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ESPACIOS REVIVIDOS por Joaquín G. Osés

La orilla del río

La orilla del río

Nueva sección de cultura en Vive Campoo

¡Es más viejo que la orilla del río! Cuántas veces habremos oído o pronunciado esta expresión. Y tiene su verdad, porque el río y sus riberas están ahí desde siempre, testigos del paso de la vida durante siglos y milenios. Los terrenos próximos al río han sido tradicionalmente un lugar apetecible, propicio para el riego de los huertos instalados en sus proximidades, abrevadero de ganado, lavadero, remanso en el que llenar los calderos y garrafas, vertedero de aguas sucias... La vida y la civilización han prosperado siempre en la cercanía de los cursos fluviales. Un puente o un vado, con frecuencia, son el origen de un poblado o una ciudad. Reinosa es un ejemplo claro de esto.

Históricamente, el río es una zona peculiar del espacio urbano. A la vez que imprescindible, queda muchas veces oculto: se vive con el río, pero de espaldas a él. La humedad, la insalubridad asociada a las franjas fangosas, los vertidos poco agradables a la vista y al olfato, el peligro de inundación o, simplemente, de caer al agua... Rara vez sus orillas, dentro de la trama urbana, son ocupadas por calles o espacios abiertos. Las casas se construyen en la misma orilla, las fachadas traseras hacia el río, la zona noble hacia la calle. La contemplación del cauce por parte de los paseantes se reduce a la vista ofrecida desde los puentes. De nuevo Reinosa era un buen ejemplo de esta organización. Los paseos arbolados, los senderos entre arbustos y prados se disponen en las afueras, allí donde la construcción es mínima, con un sentido práctico generalmente, como vía de comunicación, y solo indirectamente como lugar de ocio y contemplación estética. El parque junto al río es la excepción.

Las ciudades han llevado a cabo profundas transformaciones urbanísticas en las últimas décadas. Una de ellas ha sido, sin duda, la protección, revalorización y cambio de uso de las riberas. Ahora lo que preocupa es integrarlas en la vida urbana, convertir estos espacios en lugares de paseo, llenarlos de vida y belleza, pero en esto, como en todas las planificaciones, se pueden seguir modelos diferentes que implican, necesariamente, resultados bien distintos. Encauzar o preservar el estado natural, construir riberas artificiales con hormigón y piedra o recuperar las zonas de inundación y su flora característica, ensanchar el espacio libre de construcciones o dejar las cosas como están. Sin duda, lo que nuestra sensibilidad actual reclama, desde el punto de vista de la mayoría de los ciudadanos, es recuperar estos espacios para el disfrute de todos, preservar la calidad ambiental de los mismos e intervenir en ellos de la manera más respetuosa, de modo que lo artificial pase desapercibido en la medida de lo posible.

Volviendo a Reinosa (podíamos fijarnos en otras localidades de la comarca, aunque siempre a menor escala), la foto típica desde el puente de Carlos III ha cambiado radicalmente. Ahora las orillas del Ebro son un lugar de paseo, esparcimiento, convivencia, tránsito. Las reformas continúan aguas arriba y abajo de la ciudad. Queda mucho por hacer. Si en lo que se ha hecho se ha acertado, cada cual tendrá su opinión. La mía es que una de cal y otra de arena. Como casi siempre.