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Cartas al director

"Qué difícil es vivir un sueño (un ganadero arrepentido)"

José María Serna, representante de la ganadería La Mesqueria S.C de Nestares

Cuando era niño soñaba con tener mi propia estabulación de vacas de leche en mi querida Cantabria, miraba a mi alrededor, a la falda del Alto Campoo y veía cientos de vacas pastando estos bellos parajes, fue pasando el tiempo y logré mi sueño, conseguí hacer una explotación moderna y con vacas de gran genética.

Cuando empezamos este sueño teníamos 8.134 litros de cuota de leche, poco a poco, sudor a sudor, logramos 660.655 litros, pagamos por ella cantidades impensables, hasta más de 0,6 euros por litro, cuando el precio que nos pagaban a nosotros la leche no llegaba ni a 0,35 euros, sacamos créditos, trabajamos como locos para poder pagarlos, pensando que estábamos adquiriendo un patrimonio, así al menos, nos lo hizo creer la Administración.

Entre tanto nacieron mis dos hijos, crecieron viendo el amor que su madre y yo poníamos en la granja, poco a poco les fue entrando el amor por los animales, yo me sentía orgulloso, orgulloso de que a mis hijos siguiesen mi pasión, orgulloso de que se involucrasen en el negocio familiar y trabajasen los dos como un equipo, creía que al igual que su madre y yo serían felices trabajando en lo que les apasionaba, pero me confundí....

Cada día que pasa me doy más cuenta que este sector está en peligro de extinción. Cada vez me arrepiento más de involucrar a mis hijos en este negocio ruinoso, al final no son dueños ni de su propio negocio.

Desde el día 1 de abril, estamos produciendo sin ese derecho que yo compré, que pensé que regularía mi producción y la de los demás durante toda la vida. Desde el Ministerio nos decían que cuando llegase esta fecha esto sería una oportunidad, y les volvimos a creer. Nos dijeron que podríamos sobre dimensionar nuestros negocios, que no habría ningún problema. Nos engañaron otra vez. Ahora quien decide cuanta leche me lleva, cuánto y cuándo me va a pagar por mi leche, es el industrial. Yo miro como me ponen los precios de lo que me venden y como me lo ponen de lo que me compran. Veo más solventes a los que viven de mi granja, mientras nosotros miramos cómo podemos llegar a fin de mes.

La verdad es que veo difícil salida a esta situación, claramente somos el eslabón débil de la cadena. La distribución hace lo que le da la gana, regala leche sin ton ni son, con el único objetivo de que entre la gente a sus grandes superficies. La Administración no dice ni hace nada. Podemos encontrar un litro de agua más caro que uno de leche. Sí señores si, el alimento más completo que existe es el más barato. Luego está la Industria, como sabe que nosotros no tenemos más opción que la de entregarles nuestra leche, pues se lucran, hacen lo que les da la gana. Dicen que tenemos libre mercado, si si, mercado libre, llevo dos semanas intentando cambiarme de industrial y nadie me quiere. Me arrastré por todas las industrias que operan en Cantabria y todas la misma cantinela "estamos saturados de leche, ahora no podemos", pero bueno ¿somos deficitarios en un 40 por ciento o no?, en los lineales la leche está al mismo precio que hace cinco meses y a mí este mes me pagan unos 0,10 euros menos. ¿Quién se lo ha llevado? Yo desde luego no.

Me veo impotente, no puedo salir de una industria que me impone todas las condiciones, que me baja de forma unilateral el precio sin justificación alguna, veo que nuestros dirigentes ni saben cómo, ni quieren atajar el problema de la ganadería, veo que los ganaderos no somos capaces de juntarnos ni para ganar dinero, veo que metí a mis hijos en un pozo sin fondo.
Espero que cuando en mi querida tierra no queden vacas, esas que están unidas al paisaje de Cantabria, como lo está el mar y la montaña, alguien se acuerde que por los valles de Campoo pastaban cientos de vacas, que hubo un ganadero que creó su propia granja y que consiguió que sus hijos fueran excelentes ganaderos y que tuvieron que dejarlo por las malas prácticas de la distribución y de la industria con la mirada inmóvil de las administraciones que no hicieron nada.