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Los otros campurrianos | Campoo

Los reyes de las cumbres

Sección sobre la fauna y la flora autóctona

Caen pausadas las primeras nieves en las cumbres de la Cordillera, copos lentos y geométricamente diseñados que dan uniformidad a nuestras sierras de Labra y Cordel. Este manto blanco es la señal que el valle llevaba tiempo esperando, después de un otoño atípico con temperaturas casi estivales, para darle la pausa a la vida. En esta casi hipnótica observación me encuentro cuando un grupo de rebecos aparece en la estampa.

Pastan ajenos a los rigores del tiempo, anclados a la roca con la punta de sus pezuñas y aún así dan una imagen de despreocupación ante los escarpes del terreno que asusta al observador. Las hembras con sus crías se agrupan en torno a un macho dominante que defenderá su harén de posibles machos rivales. Cabriolas, persecuciones, carreras y acometidas se suceden entre los riscos deparando un espectáculo natural que nada ha de envidiar a la berrea del ciervo o la ladra del corzo. Se calman los púgiles y una serie de bufidos firman una tregua temporal ya que el celo puede durar desde mediados de noviembre hasta mediados de diciembre en nuestros territorios.

Los rebecos cantábricos (Rupicapra pyrenaica parva) son bóvido de pequeño tamaño (25-30 kilos) en los que ambos sexos poseen cuernos en forma de gancho, siendo los de los machos más gruesos, más paralelos y con el gancho terminal más cerrado. Otra forma de diferenciarlos en el campo es observar la forma de orinar ya que las hembras agachan los cuartos traseros expulsando la orina hacia atrás. Poseen una coloración clara en cabeza y garganta, con una mancha oscura que cubre el ojo a modo de antifaz. El color del cuerpo es marrón oscuro en el dorso, pecho, patas y flancos y más claro en los cuartos traseros y hombros. La coloración varía entre los tonos más oscuros del invierno y un pelaje más claro en verano.

Su ciclo anual se desarrolla prácticamente en el piso subalpino de la Cordillera aunque con las fuertes nevadas los rebecos utilizan las zonas del límite superior del bosque para refugiarse y alimentarse. Coincidiendo con la abundancia de pastos de finales de primavera y comienzos de verano las hembras suelen alumbrar dos cabritos que cuidarán hasta la primavera siguiente, pudiendo quedar la hembra preñada en el celo de ese mismo año. Las crías tienen altas tasas de mortalidad en los primeros meses de vida lo que contrasta con una longevidad media de una década aunque hay ejemplares que han llegado a los 20 años.

La principal amenaza actual del rebeco es la "sarna". Esta enfermedad producida por un ácaro parásito de la piel produce la debilidad del animal infectado y en muchos casos la muerte. El primer caso de sarna en rebecos data del año 93, en el Pico Torres, entre Asturias y León. Se cree que pudo deberse al contacto con ganado doméstico (cabras infectadas). Esta epizootia (epidemia animal) también es contagiosas a zorros, corzos, venados, etc. lo que no das idea de su virulencia. Actualmente la población de rebecos presente en Campoo presenta buena salud lo que nos permite disfrutar de una de las joyas de la alta montaña cantábrica.

Mientras hacéis rutas de raquetas invernales, paseéis por las cimas en verano o simplemente esquiéis en Brañavieja, echad un ojo siempre a los altos y probablemente los veáis.

Hace tiempo que no escribía en esta sección, la desmotivación por pérdidas de amigos y otras ocupaciones me hicieron perder el ánimo, pero es curioso como la naturaleza y la tranquilidad que transmite me han hecho recobrar las fuerzas. Desde esta sección pedir disculpas por la tardanza y animaros a que sigáis descubriendo con nosotros a los otros campurrianos.