Como cada Navidad el retorno a la tierruca, a Reinosa, es casi obligatorio. Al menos una vez al año es necesario volver al hogar. El ritual de salir a tomar el aperitivo, el 'blanco', para disfrutar de la familia y amigos resulta reconfortante. Fechas de encuentros, de recuerdos...
Me gusta caminar por la espina dorsal de la capital campurriana. Un recorrido con comienzo en la Fuente La Aurora junto al Teatro, pasar por La Plaza y seguir por la calle Mayor hasta el Cañón. Continuar sobrevolando el Ebro por la Avenida del Puente de Carlos III hasta llegar a la Avenida Castilla para finalizar el paseo junto a Casimiro en el parque de Cupido. Esta ruta corresponde al antiguo Camino Real y posteriormente a la N-611. Además forma parte del espacio urbano con nivel de protección ambiental que describe el PGOU de la ciudad. Un Plan General de Ordenación Urbana del 95, parcheado con infinidad de modificaciones, que reclama una jubilación inminente...
Pero en este recién terminado 2016, en este camino de reconocimiento algo ha cambiado para siempre, para desgracia de la ciudad y de todos los campurrianos.
Al llegar al numero 41 de la Avenida del Puente Carlos III, un artefacto de difícil catalogación se erige ahora sobre la 'Carnicería del Pasiego'. Antes una de las galerías en esquina más bellas de Reinosa. No puedo dar crédito a semejante barbarie urbana.
¿Quién o quiénes son los responsables de semejante atrocidad? Con este 'shock' olvido por un momento el resto de chapuzas... Supongo que el retornar de Asia me hace especialmente sensible a las operaciones urbanas que desarmonizan el entorno. Estoy acostumbrada a ver excentricidades arquitectónicas...
Las transformaciones urbanas, tan necesarias en estos tiempos de post-burbuja inmobiliaria, nos abren nuevas vías de reflexión y la posibilidad de llevar a cabo acciones que mejoren la calidad de vida de los ciudadanos en torno al dialogo participativo, la cooperación vecinal y la transparencia institucional. Una ciudad de todos y para todos.
En cambio las fracturas en la imagen de la ciudad, suponen la pérdida del valor de la representación de esa visualización con la que todos sus habitantes se identifican. Lo que se conoce como 'La ciudad viva'. Son la ruptura con la memoria urbana en un sentido emocional... pero también en lo objetivo: Han desmontado una galería en esquina de madera blanca. Cuyo entramado de madera tiene una clara dominación de la dirección vertical sobre la horizontal. Ese cuerpo exterior de proporción exquisita permite ver por la transparencia de sus vidrios un muro interior. Estableciendo una jerarquía entre la calle y la propia vivienda o lo que es lo mismo entre lo público y lo privado. La 'sustituta', no sólo no respeta los valores de la galería tradicional sino que aporta cuanto poco, rechazo. Se presenta con una incoherente solución de prominentes lineas horizontales con un vidrio opaco, azul-verdoso y con unos 'ventanucos' que con vergüenza, se abren a la esquina de la Calle del Salto.
No se trata de llevar a cabo grandes obras de ingeniería sino de resolver pequeños problemas en lo cotidiano. A la gente poco le va a importar el contenido de las normativas urbanísticas sino resuelve los problemas domésticos de cada usuario y por supuesto no les añade más.
En mi opinión permitir el uso de PVC en las galerías campurrianas abría la veda... Si el tema a debate es el cambio de material por un tema de costes y mantenimiento, es razonable pensar también que los cambios formales del propio elemento (galería) son
inaceptables. En los últimos años la convivencia entre madera y PVC se han integrado sin demasiado ruido en las fachadas de Reinosa y de eso se trata: satisfacer una demanda ciudadana. El problema viene cuando se define una difusa y delgada línea entre
lo razonable y 'el todo vale'.
Por tanto la responsabilidad con la que se tiene que cuestionar la amplia problemática urbana actual exige rigurosidad y mucha sensibilidad.
Se trata de redactar leyes competentes, claras y concisas. Leyes para cumplir y no para buscar la trampa. Normativas que eviten que los OFNI's (Objetos Flotantes No Identificados), devoren galerías como la del número 41 de la Avenida del Puente de Carlos
III.
"El urbanismo es una actividad violenta" (John May)
Por Lara Fernández
