tocaba el tambor y adornaba las baquetas con unas cintas como las que usaba Lars Ulrich, batería de Metallica. "Íbamos a Selaya o a la Semana Santa de Santander y era como salir de gira con Iron Maiden", apunta con humor.

Emotivo rencuentro.

Pero por encima de todo, la comida de hoy supone para el guitarrista de La Fuga un reconocimiento y un homenaje al director, "porque esta era la banda del bueno de Miguel".

Y es que todos ellos coinciden en que Miguel López era como un padre para todos los músicos que pasaran por allí en más tres décadas. También tienen palabas de agradecimiento para su mujer, Idelina, "siempre apoyando desde el principio hasta el final" y que lo mismo cosía los botones de las chaquetas, que hacía les hacía la merienda o consolaba el llanto de los más pequeños.

Hoy se vuelven a juntar más de ochenta músicos. No actuarán en ninguna fiesta pero el desfile de anécdotas y el buen ambiente que imperó durante aquellos años también sonará como el himno de la alegría que interpretaban por las calles con ilusión.